Y sin embargo... se vende
Mar¨ªa del Carmen escribi¨® sobre una cartulina la breve frase "se vende" y la colg¨® en el descascarado balc¨®n de su casa habanera. Hace unas semanas los vecinos la hubieran tildado de loca y la polic¨ªa le habr¨ªa hecho una visita ante tanto atrevimiento. Sin embargo, el nuevo Decreto 288 sobre la compraventa de casas ha convertido su gesto en algo com¨²n, en un detalle frecuente en nuestro paisaje urbano.
Durante d¨¦cadas varias generaciones de cubanos aguardaron por una ley que permitiera la transmisi¨®n de la propiedad de sus inmuebles, pero se adaptaron o delinquieron mientras esperaban. Ante la ausencia de un mercado inmobiliario fueron obligados a compartir el espacio con numerosos parientes, a dividir la casa paterna o a emigrar para rentar una habitaci¨®n en cualquier otro lugar del planeta. El d¨¦ficit habitacional hizo estallar matrimonios, azuz¨® conflictos familiares, aument¨® las cifras de abortos e hizo de un techo el sue?o n¨²mero uno de millones de cubanos, solo opacado por una visa de residencia en otro pa¨ªs. Los m¨¢s osados, que no quer¨ªan conformarse, enmascaraban bajo una permuta el canje de un domicilio por una alta suma de dinero y pasaban la vida en vilo temiendo ser descubiertos. Pero despu¨¦s de tanta espera e ilegalidades, hace unas semanas la Gaceta Oficial public¨® las nuevas normas para adquirir una vivienda. En las 16 p¨¢ginas de la reci¨¦n nacida legalidad est¨¢ recogida -si dudas- la m¨¢s osada de las reformas de Ra¨²l Castro.
Las nuevas normas para la compra y venta de viviendas delatan la existencia de la desigualdad
A pesar de la tardanza con que nos llega el derecho a disponer de nuestros inmuebles, hay una sensaci¨®n extendida de esperanza despu¨¦s del levantamiento del bander¨ªn inmobiliario. Y no solo para los que desean un domicilio m¨¢s grande o traspasar el suyo, sino tambi¨¦n para esos miles de ciudadanos que realizaron operaciones en la clandestinidad y aprovechar¨¢n ahora para legalizarlas.
Tambi¨¦n hay un buen n¨²mero que ansiaba una flexibilizaci¨®n as¨ª en aras de comercializar su propiedad e irse del pa¨ªs. La medida podr¨ªa provocar un aumento del ¨¦xodo dentro de las filas de la emergente clase media, una estampida de los que poseen alg¨²n techo pero ubicado en esta tierra que ya no quieren habitar. Los altos precios de los tr¨¢mites migratorios podr¨ªan empezarse a costear con el efectivo proveniente de estas transacciones, una vez abolida la forzada expropiaci¨®n a que eran sometidos quienes se iban definitivamente.
Todav¨ªa quedan algunos absurdos legales que sortear y la creatividad de los cubanos se pondr¨¢ a prueba con ellos. Aunque en ninguno de sus incisos el decreto autoriza la transmisi¨®n de la propiedad a personas que radican permanentemente fuera del territorio nacional, no habr¨¢ ya ley que lo pueda impedir. Habr¨¢ exiliados que utilizando como fachada a un hijo, una madre o un pariente que vive en esta orilla, comprar¨¢n a trav¨¦s de estos una vivienda para disfrutarla cuando "todo cambie". Para muchos es el momento de comprar barato, de tomar posiciones. Esto tambi¨¦n actuar¨¢ como un detonante para el reordenamiento habitacional, donde aquellos que tengan familiares con un capital amasado fuera de la Isla contar¨¢n con mejores oportunidades en la bolsa inmobiliaria. Quienes una vez se marcharon acosados por los gritos de "gusanos" y "vendepatrias", podr¨ªan estar a punto de conseguir esas mismas casas desde las cuales una vez los insultaron, les tiraron huevos y los denigraron. Todas esas paradojas las veremos crecer y multiplicarse.
La ¨¦poca de la forzada igualdad parece estar llegando a su fin ante la insostenibilidad del sistema actual. Se espera que ocurra tambi¨¦n una redistribuci¨®n de las ciudades con la cual aflorar¨¢n los enormes contrastes entre los que tienen el bolsillo semivac¨ªo y aquellos que han amasado un capital. En estos ¨²ltimos se encuentran, claro est¨¢, los gerentes de corporaciones mixtas, los funcionarios confiables y los altos cargos militares que est¨¢n apalanc¨¢ndose financieramente ante el inevitable cambio que viene. El Decreto 288 intenta precisamente darle un marco legal a la pi?ata en la que nuestros actuales gobernantes intentan repartirse las mejores propiedades antes de que llegue la transici¨®n. Justamente en el art¨ªculo 110 de las nuevas normas para la compra y venta de viviendas queda delatada esa intenci¨®n. Seg¨²n ese punto "El Comit¨¦ Ejecutivo del Consejo de Ministros o su presidente podr¨¢n decidir, en lo que respecta a las viviendas ubicadas en determinadas zonas del pa¨ªs". En aras de evitar que los nuevos ricos, los trabajadores por cuenta propia o los familiares de exiliados pr¨®speros se cuelen en esos enclaves para gente de la nomenclatura, la Gaceta Oficial deja claro que quiz¨¢s para habitarlas se "requiera de una autorizaci¨®n complementaria". A buen entendedor, con pocos gui?os legales basta.
Por otro lado, el ojo avizor del Gobierno estar¨¢ atento a cada transacci¨®n. Un impuesto del 4% sobre la compraventa le garantiza una tajada financiera en el suculento pastel inmobiliario que reci¨¦n empieza a hornearse. El dinero destinado a tales operaciones debe colocarse primero en una cuenta bancaria para que las autoridades decidan si tiene un origen l¨ªcito. Probar que cada centavo ha sido "limpiamente" adquirido es tarea dif¨ªcil para los ciudadanos de un pa¨ªs donde las infracciones legales cotidianas son meros trucos de supervivencia. Las autoridades aplicar¨¢n una mano m¨¢s dura o m¨¢s blanda en la "santificaci¨®n" del dinero del comprador, en dependencia -claro est¨¢- de su proyecci¨®n ideol¨®gica. Se priorizar¨¢ as¨ª el capital de los confiables por sobre el de los inc¨®modos. Pero ni siquiera as¨ª evitar¨¢n que el empuje del mercado convierta a la Isla en una especie de tablero de domin¨®, con esas fichas aut¨®nomas y revueltas a la que tanto le temen.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y. ? Yoani S¨¢nchez / bgagency-Mil¨¢n.
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