Los tiempos precipitados
Dada la confusi¨®n que siembran quienes mueven la sart¨¦n sin soltar nunca el mango, sacudiendo para sus intereses el revuelto en que vamos deviniendo, he decidido que, en la medida de lo posible, decidir¨¦ mis tiempos. No el Tiempo, caprichoso avatar que ni ellos ni yo podemos someter, al menos en eso estamos igualados.
He decidido, por lo tanto, que hoy es Navidad. Y, ya puesta, Nochevieja y Reyes.
No esperar¨¦ otras luces de adorno que aquellas que todav¨ªa se encienden en mi interior. Colgar¨¦ los regalos de mis buenos deseos en sem¨¢foros y farolas del coraz¨®n, y no necesitar¨¦ de se?ores de rojo con barba y reno, ni de beb¨¦s en pa?ales en portales y pajas, para cerrar los ojos y desearme a m¨ª misma, y a los m¨ªos -los nuestros-, todas aquellas peque?as cosas que, ahora m¨¢s que nunca, se asemejan a un jard¨ªn de los frutos prohibidos.
"Me detendr¨¦ para apreciar un repenti-no perfume o valorar un gesto de bondad"
Para empezar, no tendr¨¦ prisa. Me detendr¨¦ tantas veces como sea necesario para apreciar un repentino perfume que se abre camino entre la mierda, o para valorar un gesto de bondad que refulge entre la estulticia; de igual modo, acortar¨¦ el paso y otear¨¦ a mi alrededor para detectar los enga?os, reconocerlos y rechazarlos en la medida en que me sea posible.
Cuando los gritos y las amenazas y los mensajes agoreros, y la misma cruda realidad quieran ensordecerme, elegir¨¦ una tormenta de m¨²sica, un mar embravecido narrado por un genio en 1887, tan lejos como eso: el coro Una vela! Una vela!, de Otello, de Verdi. Contra la vulgaridad y la zafiedad cotidianas, y contra el ruido y la furia de la codicia y la insensibilidad que quiere instalarse en nuestras vidas, contra todo eso, arte, y cultura, el mismo arte y la misma cultura que se nos quiere arrebatar. Y coros: Va pensiero, co?o, haz algo. Vuela, pensamiento, y el¨¦vanos por encima de esta barbarie con traje de Armani.
Nada fundamental est¨¢ perdido -en el sentido original: lo que nos funda y nos sostiene- si existen la m¨²sica, los libros y la belleza, a nuestro alcance aunque sea con las u?as. Demos gracias si la ignorancia todav¨ªa no nos ha arrasado; y sintamos piedad por aquellos a quienes no se permiti¨® salir de la ignorancia. Incluso por aquellos que se encerraron en ella. Qu¨¦ desperdicio de vidas.
Al cierre de museos responder¨¦ con los cuatro cat¨¢logos que tengo en casa y, muy por encima, muy por las cumbres, con el cat¨¢logo de mi memoria, mientras -junto con la gratitud por haber recibido tanto- memoria me quede. Y, cuando no tenga m¨¢s remedio que gritar, en uno de esos d¨ªas en que las injusticias se hacen puntuales y dolorosas -ese d¨ªa, por ejemplo, en que una persona muere a causa del desmantelamiento de la Sanidad p¨²blica-, gritar¨¦ como el personaje de Munch, gritar¨¦ para adentro con la conciencia y el dolor, para que mi grito no se confunda con el estruendo de voces vanas que claman por sus beneficios. Para que no se diluya entre f¨²tiles truenos de manipuladores.
Inocentes banderolas de deseos cuelgan de farolas y sem¨¢foros que puntean mis calles interiores, esas que puedo empedrar con palabras que las vac¨ªan de coches y les ponen parterres y papeleras, y perros alegres y ni?os sanos que juegan y viejos sabios que dormitan, y mujeres vivaces que cotillean. Puesta a vaciar mis avenidas, impedir¨¦ el paso a los hombres livianos que gritan por tel¨¦fono: "?No lo dudes! ?Eso te va a beneficiar m¨¢s de lo que imaginas!". Y tambi¨¦n a los hombres vencidos que desconectan el m¨®vil y se sientan en un banco, las espaldas ca¨ªdas, m¨¢s hundidos que los ancianos que toman, que tomar¨¢n el sol en mi plaza de adentro.
Me pertrechar¨¦ en fechas, en recuerdos, en deseos y esperanzas. Para esta Navidad y esta Nochevieja y esta noche de Reyes que es hoy porque me da la gana, me regalo la voluntad que no podr¨¢n quebrar y el ¨¢nimo que no lograr¨¢n anegar con sus sollozos de papel y sus agon¨ªas de caja fuerte.
Llega el tiempo de encontrarnos.
Que ya est¨¢ bien de que nos abran alcantarillas las propias ratas. Ah, y feliz Navidad.
www.marujatorres.com
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