Canonizador
HAY QUE MANTENER a raya la muerte de la imaginaci¨®n!", pide Harold Bloom, que calla y cierra los ojos el tiempo suficiente para parecer un busto de m¨¢rmol blanco de alg¨²n sabio griego de cabellos revueltos. La frase suspendida recobra vida con voz grave y cansada: "Una de las maneras es que el cr¨ªtico se acerque a un libro a trav¨¦s de la confrontaci¨®n con las cosas directamente. Debe ver lo bueno que es el autor. Y no hablo de los escritores menores sino de los grandes, como Dante, Shakespeare y Cervantes. Saber de qu¨¦ est¨¢n hist¨®ricamente envueltos, cu¨¢l es el proceso; pero tiene que sentarse en el mismo sitio del escritor para conocerlo, y cuando lo lea debe leerlo como a un amigo cercano...". Y Bloom vuelve a suspender la idea un instante hasta encontrar las palabras: "Esa literatura, la can¨®nica, que parece agonizar, es fundamental conocerla si queremos aprender a o¨ªr, a ver, a pensar... A sentir...".
"La gente tiene valor intelectual. Quiere saber qu¨¦ es lo bueno. Y yo he encontrado ese p¨²blico en todos los pa¨ªses".
Lo expresa casi al final de la entrevista como una recomendaci¨®n para dejar de "bordear el abismo cultural". Es el reclamo de un hombre que siempre ha sostenido un duelo contra lo corriente; alguien para quien la literatura son las pulsaciones de su vida, que ha ense?ado a amarla y en cuyo empe?o pas¨® a ser uno de los cr¨ªticos de referencia del ¨²ltimo medio siglo, un relevo y respuesta a otros como el poeta T. S. Eliot (Lumen acaba de publicar sus cr¨ªticas en La aventura sin fin). Todo viene de aquel ni?o que a los diez a?os empez¨® a leer poes¨ªa, a los 13 descubri¨® Macbeth, de Shakespeare, y, sin darse cuenta, se convirti¨® en un heredero de Longino, que propugna una ideolog¨ªa est¨¦tica, y tambi¨¦n en una especie de incentivador del esp¨ªritu agonista, del duelo dial¨¦ctico, en busca de...
?La belleza! ?El arte! ?Lo sublime!
Esa es su trinidad. C¨®mo descubrirlas y disfrutarlas ser¨¢n las ideas que ir¨¢n y vendr¨¢n durante el encuentro con este lector, cr¨ªtico y docente octogenario a quien nunca le ha temblado la voz para convertirse en un canonizador. "Ahora m¨¢s que nunca, en esta ¨¦poca parad¨®jica de abundancia informativa y generadora de desinformaci¨®n". Y es ese, este momento, el que acoge su libro n¨²mero 32, su gran legado como cr¨ªtico literario: Anatom¨ªa de la influencia. La literatura como modo de vida (Taurus). Con este volumen, Bloom (Nueva York, 1930) cierra un c¨ªrculo intelectual despu¨¦s de 44 a?os con un gui?o a su primera obra: La ansiedad de la influencia; que ha coincidido con los 55 como docente de la C¨¢tedra Sterling de Literatura de la Universidad de Yale.
Hijo de inmigrantes jud¨ªos de la Europa del Este, Harold Bloom est¨¢ a pocos pasos de la calle Broadway. Manhattan es un susurro en su apartamento, al que viene de vez cuando desde su casa de New Haven, en Connecticut. Un apartamento con apenas libros a la vista, que no delatan a un autor de t¨ªtulos como El canon occidental; Shakespeare. La invenci¨®n de lo humano; C¨®mo leer y por qu¨¦ y ?D¨®nde se encuentra la sabidur¨ªa? Rodeado de tonos beis y camel, que favorecen una luz antigua, ¨¦l empieza a hablar con su ingl¨¦s pausado y transparente en la cabecera del comedor de madera.
PREGUNTA. ?Usted que siempre ha entablado un di¨¢logo con los lectores, cu¨¢l cree que debe ser la verdad de la cr¨ªtica?
RESPUESTA. Admiro al gran h¨¦roe que tengo en la literatura occidental y al que he querido ser igual desde que era ni?o: el se?or Samuel Johnson. Lo leo cada semana. ?l dice que la funci¨®n de la cr¨ªtica literaria es transformar la opini¨®n en conocimiento.
P. Me recuerda un pasaje de su libro: "Practicar la cr¨ªtica propiamente dicha consiste en reflexionar po¨¦ticamente acerca del pensamiento po¨¦tico".
