Un trozo de Palestina
El viej¨ªsimo conflicto de Oriente Pr¨®ximo tiende a activar en el observador mecanismos similares a los descritos por Arthur Schopenhauer, el fil¨®sofo del ultraidealismo pesimista. Con una diferencia: se recurre a una representaci¨®n mental de la realidad (es decir, hecha de prejuicios) no porque sea inaprensible por los sentidos, sino porque su complejidad resulta disuasoria. Solo la simplificaci¨®n permite tomar decisiones. Y a veces se toma alguna, con la esperanza de que modifique la realidad y la haga m¨¢s sencilla, m¨¢s abordable.
Es el caso de la votaci¨®n en la Unesco. Los pa¨ªses miembros de la filial cultural y educativa de la ONU han votado de forma abrumadora a favor de la inclusi¨®n de Palestina. De lo que se extrae una conclusi¨®n obvia: una gran mayor¨ªa en el mundo rechaza la ocupaci¨®n de los territorios palestinos por parte de Israel y quiere hacer algo al respecto. Eso no es una sorpresa.
Para hacer algo como integrar al nuevo socio en la Unesco hay que recurrir, sin embargo, a un juego de palabras. Cuando se dice "Palestina" se est¨¢ diciendo "Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina", porque la ONU ha establecido en varias resoluciones que considera a la OLP, una coalici¨®n de partidos, como representante del pueblo palestino. Lo cual deja a Ham¨¢s fuera de la ecuaci¨®n. Ham¨¢s constituye una presencia inc¨®moda para la diplomacia internacional porque propugna la violencia y no reconoce la legitimidad de Israel. Pero Ham¨¢s gan¨® las ¨²nicas elecciones palestinas celebradas hasta el momento, las de 2006, y a d¨ªa de hoy sigue gobernando Gaza. Ham¨¢s existe fuera de la OLP, es decir, de la Palestina admitida en la Unesco; una Palestina que, a efectos pr¨¢cticos, se limita a Cisjordania y no incluye Gaza.
Ese problema se resolver¨ªa si existiera una organizaci¨®n palestina realmente representativa. Y de ah¨ª otro juego de palabras, otro ejercicio de la voluntad frente a la realidad: la "reconciliaci¨®n" entre la OLP y Ham¨¢s se anunci¨® hace ya medio a?o. Con los resultados conocidos: ninguno. La OLP y Ham¨¢s no han sido capaces ni de formar un organismo t¨¦cnico, m¨¢s o menos neutro, destinado a superar la guerra civil posterior a las pasadas elecciones y convocar una nueva votaci¨®n (que, a juzgar por los precedentes, solo ser¨ªa v¨¢lida para los organismos internacionales si diera la victoria a la OLP).
Mientras el mundo fabrica su representaci¨®n simplista de la realidad, Israel fomenta la complejidad disuasoria. Premia con una negociaci¨®n a quien no quiere negociar (Ham¨¢s y el intercambio de presos palestinos por el soldado Gilad Shalit) y maltrata a la OLP, que lleva a?os trabajando por la seguridad de los israel¨ªes: en materia antiterrorista, Benjam¨ªn Netanyahu tiene pocos aliados tan ¨²tiles como las precarias autoridades de Cisjordania.
Nadie cuenta con que el Consejo de Seguridad de la ONU, el ¨²nico organismo que puede reconocer la existencia de un nuevo Estado, d¨¦ el s¨ª a Palestina. En ¨²ltimo extremo, Estados Unidos est¨¢ ah¨ª para impedirlo. El ingreso en la Unesco de una Palestina que representa a un pedazo de Palestina (seg¨²n las resoluciones de la ONU) puede ser calificado de victoria moral: as¨ª suelen denominarse las victorias que no lo son.
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