Molesto, luego existo
?Qui¨¦n ha elegido a los se?ores de las agencias de notaci¨®n de riesgos para que jueguen al pimp¨®n o al parch¨ªs con la vida del noventa y tantos por ciento de la humanidad? Esta situaci¨®n es insostenible
Estaba apaciblemente sentado en la terraza del caf¨¦ en el que suelo concluir mis jornadas de trabajo, lectura y sesteo con el grupo de amigos marrakch¨ªs que frecuento cuando se aproxim¨® a mi mesa un joven de aspecto agradable vestido a la moda del d¨ªa: camiseta de marca, bermudas con cintillas, gorra de visera puesta al rev¨¦s. Me dijo que era colombiano, pero viv¨ªa en Madrid. Pregunt¨® si pod¨ªa dedicarle unos minutos y asent¨ª a su propuesta.
"Sabe usted que molesta" me dijo de entrada, tras tomar asiento entre mis compa?eros.
"?Molesto? ?A qui¨¦n? ?Se refiere a los cat¨®licos de la FAES por mis art¨ªculos sat¨ªricos sobre la vista del Papa?"
"No solo a ellos, a much¨ªsimos m¨¢s. Sobre todo en el gremio".
No soy un bien nacional y estoy en contra de todos los nacionalismos sean del color que sean
A mi edad la ¨²nica arma defensiva de que dispongo es el humor. Cuanto m¨¢s corrosivo, mejor
"?Qu¨¦ gremio?".
"El de sus compa?eros de pluma, periodistas, asiduos de tertulias".
"Lo lamento".
"Dicen que es usted... Bueno, raro".
"?En qu¨¦ sentido de la palabra queer?".
"No s¨¦, quiz¨¢ en el de los dos. Me contaron que es engre¨ªdo, esquinado, que no mantiene trato con sus colegas de oficio".
"Viviendo donde vivo ser¨ªa dif¨ªcil. No paso por Madrid m¨¢s de dos o tres d¨ªas al a?o".
"Tambi¨¦n le reprochan no interesarse por los dem¨¢s. Ser cicatero con ellos".
"Por esos pagos resulta imposible estar al tanto de la vida literaria y de las novedades del mundo editorial. ?Mil libros al a?o!".
"Le entiendo, pero insisten en que solo se ocupa de un pu?ado de escritores y desde?a a los dem¨¢s".
"No desprecio a nadie. El tiempo de que dispongo a mi edad es breve y dejo de leer lo que al cabo de unas p¨¢ginas (de unos versos en el campo de la poes¨ªa) no me interesa. Con la experiencia y los a?os he pasado de lector a relector".
"He o¨ªdo decir tambi¨¦n que chismorrea de sus compa?eros de pluma".
"?C¨®mo podr¨ªa hacerlo si no s¨¦ lo que es Internet y los amigos que usted ve no hablan espa?ol y no tienen la menor idea de quienes son? Eso ser¨ªa tan absurdo como prohibir lo que no existe".
"De acuerdo. Pero ?puedo preguntarle su opini¨®n personal sobre...".
"No soy un opini¨®mano. Hablo de los autores a quienes he le¨ªdo y no de los que desconozco. La cr¨ªtica de lo no le¨ªdo o le¨ªdo a vuelo de p¨¢gina se lo dejo a los tertulianos y rese?adores de oficio".
"Tambi¨¦n le reprochan su burla de los premios, pese a que ha recibido algunos".
"Ser¨¢ porque dije una vez que si me conceden un premio dudo de m¨ª mismo y si me declaran persona non grata s¨¦ que tengo raz¨®n".
"Pues yo le o¨ª en la tele calificar de desgracia el Premio Nacional de las Letras Espa?olas que le otorgaron".
"Mire, la palabra nacional me repele. No soy un bien nacional y estoy en contra de todos los nacionalismos sean del color que sean. Tan solo rechac¨¦ un premio muy bien dotado econ¨®micamente por razones personales".
"?Puedo preguntarle cu¨¢l?".
"El de la Fundaci¨®n Gadafi hace un par de a?os, aunque me lo ofrec¨ªan envuelto en flores y celof¨¢n".
"Dicen que el dinero no tiene olor".
"Para unos s¨ª y para otros no".
"?Es un juicio moral?".
"No juzgo a nadie. Es cuesti¨®n de olfato".
