Evasi¨®n con Mir¨®
Una ruta tur¨ªstica por los lugares que relatan la vida del artista en Barcelona
Hay quien se aventura a pensar que la fijaci¨®n por las estrellas de Joan Mir¨® se remonta a su primera infancia, cuando desde la cuna ve¨ªa techos pintados con elementos modernistas, incluidos aquellos cuerpos celestes. Entonces su familia viv¨ªa en el edificio del pasaje del Cr¨¦dit, 4, actualmente integrado en el hotel Rialto (Ferran, 40). Quien quiera dormir bajo los mismos dibujos puede hacerlo en la suite -o habitaci¨®n 330-, que mantiene los techos de la ¨¦poca (los muebles de inspiraci¨®n modernista forman parte de la recreaci¨®n). El artista vivi¨® aqu¨ª primero con sus padres y luego con su esposa, Pilar, y su hija, Dolores. Su taller ocupaba el ¨¢tico. Dej¨® la casa en 1949 y la vendi¨® en 1955 para trasladarse a Palma de Mallorca.
La casa natal forma parte de un itinerario tur¨ªstico creado por la Fundaci¨®n Mir¨® para acompa?ar la exposici¨®n Joan Mir¨®. La escalera de la evasi¨®n (hasta el 13 de marzo de 2012) y recorre la ciudad siguiendo las huellas del artista, desde su nacimiento en 1893 hasta su muerte en 1983. Un recorrido hecho de recuerdos, an¨¦cdotas y relatos biogr¨¢ficos. Hombre esquivo y discreto, amaba las obras rom¨¢nicas del Museo Nacional de Arte de Catalu?a y la arquitectura de Gaud¨ª.
Su relaci¨®n con Barcelona no estuvo, sin embargo, libre de sobresaltos. En mayo de 1920, decepcionado por el escaso inter¨¦s que su obra despertaba en Catalu?a, se desahogaba con el pintor Enric Ricart: "Prefiero ser un fracasado en Par¨ªs que sobrevivir a las aguas malolientes de Barcelona. Definitivamente, nunca m¨¢s Barcelona". A pesar de estas palabras, la ciudad fue el lugar donde m¨¢s tiempo pas¨® y a la que siempre volvi¨®, incluso para el ¨²ltimo descanso. Quer¨ªa que le sepultaran directamente en la tierra para que le salieran "flores de la panza", aunque reposa en el pante¨®n familiar del cementerio monumental de Montju?c.
Muy cerca de all¨ª, en un edificio proyectado por su amigo el arquitecto Josep Llu¨ªs Sert, se encuentra la fundaci¨®n que lleva su nombre y que inaugur¨® dos veces: en 1975 y un a?o despu¨¦s, tras la muerte de Franco.
El patio de juegos
Pero volvamos al inicio. Siguiente parada: la escuela primaria de Mir¨®. Ya no existe como tal, pero queda el edificio con un hermoso portal g¨®tico (Regomir, 13), que da acceso al patio donde jugaba el artista. "No era buen alumno, le gustaba la geograf¨ªa, pero era un desastre en ciencias", explica Llu¨ªs Permanyer en La vida de una pasi¨®n. M¨¢s tarde, su padre le oblig¨® a estudiar comercio, pero por las noches Mir¨® frecuentaba la Escuela de Bellas Artes Llotja (plaza de Ver¨®nica, 2), donde conoci¨® a Joan Prats (galer¨ªa en Rambla de Catalu?a, 54), su amigo, marchante y coleccionista durante toda la vida, y a Modest Urgell, a quien debe, seg¨²n su propia afirmaci¨®n, tres de sus formas caracter¨ªsticas: el c¨ªrculo rojo, la luna y la estrella.
Whisky, Grand Marnier y Dubonnet. La Cocteler¨ªa Boadas (Tallers, 1) ide¨® con estos ingredientes en 1978 el C¨®ctel Mir¨® para celebrar la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad al artista. Fundada en 1933 por un catal¨¢n nacido en Cuba, el bar ha sido punto de encuentro de artistas e intelectuales. En una carta colgada en la pared Mir¨® recuerda que ah¨ª tomaba "unas bebidas muy ricas y llenas de invenci¨®n". A unas manzanas espera la Escuela de Arte Massana, en el antiguo hospital de la Santa Creu (Hospital, 56), que en 1968 acogi¨® la primera retrospectiva de Mir¨® en su ciudad. "Se estaba preparando cuando un amigo le avis¨® de que en la inauguraci¨®n estar¨ªa Manuel Fraga, ministro de Turismo de Franco. 'Pilar, p¨¢same el term¨®metro', dijo Mir¨® sin colgar, y al cabo de unos minutos: 'Lo siento, tengo unas d¨¦cimas y a mi edad no puedo arriesgarme'. No fue. No iba a legitimar el r¨¦gimen que hab¨ªa rechazado toda su vida", explica S¨®nia Crespo, gu¨ªa especializada.
Como r¨¦plica a aquella muestra se organiz¨® a principios de 1969 Mir¨® otro en el Colegio de Arquitectos (plaza Nova, 5). En este caso, el artista no solo acudi¨® a la inauguraci¨®n, sino que realiz¨® una acci¨®n pict¨®rica sobre las ventanas. Unos pasos m¨¢s all¨¢ se encuentra el hotel Col¨®n (avenida de la Catedral, 7), donde Mir¨® se alojaba a partir de 1956 cuando visitaba la ciudad. "Si ven¨ªa solo, se quedaba en la 406, pero si le acompa?aba la familia o el arquitecto Sert, prefer¨ªa la 411, que comparte vest¨ªbulo con la 414", relata Tony ?lvarez, empleado desde entonces. "Mir¨® no era descort¨¦s, pero tampoco era asequible. A pesar del aspecto y de su baja estatura, infund¨ªa respeto", recuerda ?lvarez.
?ltimas pinceladas
Faltan coordenadas del mapa Mir¨®. Por ejemplo: la galer¨ªa de Joan Gaspar (plaza de Letamendi, 1), que contribuy¨® a que el pintor se reconciliara con su ciudad a trav¨¦s de numerosas muestras. O el bar y restaurante Els Quatre Gats (Monsi¨®, 3), donde conoci¨® a Gaud¨ª. O Galer¨ªas Dalmau (Puertaferrisa, 18), donde se celebr¨® su primera exposici¨®n, de impacto m¨¢s que negativo. Amaba el Liceu, donde trabaj¨® en diversas ocasiones, y Los Tarantos (plaza Real, 17), su tablao de flamenco preferido. Y tres de sus obras p¨²blicas ser¨¢n especialmente visibles para el viajero: el mosaico Pla de l'Os, en la Rambla; el mural de la terminal B del aeropuerto, y la escultura Mujer y p¨¢jaro, al lado de la plaza de Espa?a.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Barcelona Guide Bureau (www.barcelonaguidebureau.com; 932 68 24 22) organiza itinerarios por la Barcelona de Mir¨®. El paseo empieza y termina en la plaza de Catalu?a, y dura entre 90 y 120 minutos.
? Fundaci¨®n Joan Mir¨® (www.fundaciomiro-bcn.org; 934 43 94 70). Parc de Montju?c, s/n. La escalera de la evasi¨®n, hasta el 18 de marzo de 2012. Descargando la aplicaci¨®n gratuita para iPhone es posible localizar unos 30 lugares de Barcelona vinculados a Mir¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.