Crisis sin instrumentos financieros propios
Hubo unos a?os, no hace tantos, en que una peque?a parte de la clase pol¨ªtica y empresarial valenciana so?¨® con disponer de un sistema financiero aut¨®ctono -que rompiese con el tri¨¢ngulo formado por Madrid, Bilbao y Barcelona- capaz de potenciar una econom¨ªa abierta, de car¨¢cter exportador y con s¨®lidas ra¨ªces en la industria, el turismo y el sector agroalimentario.
En pocos meses, el estallido de la burbuja inmobiliaria ha dejado al descubierto los pedazos rotos de un sue?o que parece desvanecerse para siempre. La CAM est¨¢ intervenida por el Banco de Espa?a y a la espera de un postor que quiera asumir su red de oficinas. Bancaja ha sido subsumida por Caja Madrid en una nueva entidad denominada Bankia, en la que la representaci¨®n valenciana se ha visto capitidisminuida a medida que avanzaba la formalizaci¨®n del acuerdo.
Y ayer, el Banco de Valencia, la ¨²ltima entidad financiera aut¨®ctona -con permiso de Caixa Ontinyent y las entidades cooperativas de cr¨¦dito- se situ¨® al borde del abismo. Controlado por Bancaja, que tiene el 38% de las acciones, el Banco de Valencia vio como Bankia se desentend¨ªa de su futuro.
Las consecuencias de esta decisi¨®n no se hicieron esperar: la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores suspendi¨® temporalmente la cotizaci¨®n de las acciones del Banco de Valencia y la propia entidad admiti¨® que el Banco de Espa?a hab¨ªa echado la sonda en las cuentas de la entidad y todav¨ªa no hab¨ªa tocado fondo.
"El consejo de administraci¨®n del banco tiene la delegaci¨®n de su junta general de accionistas para poder aumentar el capital social del banco hasta un importe nominal de 60 millones de euros, cifra que pudiera no cubrir las necesidades de capital del Banco de Valencia", indic¨® en un comunicado el propio interventor general del Banco de Valencia.
?Por qu¨¦ lo que, a finales de la d¨¦cada de los noventa, parec¨ªa una posibilidad s¨®lida de crear un peque?o sistema financiero propio se ha ido al traste? Las razones, probablemente, son muchas, aunque dos son los argumentos que han pesado como una losa en el resultado final.
Por un lado, la tendencia de las entidades valencianas a convertirse en un ap¨¦ndice de la banca radicada en Madrid.
Ya en pleno franquismo, como ha escrito el catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada Vicent Soler, el n¨²cleo aut¨®ctono que dirig¨ªa el Banco de Valencia se hizo con el control del Banco Central -que tras las fusiones de los ochenta ser¨ªa Banco Central Hispano, primero, y finalmente BBVA- y prefiri¨® trasladar su centro de operaciones a Madrid. La decisi¨®n supuso, por una parte, renunciar al modelo utilizado por los industriales y financieros vascos en Bilbao y, por otra, condenar a una posici¨®n subsidiaria al Banco de Valencia.
Una historia de la que no han sacado ninguna conclusi¨®n los gestores financieros y pol¨ªticos que han dirigido en la ¨²ltima d¨¦cada Bancaja y CAM. Lo que se ha traducido en la renuncia de Bancaja a liderar cualquier proceso de fusi¨®n con entidades menores y en la predisposici¨®n de la CAM a buscar su futuro con cualquier entidad que no tuviese su sede en Valencia. Las consecuencias, que ahora afectan al Banco de Valencia, est¨¢n a la vista.
Por otro lado, la politizaci¨®n de las cajas de ahorro ha distorsionado la gesti¨®n de unas entidades que, solo en etapas muy concretas, ha estado marcada por una gesti¨®n profesional.
Pero si en esta materia ha habido un punto de inflexi¨®n fue a partir de 1995, con la victoria electoral del popular Eduardo Zaplana, que realiz¨® las modificaciones legislativas que permitieron a los partidos pol¨ªticos controlar los consejos de administraci¨®n de las cajas de ahorro.
Prueba de ello, es que Jos¨¦ Luis Olivas -que cubri¨® el puesto de jefe del Consell entre el nombramiento de Zaplana como ministro en 2002 y la elecci¨®n de Francisco Camps como presidente electo en 2003- pas¨® de presidir el Gobierno valenciano, sin soluci¨®n de continuidad, a liderar el consejo de administraci¨®n de la primera caja valenciana. Un acuerdo que cont¨® con el benepl¨¢cito de los socialistas.
En la CAM, aunque no faltaron pol¨ªticos que aspiraron a liderar la entidad alicantina, la f¨®rmula escogida por el Consell fue la de facilitar el paso a dirigentes empresariales estrechamente vinculados al Partido Popular.
El peso de los intereses pol¨ªticos y empresariales (particulares en m¨¢s de una ocasi¨®n) llev¨® a las cajas de ahorro a financiar grandes eventos, obras fara¨®nicas impulsadas por el Consell y, sobre todo, un urbanismo salvaje impulsado con br¨ªo desde la Generalitat. Ni el Instituto Valenciano de Finanzas, ni el Banco de Espa?a, los dos organismos responsables de fiscalizar la gesti¨®n de las entidades financieras valencianas, quisieron o pudieron detener la marcha de unas entidades que caminaban derechas hacia el barrizal.
Ahora queda por discernir qui¨¦n o qui¨¦nes asumen la responsabilidad de lo sucedido. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, se mostr¨® d¨ªas atr¨¢s escandalizado por la actuaci¨®n de los gestores de la CAM, pero en sus manos est¨¢ tambi¨¦n tomar decisiones coherentes con sus declaraciones. De hecho, el PP ha aceptado investigar en las Cortes lo sucedido en la CAM. Pero independientemente de ello, Fabra tendr¨¢ que repensar ahora c¨®mo afronta el hecho de haber perdido unos instrumentos financieros pr¨®ximos para recurrir a otros m¨¢s lejanos.
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