Fraude democr¨¢tico
Lo menos que se le puede pedir a quienes nos gobiernan en unos momentos tan delicados es valent¨ªa. Con cobardes al frente del tim¨®n, el barco naufraga.
El anuncio de nuevos recortes del presidente de la Generalitat, Artur Mas, del pasado martes, dej¨® helados a millones de catalanes, muchos de los cuales hab¨ªan votado por su partido.
No hab¨ªan pasado ni 48 horas del cierre de las urnas, cuando Mas inform¨® al pueblo catal¨¢n de un nuevo hachazo a su bolsillo: bajar¨¢ el sueldo a los empleados p¨²blicos (profesores, m¨¦dicos); subir¨¢ el precio del agua, de la gasolina, del transporte p¨²blico, de las tasas universitarias... Implantar¨¢ una especia de copago, al que llaman eufem¨ªsticamente "tique moderador" con el objetivo de "poner barreras al uso excesivo de la sanidad" y privatizar¨¢ bienes p¨²blicos por casi 2.000 millones de euros. Todo eso despu¨¦s de anteriores medidas, entre ellas el cierre de hospitales y quir¨®fanos.
El ajuste de las cuentas p¨²blicas es necesario, s¨ª. Pero hay varias formas de hacerlo. Y la que ha puesto en marcha el Gobierno catal¨¢n tiene una m¨¢s que dudosa justificaci¨®n ¨¦tica.
Porque el ciudadano de aquella comunidad ten¨ªa derecho a saber, antes de votar, cu¨¢les eran los planes del se?or Mas. Porque es absolutamente intolerable que se ocultara a la ciudadan¨ªa un paquete tan severo de nuevas medidas antes de las elecciones, con el argumento, como ha dicho un dirigente del Gobierno catal¨¢n, de que esos temas no es conveniente airearlos en campa?a electoral porque no ser¨ªan bien entendidos.
Hasta ahora, cont¨¢bamos con la teor¨ªa de la ambig¨¹edad en campa?a, puesta en pr¨¢ctica por el presidente electo Mariano Rajoy, a quien el peri¨®dico brit¨¢nico The Guardian atribuy¨® un m¨¢ster en ambig¨¹edad. Una f¨®rmula que ha consistido, y como se ha visto con notable ¨¦xito, en no decir ni p¨ªo sobre sus planes de gobierno. Aunque muchos sospechan por d¨®nde ir¨¢n los tiros en el momento que le entreguen el BOE.
Mas va m¨¢s all¨¢ y sorprende a los catalanes con bajadas salariales y subidas indiscriminadas de precios de servicios p¨²blicos cuando a¨²n estaban recuper¨¢ndose de la resaca del triunfo electoral. Un dirigente de la oposici¨®n habla de fraude democr¨¢tico.
En Andaluc¨ªa, Javier Arenas se ha apresurado a decir que no coincide "con las prioridades de Mas". El problema es que su partido en Catalu?a es el ¨²nico que apoya sus dr¨¢sticas medidas. ?Habr¨¢ que creer a Arenas o a Alicia S¨¢nchez Camacho?
No deja de ser curioso que donde m¨¢s se ha recortado, menos castigo han sufrido sus gobernantes. Salvo en el caso del Gobierno espa?ol, pues ya se ha visto la estrepitosa derrota del candidato socialista P¨¦rez Rubalcaba. Pero ni Mas, ni Mar¨ªa Dolores de Cospedal, en Castilla-La Mancha, han sufrido merma en su caudal de apoyos. Al contrario, han aumentado sus votos.
?C¨®mo debemos interpretar este hecho ins¨®lito? ?Acaso son masoquistas los votantes que premian a quienes les castigan con menos m¨¦dicos y menos profesores? No parece que vayan por ah¨ª los tiros, sino m¨¢s bien por la absoluta fidelidad de los votantes de la derecha a sus siglas.
El siguiente Gobierno que se someter¨¢ al examen de las urnas es el andaluz. La lecci¨®n que deben extraer los dirigentes socialistas andaluces de la jornada del 20-N es sencilla: lo primero que tienen que hacer es recuperar a sus militantes y a sus simpatizantes que han desertado en masa.
?C¨®mo? Regresando a las se?as de identidad de la socialdemocracia: la construcci¨®n primero y mantenimiento despu¨¦s del Estado de bienestar. El presidente Gri?¨¢n cuenta con un buen instrumento: el Presupuesto para el pr¨®ximo a?o. Es el ¨²nico de Espa?a que crece y que aumenta el gasto en educaci¨®n y dependencia y mantiene el de sanidad.
Y planteando, con valent¨ªa, pol¨ªticas certeras para atajar la sangr¨ªa del paro.
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