Gana el Madrid, firma Mourinho
An¨®nimo hasta el momento, en Valencia reapareci¨® la versi¨®n m¨¢s intervencionista del entrenador, dispuesto a afrontar el cl¨¢sico en una situaci¨®n de m¨¢xima ventaja
A juzgar por la manera como Mourinho celebr¨® el gol de Cristiano en Mestalla, montado el entrenador sobre la chepa de Callej¨®n, tal que fuera un caballito, se dir¨ªa que el Madrid hab¨ªa ganado el s¨¢bado un partido decisivo para la suerte de la Liga. El t¨¦cnico portugu¨¦s siempre subray¨® las mejores victorias de sus equipos con un gesto histri¨®nico, como si necesitaran de su firma para pasar a la posteridad, muestra de su narcisismo. A la que llegan las jornadas decisivas, siempre aparece la versi¨®n m¨¢s hist¨¦rica de Mou, cuyo gesto, en cualquier caso, no desmerece para nada el ¨¦xito del equipo blanco en Valencia.
El madridismo ten¨ªa motivos de sobra para exteriorizar su alegr¨ªa despu¨¦s de un encuentro de tono muy copero por su ¨¦pica, gran carga ambiental y dramatismo, expresado en una ¨²ltima jugada, el despeje de Higua¨ªn con el pecho o con el brazo, que dar¨¢ mucha munici¨®n para las distintas tertulias. La cita de Valencia hab¨ªa sido presentada como crucial para marcar el guion del torneo y los muchachos de Mourinho la solventaron como si se tratara de un final. Aunque jug¨® un mal segundo tiempo, uno de sus peores en este campeonato, el resultado avala la marcha triunfal del Real Madrid, al que le salen los goles por las orejas.
Ya no extra?¨® que Mourinho alineara a Lass por Higua¨ªn, porque el fin justificaba los medios en Valencia. El Madrid aspira a recibir el pr¨®ximo 10 de diciembre al Bar?a con al menos los tres puntos de ventaja que ahora le lleva, sin contar el encuentro de m¨¢s que los azulgrana disputar¨¢n con el Rayo, adelantado por el Mundial de clubes. Mou nunca perdi¨® una Liga despu¨¦s de tomar una diferencia de tres puntos y Guardiola jam¨¢s tuvo que remontar tres puntos al Madrid. El margen de error barcelonista es por tanto muy escaso y sus actuaciones en campo ajeno no son siempre victoriosas, como se vio precisamente en Mestalla.
La trayectoria del Barcelona en el Camp Nou, en cambio, es irreprochable: 30 goles a favor por 0 en contra, cosa que no pasaba desde los tiempos de Zubizarreta, ahora director deportivo azulgrana. Los chicos de Guardiola completaron una muy buena actuaci¨®n contra el Zaragoza. La jornada fue tan saludable para sus intereses colectivos como individuales: Villa se reencontr¨® con el gol, marcaron los centrales Puyol y Piqu¨¦ y naturalmente no falt¨® el tanto de Messi. El t¨¦cnico ha repartido los esfuerzos y la fuerza del equipo est¨¢ en la amplitud de su plantilla.
A cada partido se pregunta al t¨¦cnico por los futbolistas que no pone o da descanso, como si fuera s¨ªntoma de la jerarqu¨ªa del vestuario, demanda que irrita a Guardiola, ¨²nicamente casado con Messi. El entrenador quiere llegar a los partidos decisivos con sus mejores jugadores en ¨®ptimas condiciones, y el mi¨¦rcoles le aguarda un partido complicado en Mil¨¢n, decisivo para el liderato de su grupo de la Liga de Campeones. Aparecen Ibrahimovic en San Siro y despu¨¦s Mourinho en Chamart¨ªn, dos figuras capaces de destemplar a Guardiola o por el contrario de provocar la mejor de sus respuestas.
No parece casual que Ibra haya presentado su libro autobiogr¨¢fico justamente en v¨ªsperas de su reencuentro con el Barcelona. Ni tampoco que Mourinho recuperara su perfil m¨¢s provocador y su alineaci¨®n m¨¢s militarizada en Valencia, si se tiene en cuenta adem¨¢s que solo faltan tres jornadas para el cl¨¢sico. Tampoco el comportamiento de Guardiola es ajeno a que en los pr¨®ximos d¨ªas se afrontan los primeros parciales, confrontaciones decisivas para marcar el libro de ruta de la Liga y la Champions.
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