R. Los poetas, los novelistas y los dramaturgos piensan a trav¨¦s de im¨¢genes y met¨¢foras, es un pensamiento figurativo. Nada en la literatura de Walt Whitman, por ejemplo, es real. ?l utiliza met¨¢foras como en la ficci¨®n y la ficci¨®n es lo supremo. Estoy escribiendo una obra teatral sobre Whitman y la dificultad es encontrar que los poetas est¨¦n por s¨ª mismos... B¨¢sicamente, el problema es que eso es ficci¨®n. Los poetas utilizan un pensamiento figurativo para hablar. Si yo ahora quiero hacer cr¨ªtica deber¨ªa tener mucha sabidur¨ªa, mucha experiencia para poder acercarme a seres como Cervantes, Shakespeare, los grandes.
P. Ha expresado su alarma sobre la situaci¨®n de la cr¨ªtica. ?C¨®mo la ve hoy?
R. Es reprobable porque se ha politizado, se ha mezclado lo acad¨¦mico y lo pol¨ªtico.Ha surgido una especie de feminismo o racismo y lo que esto ha producido no es real. Lo que ha generado es la destrucci¨®n de la literatura en el mundo ingl¨¦s porque las palabras que se escogen para ense?ar o leer no son en base a criterios intelectuales sino el color de la piel, la orientaci¨®n sexual o el origen ¨¦tnico. La llamada nueva cr¨ªtica y el nuevo cinismo son c¨®mplices inesperados.
P. ?Y fuera del mundo anglosaj¨®n?
R. Estoy cansado de que me pregunten por otras personas, solo ha generado problemas y peleas. El arte de la cr¨ªtica literaria de nuestra ¨¦poca es, como digo en el libro, leer, releer, descubrir, evaluar, apreciar. Porque aunque la cr¨ªtica no puede invertir el declive de la cultura podr¨ªa dar testimonio de ella.
BLOOM CHASQUEA la lengua y se disculpa porque tiene que caminar un poco. "Debo hacerlo cada quince minutos por problemas de circulaci¨®n en las piernas". Se apoya en la mesa para levantarse, coge el caminador y avanza hasta adentrarse en las sombras de un pasillo del apartamento. Solo se escucha el d¨¦bil roce de sus pantuflas sobre el suelo. Hasta que regresa quej¨¢ndose de la disminuci¨®n de la cr¨ªtica en la prensa.
P. ?Cu¨¢l considera que debe ser la labor de la prensa, los suplementos literarios y la cr¨ªtica literaria en esta era de tanta informaci¨®n, potenciada por Internet, que tiende a la desinformaci¨®n?
R. Le voy a contar un episodio: hace 10 a?os remodelaron el Museo Brit¨¢nico y me llamaron porque hab¨ªa un acto donde se iba a hablar de la manera como los computadores transformaban el libro. Entonces pregunt¨¦ qu¨¦ ten¨ªa yo que ver. Me dijeron que era para que defendiera el libro. Mi respuesta fue que no hab¨ªa necesidad de defenderlo porque no era un dinosaurio extinguido. Aunque es verdad que hoy la desinformaci¨®n no se distingue de la informaci¨®n. Lo que hay que hacer es cuestionar toda la informaci¨®n, venga de donde venga, porque los j¨®venes son adictos a la televisi¨®n e Internet y son prisioneros de esa realidad virtual. El exceso de la vida a trav¨¦s de tantas pantallas, televisi¨®n, computador, cine, m¨®viles y dem¨¢s, corre el riesgo de acabar con los daimones, con la posibilidad de inspiraci¨®n y pensamiento.Hemos entrado en la magnificencia de la realidad virtual. Cervantes con el Quijote es un buen ejemplo de ello. Es una profec¨ªa que se est¨¢ cumpliendo porque Sancho y ¨¦l ten¨ªan realidades distintas.
P. ?Se requierem¨¢s que nunca de la cr¨ªtica de referencia, de personas o medios que orienten y fomenten lo mejor?
R. Sin duda. Es necesaria una referencia, pero, precisamente, hoy m¨¢s que nunca es dif¨ªcil hacerla. Pero no todo est¨¢ perdido. Dej¨¦ la academia y eleg¨ª ser profesor para el p¨²blico en general porque prob¨¦ la teor¨ªa, mis libros est¨¢n traducidos am¨¢s de 40 lenguas y recibo correos electr¨®nicos de todo el mundo. En esa audiencia he comprobado que la gente tiene valor intelectual, quiere aprender. Quiere saber qu¨¦ es lo bueno, retornar a los cl¨¢sicos, porque esa literatura es necesaria si queremos aprender. Y yo he encontrado ese p¨²blico en todos los pa¨ªses. A pesar de que los estudiantes van a la universidad con los profesores y encuentran muchas cosas, ellos han desechado todo eso porque es basura y han regresado a los pilares de la literatura para poder comprender lo que viene despu¨¦s. La literatura sublime transporta y engrandece a sus lectores.
