Mensaje a los banqueros
Entre las escaleras de la catedral de San Pablo en Londres y la reuni¨®n del G-20 en Cannes, tengo algo que decir a los banqueros: devuelvan una parte. Ll¨¢menlo expiaci¨®n, ll¨¢menlo actuar como es debido
Al decir "banqueros" me refiero a cualquiera que haya ganado un mont¨®n de dinero en el sector financiero durante el ¨²ltimo cuarto de siglo. Al decir "una parte", quiero decir una parte del dinero. Al decir "devuelvan" pretendo que lo devuelvan a las sociedades -en sus propios pa¨ªses y en otros- que sufren hoy como consecuencia de una crisis que naci¨® en esas instituciones financieras; unas sociedades que despu¨¦s tuvieron que rescatar a varias de esas instituciones, porque eran "demasiado grandes para dejar que se hundieran". Y al decir "devuelvan" digo tambi¨¦n que den ese dinero, que, ahora que se aproxima la Navidad, saquen el talonario o entren en sus cuentas bancarias por Internet, que busquen organizaciones ben¨¦ficas de las que verdaderamente ayudan a los pobres, los d¨¦biles, los enfermos, y les donen una peque?a proporci¨®n de sus ganancias. Ser¨¢ un peque?o paso para ustedes, y uno inmenso para los m¨¢s necesitados.
Estos banqueros de nuevo cu?o siguieron adelante, en bancos rescatados por nosotros
Necesitamos un capitalismo alternativo, con m¨¢s Escandinavia y menos casinos de pacotilla
Hay personas muy ricas que dan con gran generosidad, a veces sin buscar el reconocimiento p¨²blico. Me descubro ante ellos. Pero, en general, da la impresi¨®n -al menos en Reino Unido- de que la generosidad no es proporcional a la renta. Un estudio realizado por el Consejo Nacional de Organizaciones Voluntarias y la Fundaci¨®n de Ayuda a Organizaciones Ben¨¦ficas (CAF) indica que, mientras que los que ganan menos de 32.000 libras (37.000 euros) al a?o dan, por t¨¦rmino medio, m¨¢s del 1% de sus ingresos a obras ben¨¦ficas, los que ganan m¨¢s de 52.000 libras (60.000 euros) anuales dan un promedio del 0,8%. Los menos ricos donan m¨¢s proporci¨®n de sus rentas que los m¨¢s ricos.
El c¨¢lculo es complicado de hacer, sin duda, porque los ricos tienen gran parte de su fortuna en acciones y otras formas de capital o propiedades que son dif¨ªciles de medir. La "Lista de donantes" publicada por The Sunday Times, basada en su propia "Lista de los m¨¢s ricos", calcula que, en 2010, las donaciones de los 100 mayores fil¨¢ntropos brit¨¢nicos sumaron 2.490 millones de libras, casi la cuarta parte del total de donaciones individuales en ese mismo a?o (10.600 millones de libras).
Lo que no sabemos es cu¨¢nto dieron el resto de las aproximadamente 5.000 personas con activos personales de 20 millones de libras o m¨¢s, de cuyos impuestos se encarga una "unidad especial de altos ingresos" en el Ministerio de Hacienda brit¨¢nico. Pero es evidente que muchos de ellos podr¨ªan donar mucho m¨¢s sin que su estilo de vida resultara perjudicado.
John Low, consejero delegado de CAF, pidi¨® esta semana que todo el mundo d¨¦ al menos el 1,5% de sus ingresos cada a?o a organizaciones ben¨¦ficas, "y que el porcentaje aumente en el caso de quienes poseen m¨¢s riqueza".
Una campa?a nacida en Oxford y llamada Giving what we can (Dar lo que podemos)
[www.givingwhatwecan.org] se ha fijado un objetivo todav¨ªa m¨¢s ambicioso. Nos invita a comprometernos a dar al menos el 10% de nuestros ingresos anuales. Con un utilitarismo estricto y riguroso, este grupo -dirigido por el fil¨®sofo de Oxford Toby Ord- sugiere que donemos a las organizaciones m¨¢s rentables, las que tienen un efecto medible en vidas salvadas y otros ¨ªndices. Ofrece una calculadora en Internet
[http://www.givingwhatwecan.org/resources/what-you-can-achieve.php] que se?ala que, por ejemplo, si uno da una d¨¦cima parte de unos ingresos anuales de 100.000 libras durante los pr¨®ximos 10 a?os, podr¨ªa salvar 368 vidas, o financiar 55.193 a?os de escolaridad para ni?os en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Si sus conciencias les empujan a centrarse en los necesitados de su propio entorno (desarrollado), los beneficios cuantitativos ser¨¢n inferiores, pero seguir¨¢n siendo muy importantes.
