El regreso del conservadurismo econ¨®mico
Esta doctrina facilit¨® la desregulaci¨®n de los mercados que llev¨® a la crisis. Se pens¨® que eso ser¨ªa su acta de defunci¨®n. Pero no: sigue ah¨ª con la f¨®rmula de la "austeridad", que ha producido una reca¨ªda en la recesi¨®n
Resulta sorprendente lo que est¨¢ ocurriendo con el conservadurismo econ¨®mico. Cuando muchos supon¨ªan que la crisis de 2008 ser¨ªa su certificado de defunci¨®n, ha vuelto a levantar el vuelo, cual ave f¨¦nix, y a determinar las pol¨ªticas econ¨®micas de nuestros pa¨ªses. Ahora bajo la f¨®rmula de la "austeridad". Dado que la crisis parec¨ªa ser la oportunidad para que las pol¨ªticas progresistas tomasen la revancha a dos d¨¦cadas de hegemon¨ªa conservadora, su r¨¢pido retorno es un hecho intrigante. Vale la pena intentar comprender las razones y su posible evoluci¨®n.
El conservadurismo econ¨®mico es una doctrina del gobierno de la econom¨ªa que se caracteriza por tres rasgos principales. Primero, la creencia en las virtudes del mercado libre y la desconfianza en la pol¨ªtica reguladora. Segundo, la inquina contra el gasto social. Y, tercero, la pasi¨®n por la reducci¨®n de impuestos que gravan la renta y riqueza de grupos sociales acomodados.
?Veremos, por fin, una mayor autonom¨ªa de la pol¨ªtica frente al dictado de los mercados?
Un creciente activismo ciudadano anuncia una reducci¨®n de la tolerancia a la desigualdad
Como doctrina, el conservadurismo no es exclusivo de los partidos de derechas. De la misma forma que en la posguerra hubo un amplio acuerdo pol¨ªtico sobre la necesidad de la regulaci¨®n p¨²blica ("todos fuimos keynesianos"), en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha existido un consenso conservador, especialmente respecto a la fe en el mercado desregulado y las reducciones impositivas (?recuerdan?: "bajar impuestos es de izquierdas").
Ese consenso conservador facilit¨® la desregulaci¨®n de los mercados financieros. El "genio" de las finanzas, al que se hab¨ªa encerrado en su l¨¢mpara despu¨¦s de los destrozos que ocasion¨® en la crisis de 1929, volvi¨® a campar a sus anchas. Cual moderno dios omnipresente y omnisciente, se le atribuy¨® la virtud de asignar eficientemente los recursos y la condici¨®n de "vigilante de las pol¨ªticas". Pero lo que en realidad hizo fue provocar una burbuja de cr¨¦dito y una exuberancia econ¨®mica irracional como no hab¨ªamos visto desde aquella crisis.
Sin embargo, durante una d¨¦cada el conservadurismo pareci¨® funcionar. La combinaci¨®n de expansi¨®n econ¨®mica con baja inflaci¨®n -la "Gran Moderaci¨®n"- le daba credibilidad. Eso s¨ª, hab¨ªa que cerrar los ojos a lo que estaba ocurriendo con los precios de los activos inmobiliarios y el riesgo bancario.
?C¨®mo no se vio la tormenta que se estaba formando? No hay una causa ¨²nica. Pero, como sostenemos en un libro reciente, la Gran Moderaci¨®n, unida a la desaparici¨®n del socialismo sovi¨¦tico, el enemigo hist¨®rico del capitalismo, hizo al conservadurismo arrogante. Y esa arrogancia ceg¨® a sus partidarios -ya fuesen acad¨¦micos, analistas, inversores, pol¨ªticos, altos funcionarios o responsables de los bancos centrales-. Todos creyeron -cre¨ªmos- que ya sab¨ªan c¨®mo evitar los ciclos econ¨®micos y que el capitalismo sin control alguno reinar¨ªa hasta el fin de los tiempos. Era el "fin de la historia".
Esa arrogancia, y la incapacidad pol¨ªtica de la Administraci¨®n de Bush para evitar la quiebra de Lehman Brother's y para contener la Gran Recesi¨®n que se avecinaba, llev¨® a muchos a pensar que la crisis de 2008 ser¨ªa el certificado de defunci¨®n del conservadurismo y que pronto ver¨ªamos un nuevo equilibrio entre pol¨ªticas y mercados. Un New Deal.
En un primer momento pareci¨® que iba a ser as¨ª. Recordando lo sucedido en los a?os treinta, todos los Gobiernos y bancos centrales del G-20 coordinaron sus acciones para poner en marcha pol¨ªticas fiscales y monetarias que sirvieron de motores auxiliares para compensar la agon¨ªa del motor privado de la econom¨ªa. Y funcion¨®. Las econom¨ªas occidentales levantaron el vuelo a finales de 2009. El recuerdo de la historia nos salv¨®.
