El Barrio Rojo y los escaparates cubanos
Sonr¨ªe p¨ªcaramente, habla con la prensa, mira hacia los escaparates donde las mujeres ofrecen sus favores en el conocido Barrio Rojo de ?msterdam. Mariela Castro viaja por Holanda y dedica unas frases a la prostituci¨®n en Cuba y a las drogas que se venden por todo el malec¨®n habanero. Su ropa impecable, la boina ladeada y esa mirada amable, hacen a muchos concluir que la hija -sin dudas- suaviza la imagen adusta de un padre octogenario, general y presidente.
Mientras Ra¨²l Castro se ausentaba de la XXI Cumbre Iberoamericana en Paraguay, la directora del Centro Nacional de Educaci¨®n Sexual (Cenesex) recorr¨ªa y admiraba la zona m¨¢s alegre de la capital holandesa. Invitada a un congreso sobre salud sexual, convers¨® incluso con algunas mujeres que practican el m¨¢s antiguo oficio del mundo. Termin¨® afirmando que hab¨ªa quedado impresionada por la manera en que estas f¨¦minas logran "dignificar el trabajo que hacen". Hasta aqu¨ª pareciera que el atrevimiento y la transparencia calan en la nomenclatura de la isla, al menos a trav¨¦s de sus hijos. Sin embargo, un escenario bien diferente discurre en casa, isla adentro, lejos de los micr¨®fonos de Radio Nederland.
Las prostitutas siguen atrapadas entre la persecuci¨®n y la inexistencia oficial
Merlyn acaba de cumplir los 17, lleva dos a?os vendiendo su cuerpo a clientes con pasaporte extranjero que hacen turismo por estos lares. Pas¨® cerca de seis meses de internamiento en un campamento de reeducaci¨®n, despu¨¦s de que una madrugada la atraparan en el Parque Central negociando con un cliente. Le teme m¨¢s a los uniformes azules que a los fantasmas. Evita a los polic¨ªas cuando se apostan en las esquinas del centro hist¨®rico, porque su carn¨¦ de identidad sigue diciendo que vive en Mayar¨ª, un pueblito del oriente del pa¨ªs. De vez en cuando, debe pagarle con sus artes a alg¨²n guardia de pistola y esposas, para que no la lleven al calabozo.
El "crimen" de esta jovencita de cuerpo fr¨¢gil y ojos oblicuos es mayor ante nuestra r¨ªgida legalidad, pues ejerce la prostituci¨®n desde su condici¨®n de ilegal en La Habana. Seg¨²n el Decreto 217 publicado por la Gaceta Oficial en abril de 1997, ella deber¨ªa regresar de inmediato a su lugar de origen si no cuenta con una residencia en la capital. Para evitar que la introduzcan nuevamente en un tren y la repatr¨ªen forzosamente a su terru?o, se ha buscado un chulo que la protege. ?l localiza a los clientes y discute las tarifas, mientras ella aguarda en un peque?o cuarto del Barrio Chino.
Merlyn no sabe que existe una zona de tolerancia all¨¢ en la lejana Holanda y jam¨¢s ha o¨ªdo hablar de que otras como ella formen sindicatos o proyecten su voz en la prensa. "Prohibido acercarte a las ventanas", le ha advertido el mulato de dientes de oro que regenta a una docena de chicas, de manera que el ¨²nico escaparate con el que ella cuenta es la luna de espejo que tiene frente a su cama.
Las prostitutas cubanas, catalogadas una vez por Fidel Castro como "las m¨¢s cultas del mundo", siguen atrapadas entre la falta de derechos y la incapacidad del sistema para reconocer que existen. Durante a?os el discurso oficial se pavone¨® de que la isla hab¨ªa sido limpiada totalmente de ese "flagelo del pasado". En realidad, hab¨ªa ocurrido una devaluaci¨®n tal del dinero que ya este no pod¨ªa convertirse en bienes ni en servicios. Muchas mujeres perdieron as¨ª el est¨ªmulo de ganarse la vida con el sudor de su pubis.
No obstante, siempre hubo quienes intercambiaron su cuerpo por ciertos privilegios y prebendas que hasta finales de los a?os ochenta solo pod¨ªan obtenerse de militares y altos funcionarios. Al llegar los noventa, con la crisis, las t¨ªmidas aperturas a la empresa privada y el aluvi¨®n de turistas que cay¨® sobre la isla, las vimos reaparecer en las calles con su ropa ajustada y su juventud extrema. Eran las mismas que un poco antes hab¨ªan estado gritando en los matutinos de las escuelas "Pioneros por el comunismo. ?Seremos como el Che!".
Las redadas policiales a las afueras de los cabar¨¦s, las condenas por el delito de "peligrosidad predelictiva" y las detenciones arbitrarias contra estas mujeres han hecho disminuir su presencia en los enclaves tur¨ªsticos. Aquella discoteca de Guanabo Club, atestada de muchachas a la caza de un italiano o de un canadiense, se ve hoy como un bar aburrido y oscuro.
En lugar de erradicar la prostituci¨®n, sin embargo, lanzaron a la clandestinidad a miles de mujeres que ahora est¨¢n bajo el control de alg¨²n proxeneta o chantajeadas por polic¨ªas que les exigen pagar con sus servicios. Est¨¢n a a?os luz de verse siquiera como esas mujeres que Mariela Castro acaba de encontrar y alabar en el Barrio Rojo holand¨¦s. All¨¢ la conocida sex¨®loga las encontr¨® mostr¨¢ndose en los escaparates de vidrio y luces de colores, aqu¨ª su padre las empuja a la s¨®rdida dependencia de un cuarto sin ventanas.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y. ? Yoani S¨¢nchez / bgagency-Mil¨¢n.
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