"El Bar?a son endecas¨ªlabos y el Madrid es verso libre"
Madridista sin tacha. Extreme?o. Estudi¨® en Madrid, "en el Claret, donde Juanjo Mill¨¢s", y all¨ª Luis Landero se hizo del Madrid. "Era el curso 1956-1957 y nos llevaban al Bernab¨¦u. Y al Metropolitano. Vi jugar a Di St¨¦fano, Pukas y todos esos". ?C¨®mo no iba a hacerse del Madrid el novelista de Juegos de la edad tard¨ªa?
Estamos sentados en una de las mesas viejas del Caf¨¦ Comercial de Madrid, cerca de donde escrib¨ªa el ahora a?orado poeta Tom¨¢s Segovia. La nostalgia de aquellos a?os grandes del f¨²tbol me lleva a exclamar cuando dice que vio a Di St¨¦fano: "?Qu¨¦ gozada!". Y dice: "S¨ª, lo que ocurre es que no ten¨ªa uso de raz¨®n futbol¨ªstico".
Aquel equipo daba miedo, tuvieras o no uso de raz¨®n. "Deb¨ªa de ser temible. Creo que ha sido Javier Mar¨ªas el que ha dicho que ahora, con Messi, podemos entender el miedo de los barcelonistas a Di St¨¦fano". Y tanto. ?Qu¨¦ era el f¨²tbol, aparte de esas glorias? "Lo tengo asociado al olor a tierra, a polvo, a los gritos de '?p¨¢salo ya!, ?tira esa pelota!"... Tuvo muchos ¨ªdolos: "Amancio es el que m¨¢s me marc¨®. Se ha sido injusto con ¨¦l. Apenas se le nombra como jugador excepcional. Y me gustaba mucho Mendoza, del Atl¨¦tico".
El f¨²tbol es la ni?ez. Ah¨ª se hunde, dice Landero: "Para el f¨²tbol uno tiene siempre la mirada de un ni?o. Dec¨ªa Nietzsche que la verdadera seriedad es la de un ni?o cuando juega. El juego es muy serio para un ni?o. En el f¨²tbol prolongamos esa ¨¦poca. Por eso somos tan serios, porque lo miramos con los ojos que ten¨ªamos en la infancia".
Del Madrid. Un apasionado. ?Hasta desear que el otro pierda aunque no juegue contra el tuyo? "Hay miserias de las que prefiero no hablar [risas], pero... s¨ª. No es que le desee lo peor al Bar?a, solo que pierda". As¨ª que este tiempo de grave dicotom¨ªa Bar?a-Madrid debe de tenerlo contento. No tanto: "Lo vivo con perplejidad porque me ha pillado tarde y estaba habituado a una relaci¨®n de poder distinta. El que se haya cambiado me ha dejado un poco fuera de juego". Ah¨ª se mezcla su opini¨®n sobre el presidente: "Con su pol¨ªtica casi obscena del dinero y de fichar a los mejores, que est¨¢ en contra del esp¨ªritu que el Madrid ha tenido siempre. Sencillo, dentro del poder¨ªo econ¨®mico, porque siempre ha competido bien. Pero esa actitud de Florentino me ha hecho marcar alguna distancia respecto al Madrid. Con este Bar?a ha aparecido una especie de venganza po¨¦tica contra sus ambiciones desmedidas".
?Y Mourinho? "Es otra cosa. Florentino no es un hombre de f¨²tbol. Mourinho, s¨ª. Me parece un gran entrenador, capaz de electrizar a un grupo, de hacer el papel de aquellos padres a los que quer¨ªamos y tem¨ªamos y por los que habr¨ªamos hecho lo que hiciera falta. Pero es un hombre que no sabe perder, de una ambici¨®n a la medida de Florentino, y esto mancha la imagen del Madrid. El ego excesivo le pierde. Sus virtudes y sus cualidades son el reverso de sus defectos. En la medida en que es un buen entrenador porque es ambicioso, tiene todo ese ego y sabe transmitirlo. Si a eso le das la vuelta, encuentras justamente sus defectos, como vistos al trasluz de sus cualidades".
Pero es del Madrid, qu¨¦ duda cabe. Su historia alcanza el d¨ªa de hoy: "Di St¨¦fano sigue siendo actual, como Pirri o Amancio. Son cl¨¢sicos. Siguen marcando la lectura de lo que el Madrid hace". Y la literatura nos lleva a las comparaciones. ?Qu¨¦ ser¨ªa el Bar?a hoy? "A veces, me parece como un soneto muy bien medido en el que todo rima muy bien, todo tiene sus 11 s¨ªlabas, endecas¨ªlabos perfectos que en ocasiones te dejan un poco fr¨ªos. Sin embargo, hay momentos fuertemente emotivos en su f¨²tbol. Pero me gusta m¨¢s el Madrid". Y en poes¨ªa, pues, ?qu¨¦ ser¨ªa el Madrid?". "?Verso libre!".
El f¨²tbol es memoria
- Landero fue futbolista, del medio campo, como Mu?oz, como Mauri, como Gensana. No es lo mismo, dice, amar
el f¨²tbol cuando se ha jugado que ser solo un aficionado
del grader¨ªo: "El f¨²tbol es memoria. Hunde sus ra¨ªces
en el barrio, en el patio
del colegio, en esos olores
y gritos. Es algo que est¨¢ ah¨ª. Es como prolongar la infancia de los que queremos el f¨²tbol; en el mejor y peor sentido de la palabra, porque todo juego es competencia. Pero claro que es memoria. Pertenecer
a un equipo es como la vieja a?oranza de pertenecer
a una tribu. Nunca te olvidas de los que se fueron...
De alguna manera,
es una peque?a tribu en la que recordamos a nuestros muertos, nuestro pasado. Si no hemos alcanzado a verlos, nos los imaginamos a trav¨¦s de una foto, de una imagen".
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