Maestro Pineda
Cuando naci¨®, hace 29 a?os, a sus padres les dijeron que nunca podr¨ªa aprender, excepto lo m¨¢s sencillo. Hoy es diplomado en Magisterio y pronto se licenciar¨¢ en Psicopedagog¨ªa por la Universidad de M¨¢laga. Y ha empezado a trabajar en el ¨¢rea de bienestar social del Ayuntamiento de esa ciudad, que es la suya. Ciertamente, Pablo Pineda es la ¨²nica persona con s¨ªndrome de Down, en toda Europa, que ha llegado tan lejos; una excepci¨®n, casi un milagro. Tal vez una esperanza para cierto n¨²mero de padres que, angustiados, se preguntan qu¨¦ porvenir les espera a sus hijos que, como Pablo, han nacido con un fallo gen¨¦tico. En esta entrevista, Pablo env¨ªa un mensaje a sus iguales, y a los padres de esos ni?os, a los profesores y a la sociedad entera. Sabe lo que dice: ha convertido su dif¨ªcil vida, marcada por una categor¨ªa (...), en una experiencia singular a base de esfuerzo, de aguante, de buscar los caminos m¨¢s id¨®neos; en un transcurrir lleno de satisfacciones conseguidas a pulso y una a una. La verdad es que si Pablo Pineda es una excepci¨®n, ¨¦l no quiere serlo; no quiere estar solo, ni que le se?alen con el dedo. Y si no para de hacer entrevistas, de salir por televisi¨®n, es porque todo lo hace para ayudar al colectivo del que se ha convertido en una bandera.
"A los 21 a?os me entero de lo que es esta discapacidad. Cuando empec¨¦ a leer en los libros, me dije: yo no soy as¨ª"
"Te etiquetan y de ah¨ª no sales. Lo que m¨¢s me compensa es demostrar lo que somos capaces de hacer"
Creo que est¨¢ muy acostumbrado a las entrevistas. Mucho. Al principio me chocaba, porque ve¨ªa mi vida tan normal, tan fuera de inter¨¦s. ?Y qu¨¦ he hecho yo de extraordinario? Aunque la primera noticia de que era s¨ªndrome de Down la tuve a los seis o siete a?os. Un profesor de universidad que llevaba el Proyecto Roma, don Miguel Garc¨ªa Melero, en el despacho del director me pregunt¨®: "?T¨² sabes que eres s¨ªndrome de Down?". Yo, inocentemente, le dije que s¨ª, aunque no ten¨ªa ni idea. ?l lo not¨® y se puso a explicarme qu¨¦ era eso (...). Y yo, como a todo le saco punta y tengo esa agudeza mental, le dije: "Don Miguel, ?soy tonto?".
?Por qu¨¦ se lo pregunt¨®? No s¨¦. Es dif¨ªcil saberlo. Quiz¨¢ si a los seis a?os te asocian con un s¨ªndrome, t¨² lo asocias a ser tonto o no. ?l me dijo que no era tonto, y le pregunt¨¦: "?Y voy a poder seguir estudiando?". ?l me dijo: "S¨ª, por supuesto". Luego comenz¨® el proceso de la calle; los ni?os empezaron a decirme: "Pobrecito, est¨¢ malito". Y yo me enfurru?aba, porque no estaba enfermo.
Pero s¨ª ve¨ªa que su cara era distinta. Eso s¨ª. Que ten¨ªa los ojos m¨¢s alargados, que las manos no eran iguales. No hab¨ªa visto a otros ni?os con s¨ªndrome, pero quiz¨¢ ten¨ªa la mosca detr¨¢s de la oreja. En casa le pregunt¨¦ a mi madre: ?Es verdad que soy s¨ªndrome de Down? (...) Y volv¨ª a hacer la misma pregunta: "?Puedo seguir estudiando?". "Claro", dijeron, "sin problemas". Estaba muy a gusto en el colegio, con mis compa?eros. Luego, durante un tiempo, no tuve inter¨¦s de saber m¨¢s; hasta que empec¨¦ a estudiar la carrera de Magisterio, a los 21 a?os, al tocar el campo de la educaci¨®n especial: ah¨ª es cuando me entero de lo que es esta discapacidad. Aunque, al describirla, los libros hablaban de que era una enfermedad y de la cultura del d¨¦ficit, de todos los problemas que tienen. Muy negativo. Y cuando empec¨¦ a leerlo, me dije: yo no soy as¨ª.
?Pens¨® que era un s¨ªndrome de Down un poco especial? Exactamente. Tambi¨¦n pens¨¦ (...) que otros muchos s¨ªndromes de Down que ya conoc¨ªa tampoco eran como los describ¨ªan los libros. La literatura nos pone peor de lo que somos, y nos aparta. (...)
