Nuevos ¨ªdolos que vienen del pasado
Con Pavement escribi¨® una historia de los noventa. Hoy, cuando la generaci¨®n X ya peina canas, Stephen Malkmus vuelve como cabeza de cartel del festival Primavera Club
Se parte de risa Stephen Malkmus cuando habla de Portlandia, una comedia televisiva ambientada en Portland, Oregon, "el lugar donde el sue?o de los noventa sigue vivo", seg¨²n sus actores. Malkmus, un californiano que ahora tiene 45 a?os, residi¨® durante tres lustros en esa h¨²meda ciudad del noroeste de Estados Unidos, la hermana peque?a de la mucho m¨¢s conocida Seattle. Se mud¨® all¨ª a?os antes de que en 1999 se disolviera Pavement, el grupo con el que hab¨ªa grabado cinco discos desde 1992.
Si en vida Pavement era un grupo admirado, desde su desaparici¨®n ha alcanzado la categor¨ªa de mito. Si la importancia de un legado se mide por el n¨²mero de imitadores que produce, es innegable que Pavement, aquel quinteto de exc¨¦ntricos que hac¨ªan lo que alguien denomin¨® rock cerebral y dej¨® un pu?ado de exitos menores, posiblemente las canciones m¨¢s at¨ªpicas que han pasado por las radiof¨®rmulas, es una banda hist¨®rica e inolvidable. "Ya ves, las cosas funcionan as¨ª. Llevo 15 a?os con Stephen Malkmus & The Jicks y somos una aut¨¦ntica banda. Todos tenemos responsabilidades. Nos repartimos todas las tareas, desde actualizar la web hasta tratar con los due?os de las salas. Todas, menos una: hacer entrevistas, que siempre me toca a m¨ª porque soy 'el t¨ªo que estuvo en Pavement'. La verdad, es un co?azo", dice, m¨¢s aburrido que enfadado, antes de retomar el tema de Portland. "Es as¨ª. Madres obsesionadas con que sus ni?os no tomen nada que no sea biol¨®gico, gente que con m¨¢s de 40 trabaja unas pocas horas en una cafeter¨ªa o en una tienda de agricultura ecol¨®gica y personas que huyen de las responsabilidades del mundo adulto", confirma. "La verdad es que tampoco estoy seguro de que ese fuera el sue?o de los noventa, si es que hubo algo que se pueda llamar as¨ª".
S¨ª, lo hubo. Era un sue?o triste, pero un sue?o patrimonio de eso que el escritor Douglas Coupland defini¨® como Generaci¨®n X. Hijos del baby boom de finales de los sesenta, veintea?eros en los noventa. Se sent¨ªan desplazados de un mundo entregado al culto al dinero y a la busqueda del estatus. La paradoja es que sus padres lo hab¨ªan fabricado para ellos.
Pero no se ve¨ªan representados en ¨¦l y se sent¨ªan incapaces de combatirlo. Fieramente individualistas hicieron del conformismo una forma de inconformismo. Hab¨ªan renunciado al ideal hippy de los sesenta, a cambiar el mundo; hab¨ªan descubierto que el nihilismo punk de finales de los setenta llev¨® al capitalismo salvaje de los ochenta y se hab¨ªan conformado con establecerse al margen de la sociedad en un t¨¢cito pacto de no agresi¨®n: t¨² no me obligas a llevar corbata, yo me limito a vivir con lo m¨ªnimo sin participar en tus trapicheos. En teor¨ªa para siempre. "Est¨¢ bien para un rato, pero luego te conviertes en un clich¨¦", opina Stephen Malkmus. "Y en un problema, no solo para ti, tambi¨¦n para los dem¨¢s. No pagas impuestos y cuando cumples los cincuenta eres una carga para la sociedad. Creo que esto que he dicho suena como si fuera un conservador, pero te aseguro que no lo soy. Por supuesto que no fue todo malo. Desarrollamos algunas ideas muy positivas, cierta conciencia comunitaria, el respeto al medioambiente... quiz¨¢s la m¨²sica que hicimos tampoco estaba mal".