Pero fue un espejismo. El conservadurismo volvi¨®, sobre todo en Europa, a partir de la primavera de 2010 bajo la formula de la "austeridad". Y volvi¨® con la rage de vouloir conclure, esa rabia que Gustave Flaubert consideraba una de las man¨ªas m¨¢s funestas y est¨¦riles de los humanos, y que Albert Hirschman ha utilizado para referirse a la pasi¨®n que anima a algunos pol¨ªticos de "arreglar los problemas de una vez por todas".
?C¨®mo habiendo sido la causa de la crisis, el conservadurismo pudo postularse como su soluci¨®n? Porque ha sabido interpretar la aparici¨®n del d¨¦ficit fiscal y del problema de la deuda, cuya causa real es la propia recesi¨®n econ¨®mica y el rescate de los bancos, como el efecto de una crisis fiscal del Estado de bienestar. Haciendo verdad que el que gana la batalla de las ideas domina las pol¨ªticas, una parte de la sociedad ha comprado esta visi¨®n.
El corolario pol¨ªtico de esa visi¨®n ha sido la pol¨ªtica de austeridad compulsiva y generalizada. Aplicada tanto al ¨¢mbito privado como al sector p¨²blico; y tanto a todos los pa¨ªses sobreendeudados como a los que no. La consecuencia ha sido someter a la econom¨ªa europea a un shock de demanda.
Siendo la consolidaci¨®n fiscal un objetivo irrenunciable cuando el d¨¦ficit y la deuda se desbocan, la obsesi¨®n por alcanzarlo en un periodo corto de tiempo, y por encima de cualquier otra consideraci¨®n, constituye un dislate. El resultado era previsible: el estancamiento. Los datos que est¨¢n apareciendo estas semanas as¨ª lo confirman. La econom¨ªa ha reca¨ªdo en la recesi¨®n.
Si era previsible, ?por qu¨¦ nuestros Gobiernos han actuado de esta forma? El conservadurismo lleva a los Gobiernos a actuar por consideraciones ideol¨®gicas, m¨¢s que por un an¨¢lisis serio de las consecuencias que sus acciones tienen sobre la realidad. Pensaban que la austeridad, adem¨¢s de corregir el d¨¦ficit, ser¨ªa una pol¨ªtica expansiva. Pero eso es un wisfull thinking, una ilusi¨®n. El caso m¨¢s claro es el experimento ingl¨¦s de David Cameron. Ha llevado a la econom¨ªa brit¨¢nica al estancamiento.
A la vista de esta cruda realidad, ?cu¨¢l es el futuro del conservadurismo? Hay una leyenda antigua que afirma que el cisne emite el canto m¨¢s intenso y melodioso como premonici¨®n a su propia muerte. ?Ser¨¢ la austeridad el "canto del cisne" del conservadurismo? ?Veremos ahora, por fin, una mayor autonom¨ªa y activismo de la pol¨ªtica frente al dictado de los mercados y la inacci¨®n de los Gobiernos? Es posible. Ocurri¨® en los a?os treinta cuando Franklin D. Roosevelt, viendo la reca¨ªda de la econom¨ªa en la recesi¨®n como consecuencia de la austeridad, cambi¨® radicalmente de pol¨ªtica formulando su famoso New Deal. Hoy necesitamos pol¨ªticos a lo Roosevelt, con la valent¨ªa para decir que "a lo ¨²nico que hay que temer es al miedo" a cambiar de pol¨ªtica.
Pero, como analizamos con detalle en el libro mencionado, hay factores que dificultan un cambio de pol¨ªtica econ¨®mica. En primer lugar, los intereses de la industria financiera y la inercia de las viejas ideas (en la academia, think thanks y n¨²cleos de altos funcionarios de los Gobiernos y bancos centrales); segundo, el que la crisis no ha tra¨ªdo a¨²n un nuevo inter¨¦s por la vita activa (la implicaci¨®n en los asuntos p¨²blicos) frente al individualismo conservador; tercero, la pervivencia de la desconfianza conservadora en la pol¨ªtica y el Estado Democr¨¢tico; y, cuarto, la falta de innovaciones pol¨ªticas en materia de distribuci¨®n de la renta.
Algunos de estos factores parecen estar cambiando. De Londres a Madrid, de Nueva Delhi a Tel Aviv, de Santiago de Chile a Nueva York, un creciente activismo ciudadano est¨¢ anunciando una reducci¨®n de la tolerancia a la desigualdad. Por otro lado, los ¨²ltimos sucesos de Grecia se?alan la existencia de l¨ªmites pol¨ªticos a las decisiones econ¨®micas.
Asistimos, por tanto, a una p¨¦rdida de legitimidad democr¨¢tica del conservadurismo y a un retorno de la vita activa. Ojal¨¢ la doctrina de la austeridad sea el canto del cisne del conservadurismo econ¨®mico antes de su sustituci¨®n por un nuevo New Deal entre pol¨ªticas y mercados. Hay muchas razones para desear que sea as¨ª.
Ant¨®n Costas y Xos¨¦ Carlos Arias son autores de La torre de la arrogancia. Pol¨ªticas y mercados despu¨¦s de la tormenta, Ariel, 2011.
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