?Y cu¨¢ndo se acept¨® del todo? Pronto. He dado conferencias, y en una de ellas, cuando ten¨ªa 14 a?os, una se?ora me pregunt¨® si me har¨ªa la cirug¨ªa est¨¦tica para cambiar los rasgos de mi cara. Y le dije: "No, lo tengo a mucha honra". Y luego: "?Es que no te gusta como soy?". Yo he sido muy exigente conmigo mismo. (...)
En realidad, su vida debe de ser dif¨ªcil, necesita ser un buen guerrero para llevarla. S¨ª que es duro, m¨¢s que nada porque siempre tienes que estar demostrando que puedes. (...) Es muy cansado, te hartas. A veces piensas que los prejuicios han disminuido, pero es que est¨¢n m¨¢s soterrados. (...)
?Sus padres le han empujado a que hiciera usted las cosas, consultaron a los m¨¦dicos cuando era peque?o? Cuando empezamos, m¨¢s que consultar a los m¨¦dicos, eran ellos los que dec¨ªan a los m¨¦dicos qu¨¦ hab¨ªa que hacer. Ellos dec¨ªan: este ni?o no podr¨¢ aprender m¨¢s que las cosas m¨¢s sencillas, y mis padres no les hac¨ªan caso: tu oc¨²pate de las am¨ªgdalas, que yo me ocupo de su educaci¨®n. Nunca creyeron que no podr¨ªa aprender. (...) Mis padres siempre han pensado que yo deb¨ªa ser aut¨®nomo y me han educado para ello. (...)
Le¨ªa el otro d¨ªa en un libro que ser Down, como sucede con otras cosas, le coloca a uno en una categor¨ªa que pesa mucho m¨¢s que las potencialidades que se tengan, los talentos que pueda tener. Te etiquetan y de ah¨ª no sales. Toda la vida voy a llevarlo encima. As¨ª como a David Bisbal le llaman el triunfito, a m¨ª me llaman el s¨ªndrome de Down. Hay consuelos (...), yo veo que en el trabajo me consideran ¨²til, y eso me gusta. Pero lo que m¨¢s me compensa es demostrar lo que somos capaces de hacer, que lo vean a trav¨¦s de lo que yo hago. Claro que esto solo se puede entender si a uno le importan los dem¨¢s, si eres progresista. (...)
![Pablo Pineda, el ¨²nico diplomado universitario con s¨ªndrome de Down en Espa?a.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NG5PRQNXRV4V6ZHUX252YZQGEQ.jpg?auth=aa0bf0840a5889c7ac010bae70233ad130d11f5ced644e03b0ee5c92cc00a709&width=414)
Doctorado en cine
Tras la pista. El maestro Pineda, de nombre Pablo, primer universitario con s¨ªndrome de Down de Europa, tiene hoy 37 a?os, sigue viviendo en M¨¢laga, en casa de sus padres, igual que sigue escuchando Los 40 principales. Se diplom¨® en Magisterio, pero no lleg¨® a licenciarse en Psicopedagog¨ªa. Le quedaron cuatro asignaturas y las fue abandonando poco a poco, mientras preparaba el asalto a una trinchera inesperada y quiz¨¢ a¨²n mayor: el cine.
Concha de plata. En 2009 interpret¨® con ¨¦xito apabullante a un trasunto de s¨ª mismo en la pel¨ªcula Yo, tambi¨¦n, junto a la actriz Lola Due?as, rol por el que se le concedi¨® la Concha de Plata a la mejor interpretaci¨®n en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, y por el que fue candidato al Goya al mejor actor revelaci¨®n.
Integraci¨®n. Su caso abri¨® una cu?a, pero los muros persisten: sigue siendo el ¨²nico espa?ol con s¨ªndrome de Down (hay unos 34.000 en Espa?a) en posesi¨®n de un t¨ªtulo universitario. Y solo un 5% de aquellos en edad de trabajar tiene empleo.
Su lucha. Ocho a?os despu¨¦s de que saliera su rostro en nuestra portada -"guardo la revista como oro en pa?o"-, Pineda se dedica a impartir conferencias y a batallar por sus semejantes. "He viajado a B¨¦lgica y cruzado el oc¨¦ano hasta Colombia", dice. Para que los directivos de Endesa, Mapfre o Bancaja vean en su rostro el salto posible. "Les impresiono, se quedan descolocados". Un proyecto alicantino que lleva su nombre ha impulsado la contrataci¨®n de 42 personas con discapacidad en empresas privadas.
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