No, no lo estaba. Esa m¨²sica era el indie, una etiqueta hoy sometida al desgaste del exceso de uso. Lo ¨²nico que tiene en com¨²n lo que significa ahora la etiqueta con lo que significaba en el momento en que se cre¨®, es que no se refer¨ªa a un tipo concreto de sonido. Ah¨ª cab¨ªa (y cabe) todo. Del pop al hip hop y del metal al folk. Lo que compart¨ªa era una misma filosof¨ªa, como recordaba hace unos meses el diario The New York Times: "Era una escena en la que nada parec¨ªa m¨¢s importante que estar en el lado adecuado de un campo de batalla con un frente muy claramente dibujado". El bando indie renunciaba a participar en la carrera por el ¨¦xito, viv¨ªa en circuitos alternativos con ventas m¨ªnimas, giras en furgoneta y contacto directo con los fans. "Ya me gustar¨ªa a m¨ª que esas ventas fueran las mismas ahora. Y que cobr¨¢ramos lo mismo", dice Malkmus. "Quiz¨¢s eso es lo que m¨¢s echo de menos de aquellos tiempos. Por lo dem¨¢s no soy nada nost¨¢lgico".
Porque todos los h¨¦roes de esa generaci¨®n -como Nirvana, Beck o Sonic Youth- fueron en alg¨²n momento tentados por las grandes discogr¨¢ficas o flirtearon en alg¨²n momento con el mainstream. A todos ellos el destino les puso en la tesitura en alg¨²n momento de convertirse en artistas de ¨¦xito. "Visto en perspectiva fue un periodo breve: dos a?os, quiz¨¢ tres, despu¨¦s de Nevermind. Pero cuando tienes 20, un a?o parece much¨ªsimo tiempo".
Hoy asistimos a una asombrosa recuperaci¨®n de aquella generaci¨®n. Cada cierto tiempo se anuncia la vuelta de alg¨²n grupo ic¨®nico de aquella era. Una moda que iniciaron, hace algunos a?os ya, Pixies y cuyo ¨²ltimo eslab¨®n es Codeine, cuyo regreso se hizo p¨²blico hace unos d¨ªas. Se ha celebrado el vig¨¦simo aniversario de la edici¨®n de Nevermind como si fuera el Sargent Pepper's. Sonic Youth parece que se disuelven por el divorcio de Kim Gordon y Thurston Moore, pero este ¨²ltimo edit¨® hace pocos meses un ¨¢lbum en solitario, producido por Beck, que tambi¨¦n produjo Mirror trafic, el nuevo disco de Stephen Malkmus & The Jicks. El que trae a Madrid a la banda como pieza angular del festival San Miguel Primavera Club que comienza el martes. Los Jicks son cabezas de cartel el pr¨®ximo s¨¢bado, en la sala San Miguel (como se ha rebautizado para la ocasi¨®n aln Palacio de Vista Alegre). El grupo grande de la noche grande.
Este nuevo estrellato de Malkmus resulta sorprendente. Mirror traffic es su quinto disco con los Jicks, y ninguno de los anteriores ha conseguido demasiada notoriedad. Aunque a su protagonista le moleste escucharlo, y le cueste reconocerlo, su repentina vuelta a la primera fila se debe a la triunfal gira de reuni¨®n de Pavement de 2010. "La gira estuvo bien, era todo igual que antes. Los mismos t¨ªos, los mismos instrumentos, los mismos amplis incluso. Todo era igual excepto que toc¨¢bamos un poco m¨¢s despacio. Ya no tenemos 20 a?os. Lo pasamos bien, pero ya he pasado p¨¢gina", dice Malkmus, reticente a hablar de su pasado. Contesta por tel¨¦fono desde Berl¨ªn, donde vive desde hace solo un mes con su mujer y sus dos hijas. "Ya ves, dejo Portland y me vengo al Portland de Europa", bromea. "Pero bueno, este sitio es muy agradable, aqu¨ª todo el mundo habla ingl¨¦s y eso lo hace m¨¢s f¨¢cil para nosotros. Ten¨ªamos ganas de hacer alguna locura y Berl¨ªn es el lugar adecuado, ?te han hablado del Panorama?".
