El secreto italiano de Rodas
Recorrido por la isla griega siguiendo la herencia que dej¨® Italia en su expansi¨®n durante la primera mitad del siglo XX
No muchos recuerdan las pretensiones coloniales de los italianos en el Egeo: entre 1912 y 1943, las islas del Dodecaneso fueron parte del reino de Italia. Las hab¨ªa ganado en guerra contra un Imperio Otomano moribundo, aquel "hombre enfermo de Europa" que se desmembr¨® tras la Gran Guerra. Y no pasaron a ser parte de Grecia hasta la ca¨ªda de Mussolini poco antes de que acabase la Segunda Guerra Mundial.
De Kos a Leros, de Symi a Rodas, los italianos se emplearon a fondo en una pol¨ªtica de obras p¨²blicas, infraestructuras y edificios simb¨®licos que remacharan su prestigio entre una poblaci¨®n local mayoritariamente griega. El archipi¨¦lago se convirti¨® en la provincia de las Islas Italianas del Egeo, y se dio a los isle?os la plena nacionalidad.
La perla del Dodecaneso, Rodas, hizo un poco las veces de una Cuba tard¨ªa para un pa¨ªs relativamente joven como Italia, que se hab¨ªa unificado en 1870 y se incorporaba con prisas a la carrera colonial europea. La isla lo ten¨ªa todo para convertirse en escaparate de las bondades civilizadoras del nuevo Estado: f¨¦rtil y pr¨®spera, cargada de historia desde la antig¨¹edad, baluarte y avanzadilla frente a los turcos en la Edad Media, cuando fue sede de la Orden de los Caballeros de San Juan Hospitalario.
Ciudadela simb¨®lica
Hasta la derrota frente a Solim¨¢n el Magn¨ªfico, los grandes maestres de la orden hab¨ªan hecho de la ciudadela una fortaleza legendaria, llena de palacios e iglesias: su valor simb¨®lico era evidente, e Italia no escatim¨® gastos y esfuerzos para presentarse como restauradora de los valores de Occidente en tierras lejanas.
En la antig¨¹edad se dec¨ªa que los rodios constru¨ªan "como si fuesen inmortales". Italia tra¨ªa consigo una tradici¨®n arquitect¨®nica igual de ilustre. Una de las primeras iniciativas del primer gobernador de la isla, el ilustrado Mario Lago, fue la creaci¨®n de la Escuela Italiana de Arqueolog¨ªa en Rodas. Roma dio cheque sin fondo y los italianos se lanzaron a restaurar las principales ruinas de la isla: Lindos y Kameiros. La acr¨®polis de Lindos, colgada sobre el mar, protegida por murallas medievales y asediada por el pueblecito de estampa orientalista, es a¨²n hoy el tercer monumento m¨¢s rentable de Grecia.
Lago no solo restaur¨®: tambi¨¦n se lanz¨® a levantar edificios en la capital. Toda una nueva ciudad racionalista fue form¨¢ndose en torno a las murallas y las callejuelas de la vieja ciudad de los Caballeros. Era una empresa tan est¨¦tica como pol¨ªtica: present¨¢ndose como justos herederos de la antig¨¹edad cl¨¢sica, los italianos trataban de dar carta de naturaleza a su presencia forzosa en las islas.
La suya fue lo que se ha llamado "arquitectura del protector", y cont¨® para trazarla con un arquitecto talentoso y refinado de nombre exuberante. Florestano di Fausto sample¨® todos los estilos de una isla particularmente mestiza: lo cl¨¢sico y lo bizantino, lo otomano y el g¨®tico de las Cruzadas, el estilo vernacular griego con sus hermosas fachadas de piedra labrada y sus mosaicos de piedras de r¨ªo blancas y negras. Todo pasado por la t¨²rmix de un art d¨¦co racionalista, amable y luminoso, de colores pastel y amplios espacios para refrescar los interiores castigados por el sol.
Una arquitectura l¨²dica y benevolente que busca hacerse simp¨¢tica y se concentra en la ampliaci¨®n del puerto de Rodas, que 2.000 a?os antes hab¨ªa custodiado el legendario Coloso: el palacio del gobernador reproduce el palacio Ducal de Venecia asom¨¢ndose al agua transparente de la rada. El delicioso Mercado Nuevo mezcla felizmente la idea del zoco, la del ¨¢gora y la de la plaza mayor: los caf¨¦s de sus soportales convierten a Rodas en una extremidad soleada y remota de esa Europa de los caf¨¦s que defiende Steiner.
