El ¨²ltimo cartucho, nada m¨¢s empezar
Rubalcaba, forzado a arriesgar en el debate de hoy: solo tiene un disparo y al principio de la campa?a - A Rajoy le basta con ofrecer su lado amable
Los tiempos en pol¨ªtica lo son casi todo. 2004 demostr¨® que el momento an¨ªmico en que se celebran unas elecciones puede alterar por completo el resultado. Por eso ning¨²n candidato con todo en contra, como Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, habr¨ªa aceptado en condiciones normales hacer un solo debate con su rival nada m¨¢s empezar la campa?a. Porque incluso en el caso de que obtuviera una victoria arrolladora, algo pr¨¢cticamente imposible contra alguien tan experimentado y rocoso como Mariano Rajoy, su efecto se diluir¨ªa en las jornadas que quedan hasta las elecciones. 13 d¨ªas en pol¨ªtica son una eternidad.
Pero no se negoci¨® en condiciones normales, aseguran en el PSOE. Hab¨ªa que elegir: un debate al principio de la campa?a o nada. El PP ten¨ªa la sart¨¦n por el mango, explican, y gan¨®.
Pese a llevar 30 a?os en primera fila, no han debatido nunca, ni en las Cortes
El candidato del PSOE tratar¨¢ de ir al futuro del Estado de bienestar
Ser¨¢ solo un encuentro, as¨ª que Rubalcaba est¨¢ obligado a arriesgarlo todo. Un ¨²ltimo cartucho nada m¨¢s empezar la campa?a. En El Ala Oeste de la Casa Blanca, una serie de culto que la mayor¨ªa de los pol¨ªticos espa?oles ha visto, hay un cap¨ªtulo entero en la s¨¦ptima temporada dedicado a un debate electoral. El candidato republicano decide saltarse las reglas pactadas y forzar a su rival -en directo no puede negarse- a un debate abierto, sin tiempos, cuerpo a cuerpo. No es previsible que Rubalcaba llegue a tanto. Todo est¨¢ pactado y tasado. Pero los suyos s¨ª admiten que es el momento m¨¢s importante de la campa?a del PSOE, por lo que el candidato, un experto en estrategias, prepara alg¨²n giro inesperado. Las expectativas son claves en un encuentro as¨ª, y el PSOE no ha querido generar muchas. En el PP recuerdan que en 2008 los debates solo movieron un 1,5% de los votos.
Rajoy se ha encerrado a preparar el encuentro porque no quiere sorpresas, pero esta vez parece m¨¢s tranquilo. Dicen los suyos que tendr¨ªa m¨¢s dificultades con otro tipo de pol¨ªtico enfrente, una mujer, alguien m¨¢s joven que ¨¦l, pero no con Rubalcaba.
El l¨ªder del PP no necesita jugar al ataque. Cree que basta con sacar su lado amable. Juega de favorito. Puede dedicarse a esperar a que su rival cometa errores, que es su especialidad, su manera de ganar las batallas, sin darlas. Rajoy tiene dos bazas claves con las que puede contar: los casi cinco millones de parados y la p¨¦sima valoraci¨®n del Gobierno. Cada vez que Rubalcaba intente vender proyectos de futuro, Rajoy podr¨¢ recordarle que ¨¦l era vicepresidente hasta julio. A cada propuesta, podr¨¢ soltarle la frase que Javier Arenas repite: "Alfredo, ?por qu¨¦ no lo dijiste antes?".
Rubalcaba apelar¨¢ al giro que parece estar dando la opini¨®n p¨²blica mundial: solo con recortes no se sale de la crisis. Pero Rajoy no querr¨¢ hablar del G-20, sino de la situaci¨®n espa?ola, y esa losa es pesad¨ªsima para el PSOE. Por eso, Rubalcaba tratar¨¢ de llevar el debate al futuro del Estado de bienestar. El CIS dec¨ªa que es el ¨²nico asunto en el que los socialistas salen mejor parados que el PP.
Ambos se conocen mucho, y tienen muy claras las debilidades y fortalezas del rival. Aunque, por incre¨ªble que parezca, y pese a que llevan 30 a?os en primera fila y con ocupaciones similares, nunca han debatido. No ya en televisi¨®n. Tampoco en el Congreso. Ni siquiera en una comisi¨®n. Una prueba m¨¢s del d¨¦ficit de debates que hay en Espa?a.
Rajoy no es teleg¨¦nico, y no quiere intentar mejorar -en 2008 rechaz¨® los ensayos en plat¨® tan habituales en otros pa¨ªses, y que Aznar s¨ª hizo en 1993 con buen resultado-. De hecho, el famoso error de la ni?a en 2008, tan recordado, se produjo porque no hab¨ªa ensayado esa parte. Se hab¨ªa analizado la idea, y parec¨ªa buena, pero no la forma. Y la forma en televisi¨®n lo es todo. Rubalcaba est¨¢ m¨¢s c¨®modo en televisi¨®n -aunque tampoco cuida mucho su imagen-, pero peca en ocasiones de soberbia en los debates, y Rajoy lo sabe. Pero sobre todo, est¨¢ vinculado a dos marcas en horas bajas: el PSOE y el Gobierno de Zapatero.
Rajoy es un hombre conservador, tiene esa imagen. Rubalcaba tratar¨¢ de explotar esa veta en asuntos como el aborto o el matrimonio homosexual. Pero el PP huye de todo lo que no sea econom¨ªa. Por eso hubo tantos problemas para pactar los bloques.
El l¨ªder del PSOE necesita movilizar como sea al 30% de indecisos que detecta el CIS. Y de paso polarizar la campa?a para evitar las fugas a IU, UPyD o Equo. El PSOE apela siempre a un voto m¨¢s emocional, y el candidato necesita sacar al Rajoy m¨¢s conservador, al de la anterior legislatura, para animar a los abstencionistas. Claro que el l¨ªder del PP no le va a dejar. Y tiene mucha experiencia para esquivar balones.
En alg¨²n momento del debate, habr¨¢ dos l¨ªderes de la oposici¨®n sentados all¨ª. Uno, Rajoy, que se lanzar¨¢ contra la gesti¨®n de Zapatero y su exvicepresidente. Y otro, el candidato del PSOE, que tirar¨¢ contra los Gobiernos auton¨®micos del PP y sus recortes.
Es un terreno, el de los cruces de suma cero, en el que el PP se mueve bien. Rubalcaba tendr¨¢ que inventar algo para romper el ritmo pausado con el que Rajoy intentar¨¢ dejar que pase el tiempo. 100 minutos no son tantos para un especialista como ¨¦l.
Ser¨¢ as¨ª una lucha entre el ciclista de fondo Rajoy y el velocista Rubalcaba. Pero este ¨²ltimo, que entra al plat¨® 17 puntos por debajo en las encuestas, se juega mucho m¨¢s. Casi todo.
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