Campa?a fantasma
Anteayer se abri¨® la campa?a oficial para el 20-N, un periodo que ofrece escasas diferencias -la propaganda a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n- respecto a las otras semanas posteriores a la convocatoria. A veces la madrugadora exigencia de comicios anticipados planteada por la oposici¨®n -as¨ª ha ocurrido esta legislatura- otorga car¨¢cter de provisionalidad electoral a todo el cuatrienio. Los sondeos para el 20-N pronostican una abrumadora victoria del PP; los aires del 82 que hincharon en su d¨ªa el velamen socialista parecen soplar esta vez con fuerza parecida a favor de los populares.
Pocos d¨ªas tiene el candidato del PSOE para modificar esas tendencias. Los bien construidos argumentos de Rubalcaba respecto a la manera de dome?ar la pavorosa crisis de car¨¢cter mundial, europeo y espa?ol o las viejas recetas de la abuela defendidas por Rajoy -el buen pa?o en el arca se vende- para regresar a los buenos viejos tiempos no parecen haber modificado a¨²n las preferencias elegidas. En cualquier caso, las imprevisibles variables de la coyuntura internacional -baste con recordar la iniciativa de Papandreu- pueden alterar los perfiles de esta campa?a fantasma.
Las imprevisibles variables de la coyuntura internacional pueden alterar los perfiles de esta campa?a
Para colmo, el curso de los acontecimientos ha cogido con el paso cambiado a los dos principales competidores. Tanto PSOE como PP creyeron en alg¨²n momento que marzo de 2012 (una fecha adelantada luego al 20-N) coincidir¨ªa necesariamente -como el ritmo de las mareas- con la salida de la crisis, tal y como sucedi¨® a favor de los populares en 1996. Pero la teor¨ªa econ¨®mica, cuya capacidad de predicci¨®n est¨¢ retrocediendo desde el modelo newtoniano hasta la astrolog¨ªa medieval, se equivoc¨® no s¨®lo al declarar -primero- extinguidos los movimientos c¨ªclicos para siempre, sino tambi¨¦n al calcular -despu¨¦s- la duraci¨®n de su m¨¢s reciente manifestaci¨®n.
Rajoy no necesit¨® en el verano de 2008 que nadie le recordase el lema ideado por James Carville, estratega de la campa?a presidencial de Bill Clinton de 1992, para orientar cort¨¦smente a su equipo: "It's the economy, stupid!". Tampoco dud¨® a la hora de dejar solo en mayo de 2010 al naufragado Zapatero, necesitado de los votos del PP para asegurar la aprobaci¨®n del decreto ley que prescind¨ªa del optimismo antropol¨®gico presidencial como creador de puestos de trabajo. Pero los casi cinco millones de parados de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa del tercer trimestre de 2011 en Espa?a y la zozobra causada por la situaci¨®n de Grecia seguramente habr¨¢n hecho caer al candidato del PP en la cuenta -como intuy¨® al apoyar en agosto la reforma del art¨ªculo 135 de la Constituci¨®n- de que los mismos ¨¢ngeles flam¨ªgeros capitaneados por James Carville que le han elevado a los cielos en v¨ªsperas del 20-N pueden precipitarle a los infiernos nada m¨¢s pisar las alfombras del palacio de la Moncloa. ?Le har¨¢ tragar entonces Rubalcaba, como l¨ªder de la oposici¨®n, su propia medicina?
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