?Pero por qu¨¦ destaco a los banqueros? No son los ¨²nicos, por supuesto. El argumento ¨¦tico es aplicable a cualquier persona acomodada. En especial, a los directivos de las grandes empresas que reciben remuneraciones excesivas. Sin embargo, hay algo de particular en el caso de los banqueros, cuya conducta colectiva y cuyos errores de c¨¢lculo contribuyeron de manera fundamental a meternos en este l¨ªo.
Ten¨ªan m¨¢s facilidad de acceso a activos l¨ªquidos que la mayor¨ªa de los que trabajaban en otros sectores. Se quedaban con una proporci¨®n enorme de los beneficios, m¨¢s que en la mayor¨ªa de los dem¨¢s sectores. Esos beneficios se calculaban sobre el papel, de a?o en a?o, teniendo muy poco en cuenta el riesgo a largo plazo. Los tratos, los riesgos que impulsaban esos beneficios anuales, nac¨ªan, en gran parte, de saber que en cuesti¨®n de meses iban a traducirse en inmensas primas para sus bolsillos.
"Seamos sinceros", dijo el otro d¨ªa a la BBC John Nelson, el nuevo responsable del sector de seguros de Lloyd's de Londres, "uno de los principales motivos era la remuneraci¨®n".
Y cuando lleg¨® la crisis, se fueron tan tranquilos, sin nada m¨¢s grave que una reputaci¨®n colectiva ligeramente empa?ada. Qu¨¦ distinto de aquellos primeros socios con una responsabilidad individual infinita, en la vieja e imperturbable City de Londres en la que mi padre y mi abuelo desempe?aban honradamente su trabajo.
Pero estos banqueros de nuevo cu?o siguieron adelante, en bancos rescatados por nosotros, los contribuyentes. Estas Navidades volver¨¢n a sus casas -y pasar¨¢n al lado de los concentrados ante la catedral de San Pablo- con inmensas primas injustificadas. Y cuando digo injustificadas, quiero decir injustificadas. Nos dicen sin cesar que deben pagar esas enormes recompensas porque esos superhombres y supermujeres son muy pocos y escogidos y, de no hacerlo, nos los robar¨¢n desde Fr¨¢ncfort, Nueva York o Shangh¨¢i. Vaya memez. Hay un grupo peque?o y muy escogido de grandes violinistas, escritores, empresarios, tenistas. Que les recompensen todo lo que quieran. Roger Federer, J. K. Rowling, Steve Jobs, Yehudi Menuhin, valen cada mill¨®n que se les pague, a mi juicio. Pero, ?los banqueros?
En la universidad, hace unos 30 a?os, ten¨ªa varios amigos que se fueron a trabajar a la banca. No cabe duda de que eran muy inteligentes, motivados y trabajadores; ?pero de verdad eran excepcionales, ¨²nicos, irrepetibles? No. Lo ¨²nico excepcional fue la generosidad que esta profesi¨®n concreta, en este momento concreto, mostr¨® hacia ellos. A?os despu¨¦s, alguna vez, estaba con uno de ellos, los dos rodeados de folletos de agentes inmobiliarios sobre casas de campo multimillonarias, y ¨¦l me explicaba: "S¨ª, la verdad es que la city me ha tratado muy bien". ?Qu¨¦ magn¨ªfico eufemismo!
Quiero aclarar lo que no estoy diciendo. No estoy diciendo, como claman muchos manifestantes en San Pablo, que necesitamos una alternativa al capitalismo. Lo que necesitamos es un capitalismo alternativo, con m¨¢s Escandinavia y menos casinos de pacotilla. No estoy sinti¨¦ndome neovictoriano ni diciendo que la beneficencia individual puede solucionar los problemas fundamentales. Para resolverlos, necesitamos cambios estructurales: muros de protecci¨®n, o incluso una separaci¨®n total, entre bancos de atenci¨®n personal y bancos de inversiones (para que no pase nada si estos quiebran), acuerdos plurianuales de recuperaci¨®n de las primas que resulten injustificadas, impuestos sobre las transacciones financieras, etc¨¦tera.
Tampoco digo que esos banqueros fueran todos malos. Ante una tentaci¨®n organizada semejante, ?cu¨¢ntos de nosotros habr¨ªamos resistido?
Lo ¨²nico que digo es que aqu¨ª hay algo que un grupo hist¨®rico concreto de personas, que se enriquecieron muy deprisa -seg¨²n se ha visto despu¨¦s, a expensas de otros-, pueden hacer para ayudar. Ll¨¢menlo expiaci¨®n, si quieren. Ll¨¢menlo actuar como es debido. Ll¨¢menlo como quieran. Pero h¨¢ganlo.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.