?Debe votar el 15-M? ?A qui¨¦n?
El lugar podr¨ªa ser id¨¦ntico al aula magna de cualquier universidad espa?ola. Butacas en semic¨ªrculo. En el centro, un se?or responde a la pregunta de un estudiante:
-Las decisiones las toman quienes se presentan a las elecciones.
Aquel se?or es el presidente de los Estados Unidos Josiah Bartlett. Un personaje de ficci¨®n, encarnado por el actor Martin Sheen, que protagoniza la interesante serie El ala oeste de la Casa Blanca. Esta temporada, un canal de pago la vuelve a emitir.
El cap¨ªtulo en el que el presidente Bartlet celebra un encuentro con estudiantes, al modo de tengo-una-pregunta-para-usted, est¨¢ grabado hace doce a?os. La respuesta sigue siendo v¨¢lida hoy. Porque es de caj¨®n.
El espectacular refrendo mundial del movimiento de los indignados tras el 15-O ha puesto los pelos de punta a los partidos pol¨ªticos hist¨®ricos. En especial, a quienes est¨¢n a las puertas de unas elecciones. Es el caso de Espa?a.
Autodescartado el PP, por razones obvias, los partidos de la izquierda se disputan su voto desesperadamente. El coordinador general de IU, Cayo Lara, lo dec¨ªa sin tapujos hace unos d¨ªas en Sevilla: "En la mochila, traemos mucha indignaci¨®n hist¨®rica". La coalici¨®n ha perdido en Andaluc¨ªa dos terceras partes de los votos que tuvo hace algo menos de 20 a?os. Subidos a la ola indignada, pretenden recuperar parte del terreno perdido.
Los socialistas, tres cuartos de lo mismo. M¨¢s que un gui?o, le han echado los brazos al cuello al 15-M para intentar salvarse del naufragio que auguran las encuestas.
"Respetamos al movimiento y lo escuchamos", resum¨ªa la consejera de Presidencia, Mar Moreno. Fruto de esa escucha, son algunas medidas, inspiradas en el 15-M, tomadas en Andaluc¨ªa y que luego ha asumido el candidato Rubalcaba: el Esca?o 110 para defender iniciativas legislativas populares; la obligaci¨®n de que miembros del Gobierno, altos cargos de la Junta y diputados hagan p¨²blica su declaraci¨®n de la renta, lo que, entre otras cosas, ha permitido saber que Javier Arenas es, con diferencia, el pol¨ªtico mejor pagado de la comunidad; la eliminaci¨®n de pensiones a los expresidentes; o la daci¨®n en pago cuando no se puede hacer frente la hipoteca, etc, etc.
Es l¨®gico que estos partidos, y otros m¨¢s minoritarios, intenten pescar en el abundante caladero de votos que representa el 15-M. Est¨¢n en su leg¨ªtimo derecho, y posiblemente quienes ah¨ª se han refugiado fueron en su momento votantes suyos. La cuesti¨®n es si el 15-M debe o no recomendar el voto. No a un partido en concreto, sino acudir a votar.
Esos votos son tan apetecibles que algunos indignados han creado el Partido del Movimiento Ciudadano 15-M, con el que pretenden concurrir a las inminentes elecciones en varias capitales, entre ellas Sevilla. La iniciativa ha sido descalificada por la asamblea de la Puerta del Sol, por considerarla una "falta de respeto" al movimiento asambleario.
Lo que deben meditar los indignados es si ante una avalancha como la que se augura de la derecha, deben permanecer de votos cruzados. La cuesti¨®n es si ese formidable poder que atesora el 15-M ha de perderse por el desag¨¹e de la abstenci¨®n o ha de servir de muro de contenci¨®n al tsunami conservador que anegar¨¢ toda Espa?a. Con diez autonom¨ªas y las grandes capitales en sus manos, si adem¨¢s los populares conquistan el Gobierno central, su poder ser¨¢ tan abrumador que resultar¨¢ asfixiante. Para todos. Y posiblemente m¨¢s a¨²n para el esp¨ªritu del 15-M. Algunos indignados estadounidenses est¨¢n recomendando el voto a Obama para frenar a los ultras del Tea Party.
Siguiendo al presidente Bartlet, las decisiones las van a tomar quienes se presenten, y ganen, las elecciones. Una ecuaci¨®n que se resuelve con votos en las urnas.
?Se quedar¨¢n fuera los votos que llevan el aroma de la izquierda?
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