P. Pero lo sublime y lo est¨¦tico no parecen vivir su mejor momento.
R. En la vida aparecen caminos extra?os y lugares extra?os. Todav¨ªa hay muchos novelistas estadounidenses fieles a lo mejor del pasado. Tambi¨¦n los poetas como John Jasper, y hay dos o tres en cada pa¨ªs, que son realmente importantes. Pensaba que cuando terminara la carrera iba a tener que pelear para cambiar eso, pero me he dado cuenta de que he influido en muchos j¨®venes en todo el mundo que han tenido el coraje y les he dicho por qu¨¦ leer, c¨®mo leer y qu¨¦ leer. Un deseo que ha permitido la continuaci¨®n de una tradici¨®n por el gusto literario. Es el trabajo de la ilusi¨®n de m¨¢s altos ideales, encontrar el aut¨¦ntico trabajo, la oportunidad de buscar y de establecer grandes est¨¢ndares como los establecieron grandes escritores. Toda esa parte sensitiva los ayuda. ?Hay que mantener a raya la muerte de la imaginaci¨®n!
Y TRAS EXPLICAR LA NECESIDAD de leer a los cl¨¢sicos, Bloom se disculpa de nuevo. Se aleja escoltado por el ruido de sus pasos al ritmo del caminador. A su regreso, manda por delante palabras entusiastas por otro libro que acaba de publicar, La escuela de Wallace Stevens (Vaso Roto), y los que est¨¢ escribiendo: la obra sobre Walt Whitman, un estudio sobre cinco autores esenciales en la creaci¨®n de su pa¨ªs (los poetas Emily Dickinson, Wallace Stevens, Whitman y Hart Crane, y el novelista Herman Melville) y sus ya legendarias memorias literarias.
P. Le voy a mencionar a algunas de las personas que, seg¨²n usted, m¨¢s le han influido como cr¨ªtico. Me gustar¨ªa que dijera algo de ellas [Bloom se sorprende y levanta la cabeza al tiempo que sus cejas pobladas se arquean expectantes]. Longino.
R. [Sonr¨ªe, y su cara adquiere un discreto tono vivaz]. Es el comienzo real del criticismo, de lo que habr¨¢ de ser la cr¨ªtica. Fue un cr¨ªtico genuino. Longino es de lo que hemos estado hablando aqu¨ª todo el tiempo. Longino dice que necesitamos emular a los h¨¦roes, emular su propia grandeza y los retos para crecer como personas.
P. Samuel Johnson.
R. ?Ah...! ?l entendi¨® mejor que ning¨²n otro a Shakespeare. Mostr¨® c¨®mo poner la biograf¨ªa y la cr¨ªtica en otro nivel. Mostr¨® c¨®mo tener vida y trabajar en un sentido profundo e independiente cada uno. Pero, sobre todo, en alg¨²n sentido, mostr¨® el uso de la literatura como forma de vida, de ah¨ª el subt¨ªtulo de mi libro.
P. Immanuel Kant.
R. [Sonr¨ªe y cierra los ojos] ?Ah...! Me influy¨® mucho y logr¨® que me emancipara en la est¨¦tica, la epistemolog¨ªa y la deconstrucci¨®n. En Cr¨ªtica del juicio, Kant enfrenta al cr¨ªtico, a la raz¨®n inteligente de la literatura y dice que t¨² no puedes estar solo con todo el trabajo, no puedes estar solo cuando pones en escena el drama de Shakespeare. Nuestras emociones son est¨¦tica.
Y SIGUEN M?S NOMBRES que le despiertan una evocaci¨®n de pl¨¢cida alegr¨ªa en espiral: Edmund Burke, Walter Pater, Kierkegaard, Gershon-Scholem, Emerson, Kenneth Burke, Sigmund Freud, La Biblia, Angus Fletcher: "Es el cr¨ªtico can¨®nico de mi generaci¨®n"; Hart Crane (su primer amor po¨¦tico): "Ah...".
Es el Harold Bloom que ha intentado comunicar y ense?ar a identificar la belleza y celebrar lo sublime de la literatura. Llega el momento de otro paseo por su casa, esta vez acompa?ado de sus reflexiones sobre el presente con una voz que va y viene, como oleaje: "Es un momento dif¨ªcil para la gente... El gran problema es la educaci¨®n... Si la gente es educada de manera adecuada, puede pensar, pero si la gente no es educada no es posible que piense. Toda la vida he sido profesor, por eso s¨¦ que aqu¨ª no pensamos...".
Anatom¨ªa de la influencia. La literatura como modo de vida. Harold Bloom. Traducci¨®n de Dami¨¤ Alou. Taurus. Madrid, 2011. 444 p¨¢ginas. 24 euros. La escuela de Wallace Stevens. Un perfil de la poes¨ªa estadounidense contempor¨¢nea. Harold Bloom. Edici¨®n de Jeannette L. Clariond. Vaso Roto. Madrid, 2011. 814 p¨¢ginas. 38 euros.
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