La excelent¨ªsima Maty a¨²n danza
Un extra?o encargo le abri¨® las puertas de su oficio. Hoy, 60 a?os despu¨¦s, recibe una medalla al m¨¦rito
A partir de ahora a Maty hay que llamarla excelent¨ªsima Maty. En realidad, excelent¨ªsima Matilde de Urrutia, due?a y fundadora de la primera tienda que vendi¨® zapatillas de ballet made in Spain. Acaba de recibir la Medalla de Oro al M¨¦rito al Trabajo. Por la aparentemente sencilla tarea de trabajar durante 68 a?os y dar empleo a 60 personas. A sus bien llevados 82, sigue trabajando, cotiza a la Seguridad Social y le ahorra al Estado su pensi¨®n.
Cuando abri¨® su primera tienda con 14 a?os y cinco oficiales de zapater¨ªa contratados, no ten¨ªa ni idea de c¨®mo se hac¨ªan unas zapatillas de ballet. De hecho, su negocio se dedicaba a la compostura y a coger puntos de medias. Hasta que un d¨ªa apareci¨® una mujer por su tienda que necesitaba un remiendo en sus puntas de ballet. No hab¨ªa ning¨²n lugar en toda Espa?a donde pudiera comprar otras y tardar¨ªan en llegar varios d¨ªas desde Francia. La oportunidad acababa de caerle en las manos a una Maty que ten¨ªa unos 20 a?os. No recuerda muy bien la edad exacta que ten¨ªa entonces, ni cu¨¢nto pod¨ªan costar unas zapatillas, pero ese d¨ªa empez¨® un camino que termin¨® ayer con un reconocimiento a su dilatada carrera de manos del ministro de Trabajo, Valeriano G¨®mez. La condecoraci¨®n le pill¨® tan de sorpresa que cuando llamaron de parte de la ministra de Cultura, ella pens¨® que era una broma y dijo que no estaba en ese momento. Tuvieron que volver a llamar.
Maty repar¨® las zapatillas de aquella actriz, pero, adem¨¢s, aprendi¨® a fabricar otras iguales. De piel, rojas o negras. La punta se hac¨ªa con papeles endurecidos con engrudo. La suela se rayaba con peque?os cristales para que no resbalase. El puente de la planta del pie se manten¨ªa r¨ªgido gracias a una especie de cambrill¨®n de cart¨®n.
Una tras otra, las zapatillas comenzaron a venderse. Ya no hac¨ªa falta traerlas de Francia y los pedidos no paraban de crecer. "Mand¨¢bamos sobre todo a Bilbao y San Sebasti¨¢n. Hasta El Corte Ingl¨¦s vend¨ªa nuestras zapatillas de ballet", explica la mujer, enfundada en sus botas negras de tac¨®n. El negocio sigui¨® prosperando hasta que Maty decidi¨® poner su sello en la suela. Las ventas cayeron. "No las quer¨ªan porque era una marca espa?ola y ten¨ªan m¨¢s prestigio las de fuera". Llevaba a?os vendiendo las mismas zapatillas y ahora no consegu¨ªa colocarlas. "Llegu¨¦ a tirar el cargamento de un cami¨®n entero y decid¨ª no volver a fabricar puntas de ballet", se lamenta.
Ahora vende puntas de 13 firmas extranjeras. Solo las medias puntas (las que no son r¨ªgidas) salen de sus talleres. Es la paradoja que le ha dejado este oficio desde que abri¨® local en 1943. Tiene dos tiendas en los aleda?os de la Puerta del Sol. Maty sigue en la c¨²spide del negocio, pero las riendas las llevan ya sus cuatro hijos. Reciben encargos para fabricar vestuario, calzado y complementos para teatro, danza cl¨¢sica o flamenco. Las perchas est¨¢n llenas de tut¨²s de ballet, trajes de faralaes, peinetas y, por supuesto, zapatillas de ballet. Sus trabajadoras y sus familiares no paran de repetir: "Este s¨ª es un premio merecido".
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