En la red de Alemania
?As¨ª que esto era todo? La cumbre para acabar con todas las cumbres. Idas y venidas a Bruselas, el puente a¨¦reo Par¨ªs-Berl¨ªn del eje prusiano franc¨¦s. El d¨ªa D de Europa. El aut¨¦ntico, el desembarco en las playas de Normand¨ªa, fue el principio del fin de la Alemania nazi. A las cuatro de la madrugada del jueves, los agotados pol¨ªticos liliputienses que integran el Consejo Europeo aceptaron entrar en la red tendida minuciosamente por Merkel, la f¨ªsica que dicen que no sabe de finanzas. Acordaron un plan de ruta, hecho de retazos, sin los detalles de la letra peque?a, para conjurar la amenaza sist¨¦mica que pende sobre Europa. Horas antes, la canciller se hab¨ªa blindado pol¨ªticamente en el Bundestag, tras advertir a los diputados que "otros 50 a?os de prosperidad en Europa no est¨¢n asegurados". Con el frente dom¨¦stico garantizado, panzer Merkel fuerza a los bancos europeos a aceptar una quita del 50% de la deuda que tienen comprometida con Grecia. La canciller, tras neutralizar al presidente franc¨¦s, daba el s¨ª preceptivo de Alemania al reforzamiento del fondo de rescate, pero sin poner m¨¢s dinero, mediante un apalancamiento de los fondos ya existentes para asegurar cobertura por un bill¨®n de euros. Te¨®ricamente suficiente para crear un cortafuegos que evite el descenso a los infiernos de Italia y/o Espa?a. Ha vetado cualquier relaci¨®n del Banco Central Europeo como financiador del Fondo de Estabilidad, como propiciaba Francia. Por ¨²ltimo, se fuerza una recapitalizaci¨®n de bancos europeos que castiga arbitrariamente a los espa?oles. La cumbre ha dejado tambi¨¦n la imagen de la soledad de Espa?a en la UE, reflejo de la ca¨ªda internacional de la marca pa¨ªs. Zapatero, de tumbo en tumbo, de retirar a Espa?a de Irak a ofrecer irreflexivamente, en su ocaso, Rota para el escudo antimisiles de EE UU. Ausencia de cosmovisi¨®n. Dice el dise?ador Alberto Coraz¨®n: "En este momento, como pa¨ªs, no existimos salvo por la cocina y el deporte".
Estamos forzados a escoger entre una Europa alemana o una Europa de dos velocidades
La imagen del directorio europeo, Merkel vestida de cuero motero a los mandos de una BMW, con Sarkozy en el sidecar, dibujada en The Economist, ya no es tal. Francia no sabe si juega en Europa como el m¨¢s fuerte de los d¨¦biles o el m¨¢s d¨¦bil de los fuertes. Ya no es una combinaci¨®n en la que Francia esconde su debilidad tras Alemania, al tiempo que Berl¨ªn oculta su fortaleza viajando con Francia. Alemania ya no lo necesita. Es quien tiene el dinero y el ¨²nico plan que hay sobre la mesa en Bruselas. Francia teme por sus bancos y la estabilidad de su econom¨ªa; Sarkozy coment¨® el domingo a sus colaboradores en Bruselas: "Si nos quitan la triple A estoy muerto". Piensa en su dif¨ªcil reelecci¨®n y sabe que carece del resto que habr¨ªa que poner en la mesa para salvar a pa¨ªses m¨¢s grandes que Grecia. A Sarkozy le toc¨® el d¨ªa despu¨¦s de la cumbre llamar al presidente Hu Jintao para pedirle que China nos compre deuda soberana y llene la hucha europea.
Merkel, con su a veces irritante determinaci¨®n de austera hija de pastor protestante de la Alemania comunista, se sale con la suya e impone su ritmo desacelerando la crisis, sin sucumbir al p¨¢nico, como apunta Der Spiegel. Desdramatiza y alarga los tiempos convencida de que quien resiste gana. Quiz¨¢s tenga raz¨®n el ex presidente franc¨¦s Val¨¨ry Giscard cuando dice: "Todo el mundo ha entrado en p¨¢nico, pero tenemos un PIB tres veces mayor que el de China. Y nos comportamos como si no fu¨¦ramos nadie". Habr¨¢ m¨¢s cumbres cr¨ªticas. La Europa de gesti¨®n ca¨®tica y procesos interminables ha dado un paso adelante. Nada para echar cohetes, aunque Francia hable de "acuerdo crucial para salvar el euro". El crecimiento y el empleo est¨¢n ausentes del comunicado de Bruselas. Prima la fe del carbonero en el ajuste fiscal hasta el ahogamiento del enfermo. De momento estamos forzados a escoger entre una Europa alemana, o una Europa de dos velocidades, fragmentada entre norte y sur. Sin Alemania nada funciona, contra Alemania, tampoco. Escuchemos, sin embargo, a un gran alem¨¢n, tambi¨¦n canciller, ferviente europe¨ªsta. Helmut Schmidt, quien desde la sabidur¨ªa de sus 91 a?os, nos pide que miremos m¨¢s lejos. "Los europeos estamos encogi¨¦ndonos y envejeciendo; durante 200 a?os fuimos el 20% de la poblaci¨®n mundial, ahora solo somos el 9% (...) Hay algunos que todav¨ªa creen que su actual ventaja y prestigio nacionales son m¨¢s importantes que la continua integraci¨®n europea. Act¨²an contra el inter¨¦s estrat¨¦gico fundamental de su propio pa¨ªs de no ser marginalizado en la arena global".
fgbasterra@gmail.com
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