Una parroquia entera en el banquillo
El fiscal pide hasta 10 a?os de c¨¢rcel para algunos de los 33 imputados por el acoso, en 2001, a una familia que denunci¨® ilegalidades urban¨ªsticas en Nigr¨¢n
Solo tres de los 33 acusados por acosar a una vecina de Chandebrito, parroquia de Nigr¨¢n, han aceptado responder al fiscal y al abogado de la acusaci¨®n en el juicio oral que se desarrolla en Vigo, secci¨®n 5? de la Audiencia Provincial de Pontevedra. Otros dos imputados ya fallecieron desde que ocurrieron los hechos que se juzgan, en 2001, y en los que confluyen, adem¨¢s de faltas de amenazas y de da?os en algunos casos, delitos contra el orden p¨²blico, coacciones y atentado que el fiscal imputa a todos ellos y por los que pide penas para algunos que suman hasta 10 a?os de c¨¢rcel.
Los hechos se remontan a hace una d¨¦cada. La familia formada por Leandro Freire, su mujer, Josefa Gallego, y sus dos hijas, que a la saz¨®n ten¨ªan cinco y tres a?os de edad, ocuparon en Chandebrito, parroquia de los montes de Nigr¨¢n, colindante con Vigo, de unas 125 casas y 550 habitantes, la vivienda que hab¨ªan comprado y que cerraron con un muro en el linde con un camino de servidumbre. Los usuarios de este camino -la familia de Manuel Fern¨¢ndez Rial, O Conde-, emparentados con los anteriores propietarios de la casa y, seg¨²n Josefa Gallego, desairados por su venta, denunciaron al Ayuntamiento que la servidumbre deb¨ªa tener cuatro metros de ancho -la obra la hab¨ªa dejado con 3,25 metros- e impusieron la demolici¨®n parcial del muro y otra, por exceso de edificabilidad, en la vivienda rehabilitada.
Un centenar de vecinos lleg¨® a rodear de noche la casa de la familia
Gallego respondi¨® presentando en el ayuntamiento un fajo de fotograf¨ªas que ilustraban las ilegalidades de otras 22 casas de la parroquia. Al conocerse los afectados, en febrero de 2001, empezaron las hostilidades contra la familia, "al principio peque?as cosas, gamberradas", declar¨® la mujer en la vista oral. Pero los hostigamientos fueron haci¨¦ndose m¨¢s violentos con el paso de las semanas: pedradas que rompieron cristales, petardazos, c¨®cteles molotov que no llegaron a estallar, bolsas con pintura, con una presencia frecuente ante la casa de grupos de vecinos, de d¨ªa y de noche, que manten¨ªan a la familia en vilo. Tem¨ªan que en cualquier momento se produjera un asalto a la vivienda. "Mis hijas dorm¨ªan con un cuchillo bajo la almohada", declar¨® Gallego.
El punto culminante de ese acoso se produjo en la madrugada del 1 de julio de 2001. Leandro Freire sorprendi¨® a un joven, de nombre Berto, al que atribuyen el lanzamiento de alg¨²n petardo contra la casa. Berto lo niega. Ayer declar¨® que pasaba por all¨ª para ir con su hermano en moto a unas fiestas. Leandro y Josefa le forzaron a entrar en la casa para que les dijera qui¨¦n hab¨ªa roto los cristales y le hab¨ªa mandado tirar los petardos. "Yo dec¨ªa que no sab¨ªa, y cada vez me daban pu?etazos", explic¨® ayer. "Si antes [en las diligencias previas] dije que tir¨¦ los petardos por orden del Conde fue sin querer", a?adi¨®. El Conde, seg¨²n su propio relato, al oir sus gritos, por los pu?etazos que le daban, avis¨® por tel¨¦fono y en un momento se presentaron ante la casa un centenar de vecinos o m¨¢s. "La gente quer¨ªa entrar a por ellos", hab¨ªa declarado previamente otro de los acusados.
En ese clima de alteraci¨®n, la familia acosada tuvo que ser rescatada por la Guardia Civil, avisada por Leandro, y Berto, trasladado en ambulancia al hospital a Vigo. "La situaci¨®n se hizo imposible de controlar", relata el fiscal en su acusaci¨®n, "intensificando los acusados sus intentos de asaltar la casa, as¨ª como los insultos y amenazas, vi¨¦ndose obligados los dos agentes a pedir refuerzos". Llegaron cuatro guardias m¨¢s, "los cuales siguieron requiriendo a los acusados para que depusieran su actitud, haciendo estos caso omiso de dichas ¨®rdenes y menospreciando claramente su autoridad". Para sacar a la familia de su vivienda hicieron un pasillo hasta el coche oficial, y n ese momento arrecianron "las amenazas y agresiones, empujando los acusados a los agentes y golpe¨¢ndoles mientras custodiaban a la familia, sin causarles lesiones".
Los hostigamientos continuaron en d¨ªas sucesivos, con concentraciones, pancartas, pasquines y pintadas contra ellos y otra familia de la parroquia de Chandebrito, la ¨²nica que se solidariz¨® con su causa, seg¨²n declar¨® Gallego. Las imputaciones del fiscal llegan hasta el 18 de agosto de 2002, aunque "el infierno" que sufri¨® la familia acosada, dijo Gallego en la vista, dura hasta hoy. Y hoy continuar¨¢ la vista oral con la declaraci¨®n de los guardias civiles.
Otra querella pendiente
Est¨¢ pendiente, supeditada a los resultados del actual juicio, la tramitaci¨®n de una querella por prevaricaci¨®n presentada por Josefa Gallego contra dos exalcaldes, un exconcejal y seis t¨¦cnicos municipales de Nigr¨¢n, basada en que ninguno de los 53 expedientes de infracci¨®n urban¨ªstica abiertos en Chandebrito a instancias suyas alcanz¨® ning¨²n grado de ejecuci¨®n, contra lo que sucedi¨® con ella.
Fuentes vecinales consultadas en su momento por EL PA?S se?alaron la singular idiosincrasia de la parroquia, tradicionalmente abandonada por el Ayuntamiento, hasta el punto de que los vecinos han tenido que construir por su cuenta carreteras y viales, fuentes, lavaderos, redes de abastecimiento... Y tambi¨¦n organizar el urbanismo seg¨²n sus criterios. El resultado es que el 90% de las construcciones vulnera alguna norma, con la constante inhibici¨®n municipal.
A esa realidad, los acusados a?ad¨ªan ayer, en los pasillos y fuera del edificio de juzgados, el peculiar car¨¢cter pleistista de Josefa Gallego. "Vayan y pregunten a otras familias que tambi¨¦n llegaron de fuera y viven en la parroquia", emplazaban a los periodistas. "Con nadie hubo nunca ning¨²n problema, solo con esta mujer".
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