El Panorama es el club de electr¨®nica del que todo el mundo habla estos d¨ªas. Otro lugar que parece anclado en el sue?o de los noventa, pero en otro distinto, el de la electr¨®nica, las raves y las noches sin fin bailando techno. "Es incre¨ªble. No se trata de uno de esos clubs en los que lo que importa es tu aspecto y parecer muy cool. Todo el mundo all¨ª est¨¢ loco por la m¨²sica, bueno, quiz¨¢s tambi¨¦n drogado hasta las cejas. Pero no es necesario. Yo solo bebo cerveza y fumo cigarrillos y me encanta. Me gusta cada vez m¨¢s el tecno. Me encanta el house. Aunque ya no salgo tanto, soy padre".
En ese momento se oye una puerta que se abre y a Malkmus advirtiendo a uno de sus hijos, Sunday, de que tenga cuidado de alg¨²n peligro dom¨¦stico. "Lo que m¨¢s me cuesta, seg¨²n va pasando el tiempo, es no quemarme", reconoce. "Intento mantener la ilusi¨®n por lo que hago, pero cada vez es m¨¢s complicado. A veces pienso en c¨®mo ser¨¦ dentro de diez a?os y no s¨¦ si tendr¨¦ energ¨ªas para lidiar con unos adolescentes y al tiempo mantener la pasi¨®n por la m¨²sica. Esa es una de las razones por las que, por primera vez, hemos recurrido a un productor externo para el disco".
Al parecer fue Beck el que se puso en contacto con ellos para producirles. "A m¨ª me pareci¨® una estupenda idea", dice Malkmus. "Nos conoc¨ªamos porque nuestros caminos se han cruzado muchas veces en 20 a?os, pero nunca hab¨ªamos sido amigos de verdad. Cada vez me gusta m¨¢s grabar y menos ir de gira. Tocar es divertido, pero lo que realmente me gusta es el trabajo en el estudio. Los discos son lo que nos sobrevive despu¨¦s de muertos. As¨ª que trabajar con Beck parec¨ªa una oportunidad ¨²nica para liarla, equivocarte y volver a empezar. A estas alturas lo ¨²nico que le pido a una canci¨®n es que sea pegadiza, que tenga una buena melod¨ªa. Y de eso, Beck, lo sabe todo". Una prometedora conjunci¨®n, pues, de dos leyendas de los noventa. Y un suculento cabeza de cartel para un festival que llenar¨¢ de sonidos indies la semana musical de Madrid.
Gu¨ªa para ponerse al d¨ªa en el San Miguel Primavera Club
Presume el Primavera Club de ser un festival sin estrellas, lo que viene a significar que entre sus artistas (52 en esta edici¨®n, si no fallan las cuentas) no hay ninguno que suene en la radiof¨®rmula u ocupe espacio m¨¢s all¨¢ de los medios especializados. Pero incluso entre esa subespecie hay clases: est¨¢n las bandas que conocen los enteradillos, las de estudiosos y hasta hay algunas de las que no ha habido noticia m¨¢s all¨¢ de los m¨¢s remotos blogs. Veamos:
- Estrellas del submundo. Este a?o no es solo el caso de Stephen Malkmus (s¨¢bado, 23.30, San Miguel) , tambi¨¦n es el de Fleet Foxes (viernes, 21.15, La Riviera), un combo de folk pastoril que muchos emparentan con Beach Boys por el exquisito uso de las armon¨ªas vocales. Su presencia en el Primavera Club se debe a la estricta pol¨ªtica de su hermano mayor, el Primavera Sound de Barcelona, en cuanto a la exclusividad de los artistas que participan en ¨¦l. Su paso por Barcelona en mayo, en actuaci¨®n ¨²nica en Espa?a, conllevaba la organizaci¨®n de una gira invernal. Por eso su inclusi¨®n en el cartel es, digamos, casual y hay que pagar un plus por verlos. A Superchunk (viernes, 23.00, San Miguel), alguna enciclopedia les define como "la banda m¨¢s emblem¨¢tica del esp¨ªritu del indie rock americano de los noventa". Durante 20 a?os han recorrido las carreteras haciendo exactamente eso, indie de guitarras, algo que hoy resulta encantador y pasado de moda. Aunque ahora son casi un entretenimiento para su l¨ªder, Mac McCaughan, due?o del sello Merge, que edita a Arcade Fire. Vetiver (Viernes, 19.45, La Riviera) es el proyecto de Andy Cabic, viejo colaborador de Devendra Banhart y amante de los sonidos cl¨¢sicos. Si antes se decantaba por el folk pop, en su ¨²ltimo disco parece recrearse en el pop comercial estadounidense de los setenta.