"?Es cierto que su relaci¨®n con los fot¨®grafos es p¨¦sima?".
"Con algunos de ellos, s¨ª. No me gusta que me digan c¨®mo debo posar. Con una mano en la mejilla como si tuviera dolor de muelas o sentado en un sill¨®n de orejas ante una buena biblioteca como para mostrar la amplitud de mis lecturas. Pero soy un escritor, no un actor de cine".
"Un amigo me refiri¨® que...".
"Mire, le contar¨¦ una an¨¦cdota. Cuando viv¨ªa en Par¨ªs recib¨ª la visita de un joven rubio y esbelto como uno de esos ¨¢ngeles o arc¨¢ngeles pintados en el Renacimiento. Me dijo que conoc¨ªa mi relaci¨®n de amistad con Genet y me ofreci¨® las fotos que le sac¨® en un jard¨ªn p¨²blico de Rabat pocos d¨ªas antes de su fallecimiento. El gesto me conmovi¨® y le invit¨¦ a tomar un caf¨¦. Me habl¨® entonces de su admiraci¨®n por Roland Barthes y dej¨® caer de pasada que le hab¨ªa fotografiado tambi¨¦n la v¨ªspera de la fecha en la que le atropell¨® un autob¨²s. Una lucecita roja se encendi¨® en mi cerebro y cuando agreg¨® -me agradar¨ªa retratarle a usted-, la respuesta inmediatamente fue un no rotundo".
"No se preocupe usted. No voy a sacarle ninguna foto".
"Se lo agradezco".
"Quisiera preguntarle en cambio qu¨¦ libros ha le¨ªdo o rele¨ªdo este verano. Simple curiosidad".
"Un buen paquete. Franceses, rusos, Thomas Pynchon, un estudio sobre la ruta del Arcipreste de Hita de la Sierra Morena a Castilla, antolog¨ªas de nuestra poes¨ªa de la ¨¦poca en la que esta brillaba por su ausencia, la Muqqadima o Introducci¨®n a la Historia Universal de Ibn Jald¨²n...".
"A lo que iba. La gente le reprocha su inter¨¦s por el mundo ¨¢rabe. Es una anomal¨ªa".
"En el universo informatizado de hoy hacen falta algunas anomal¨ªas. Yo creo que hab¨ªa que darle la vuelta a su frase y analizar las razones de nuestra lamentable falta de inter¨¦s por ¨¦l, un buen ejemplo de la discontinuidad cultural que todav¨ªa nos afecta. Mire a Borges. Ley¨® el Cor¨¢n con mucha m¨¢s aplicaci¨®n que yo y es el mejor lector moderno de Las mil y una noches, del Libro de los Libros".
"Pero ¨¦l no se meti¨® en l¨ªos como usted: las revoluciones de T¨²nez, Egipto, Libia, Siria... ?No le asustan estos conflictos?".
"La vida es movimiento perpetuo y lo que no cambia se anquilosa y perece".
"?Se refiere usted a este pa¨ªs?".
"Hablo del Casino Global en el que vivimos. Del sometimiento de los partidos pol¨ªticos y Gobiernos, cualquiera que sea su programa, a las leyes y caprichos del dios Mercado. ?Qui¨¦n ha elegido a los se?ores de las agencias de notaci¨®n de riesgos para que jueguen al pimp¨®n o al parch¨ªs con la vida del noventa y tantos por ciento de la humanidad? Esta situaci¨®n es insostenible y, por consiguiente, tarde o temprano se vendr¨¢ abajo".
"?Se expresa usted como los indignados de la Puerta del Sol!".
"Comparto sus sentimientos aunque soy poco mitinero. A mi edad la ¨²nica arma defensiva de que dispongo es el humor. Cuanto m¨¢s corrosivo mejor. Si me permite autocitarme le repetir¨¦ la pregunta que formul¨¦ hace unas semanas en estas mismas p¨¢ginas. "?Qui¨¦n descubrir¨¢ el f¨¢rmaco que calme el nerviosismo y ataques de histeria de los mercados?". Habr¨ªa que darle todos los N¨®beles habidos y por haber".
"Bueno, gracias por su paciencia. No quiero molestar a mi vez a quien tanto molesta".
El muchacho sonr¨ªe, se incorpora del asiento y me tiende la mano. Con cierta resignaci¨®n, le digo muy bajito:
"?Molesto? Luego, existo".
Juan Goytisolo es escritor.
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