Perversidad
Mi lado perverso est¨¢ deseando ver a Rajoy en La Moncloa. Cuando promete extremar la austeridad para crear empleo y paralizar las inversiones p¨²blicas para generar riqueza, me lo imagino sentado en su despacho, con un l¨¢piz en la mano, ense?ando la punta de la lengua mientras se concentra en la soluci¨®n de un sudoku monstruoso. Entonces, lo confieso, mi lado perverso piensa en Arenas gritando que su partido va a sacar a Espa?a del hoyo con el mismo programa que en 1996, y recuerdo 1996, y lo comparo con 2011, y al concluir que eso solo puede decirlo un cretino o un demagogo, y que Arenas no es un cretino, me digo que, al fin y al cabo, ellos se lo han buscado.
La campa?a electoral que acabamos de estrenar, aburre ya de puro vieja. Desde que el PP empez¨® a pedir el adelanto electoral, su discurso no se ha movido un mil¨ªmetro. La realidad, s¨ª. Este a?o, como ustedes recordar¨¢n, iba a traernos el final de la crisis, y el a?o pr¨®ximo, la recuperaci¨®n del crecimiento. Eso dec¨ªan los mismos expertos que ahora dicen que va a ser que no, y que en el mejor de los casos, este proceso se retrasar¨¢ dos a?os. Si hemos aprendido algo en los ¨²ltimos tiempos, es que un economista tiene m¨¢s peligro que un saco de bombas, pero as¨ª y todo, es notable, si no suicida, que un partido que aspira a gestionar una econom¨ªa en estado cr¨ªtico, mantenga unas promesas concebidas cuando el rescate de Grecia, sin ir m¨¢s lejos, iba a ser pan comido.
Hay que tener mucho cuidado con los lados perversos, porque pueden llegar a ser m¨¢s peligrosos que los economistas. Sin embargo, existe un punto en el que mi lado sano est¨¢ de acuerdo con su contrario. Para disfrutar a tope del poder que tan desesperadamente desea, Rajoy deber¨ªa gobernar en minor¨ªa, con el capote peque?o de los toreros valientes. Espa?a no se merece m¨¢s. Y ¨¦l tampoco se merece menos.
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