- Artistas del a?o. M¨¢s desconocidos son Girls (s¨¢bado, 21,45, San Miguel y domingo, 21,45, Joy Eslava); St Vincent (s¨¢bado, 20.15, San Miguel) y John Maus (viernes, 1.00, C¨ªrculo). Pero son, cada uno en su estilo tres de los artistas m¨¢s interesantes de 2011. Girls y John Maus pertenecen a esa escena californiana que reivindica formas y sonidos retro. Girls surgieron hace unos a?os en San Francisco, llevando tras de s¨ª una asombrosa historia de cr¨ªos crecidos en una secta hippy. Su segundo ¨¢lbum, Father, Son, Holy Ghost
, publicado en septiembre, est¨¢ lleno de clich¨¦s, de la psicodelia al hard rock
, transformados por la personalidad de su l¨ªder Christopher Owens. John Maus, armado con un arsenal de instrumentos electr¨®nicos de los ochenta, crea deliciosa electr¨®nica vintage. St Vincent es el alias art¨ªstico de Annie Clark, una tejana afincada en Manhattan que form¨® parte de aquel coro espacial que se hac¨ªa llamar Polyphonic Spree y del grupo en directo de Sufjan Stevens, cosas que ya de por s¨ª dan curr¨ªculo, a lo que hay que a?adir tres discos en solitario. Por el ¨²ltimo, Strange Mercy, publicado en septiembre se la compara con Kate Bush, lo que viene a significar que lo suyo es pop marciano basado en una voz ¨²nica.
- Rescatados de las catacumbas. No pod¨ªan faltar tampoco un par de resucitados en el cartel: son The Pop Group, (s¨¢bado, 20,45, Joy Eslava) banda de culto del post punk ingl¨¦s, disuelta en 1981 y recreada en 2010 gracias a un documental que les ha vuelto a situar en la escena. Y R. Stevie Moore (mi¨¦rcoles, 22.00, Joy Eslava), un estadounidense que ha grabado m¨¢s de 400 casetes desde 1966 y que, tras a?os de ser ignorado, ocupa ahora el lugar de nuevo profeta alucinado.
- Futuras estrellas. De Givers (jueves, 22,00, Siroco), un juvenil y festivo quinteto de Nueva Orleans formado en 2009, dice Alberto Guijarro, uno de los programadores, que pueden cumplir el papel de tapados. "Suenan a muchas cosas conocidas pero de una forma distinta". Lo cierto es que tanto por su aspecto como por sus canciones parecen candidatos a pasar pr¨®ximamente a la divisi¨®n comercial. Veronica Falls (jueves, 20,45, Joy Eslava) es un cuarteto ingl¨¦s que, despu¨¦s de conseguir ser uno de los amores de la cr¨ªtica, ahora quieren serlo tambi¨¦n del p¨²blico.
- La conexi¨®n espa?ola. Hay muchos nombres de la escena nacional que pasar¨¢n por el Primavera Club: Autumn Comets (viernes, 20,30, San Miguel, Prisma en Llamas (jueves, 19,30, Nasti), Ginferno (s¨¢bado, 19.00, Joy Eslava); Franc3s (viernes, 19.15, San Miguel), Los Eterno (mi¨¦rcoles, 19,30, Joy Eslava), y djs como Coco o Marc Pi?ol. Grupos que se mueven en el amateurismo por necesidad y en parte por ideolog¨ªa.
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