Y muchos edificios pensados para el placer: ah¨ª sigue la hermosa c¨²pula a la turca de La Ronda, los ba?os p¨²blicos frente a la playa, con sus trampolines aerodin¨¢micos plantados sobre el agua. Y sobre todo el elegante y festivo Acuario, con sus relieves marinos de conchas, ¨¢nforas y caballitos de mar: asomado a la lengua de arena que remata la ciudad por este lado, luce como el acuario m¨¢s bonito de Europa.
Di Fausto construy¨® por toda la isla: en las monta?as llenas de pinos de eleousa a¨²n puede visitarse el agradable centro c¨ªvico de la antigua Campochiaro, un asentamiento rural pensado para atraer a colonos italianos. Y desde luego merece la pena coger un taxi para visitar, a 10 kil¨®metros de la ciudad, otro monumento lleno del optimismo soleado de los felices veinte: el balneario de Kalithea que construy¨® en 1928 otro arquitecto oficial del periodo, Pietro Lombardi.
Los antiguos rodios ya cantaban las bondades de las fuentes termales de la zona, y Lombardi construy¨® all¨¢ una minifantas¨ªa de recreo para la ¨¦lite de la isla: rotondas, p¨¦rgolas, fuentes, grutas a la orilla del mar, escaleras y rampas para entrar f¨¢cilmente en el agua de las calitas que orlan el terreno. Es un sitio lleno de sabor y de recuerdos que Grecia acaba de restaurar con buen ojo. El mar transparente casi duele visto desde sus belvederes: nunca falta por aqu¨ª la brisa que airea la visita, y uno sospecha que resulta tanto o m¨¢s salut¨ªfera que los hectolitros de aguas ferruginosas que puedan beberse.
Con el ascenso de Mussolini, la historia de Italia y la de toda Europa perdi¨® veleidades voluptuosas. El sue?o panmediterr¨¢neo, paternalista y conciliador de Mario Lago degener¨® en la fatuidad pomposa y los aires de grandeza de la "arquitectura del dominador" del nuevo gobernador fascista, Cesare de Vecchi. A partir del 36, sus arquitectos se centraron en restaurar el palacio medieval de los Grandes Maestres: iba a ser residencia oficial del Duce, y luce a¨²n hoy g¨¦lido y siniestro en sus salas llenas de m¨¢rmoles y sus almenas disneyficadas. Llegaba el revival de la romanidad gloriosa, y se hab¨ªa acabado el coqueteo con la historia multicultural de las islas. De Vecchi depur¨® el eclecticismo fantasioso de los edificios de la ciudad. El Gran Hotel de las Rosas perdi¨® sus arcos ojivales y sus estucos orientales, a medio camino entre Hollywood y Montecarlo, para transformarse en un pesado nav¨ªo de severidad grandilocuente. La casa del Fascio, el teatro Puccini o el Palacio de Justicia intentaron convertir Rodas en un peque?o muestrario del poder¨ªo fascista. Es una arquitectura interesante desde el punto de vista hist¨®rico, pero mucho menos duradera, parad¨®jicamente, que los sue?os vol¨¢tiles de las d¨¦cadas precedentes.
Y que, no hace falta decirlo, se vuelve rid¨ªcula a la sombra invisible y fantasmal del viejo Coloso de Rodas. Desde el fondo del mar debi¨® de sonre¨ªrse ante las pretensiones eternas de aquellos perifollos fascistas.
? Javier Montes publicar¨¢ pr¨®ximamente su novela La vida de hotel (Anagrama).
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Olympic Airlines (www.olympicairlines.com) y Aegeanair (www.aegeanair.com) vuelan entre Atenas y Rodas por unos 130 euros ida y vuelta.
? Grecotour (www.grecotour.com) especializada en viajes a Grecia.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Rodas (www.rodosisland.gr; 00 30 22 44 03 19 00).
? Turismo de Grecia (www.visitgreece.gr).
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