Buika Temperamento y alboroto
La terminar¨¢n llamando La Indomable. Quien fuera su representante de siempre a¨²n se hace cruces pensando que, tras cerrarle una actuaci¨®n para marzo en el Carnegie Hall neoyorquino, Concha Buika prefiri¨® dar un portazo, cancelar toda su agenda y mandarse a mudar a Miami. Son las cosas de esta singular mallorquina de Guinea, a caballo siempre entre el genio y el capricho. La misma mujer que logr¨® colocar un par de temas en la nueva pel¨ªcula de Almod¨®var pero desapareci¨® del mapa durante los fastos inaugurales de La piel que habito. Pasional y excesiva en casi todo, dentro y fuera del escenario. La avala su talento para no pasar jam¨¢s inadvertida; pero, a cambio, tambi¨¦n puede resultar irritante.
Anoche, con un Teatro Calder¨®n entregado en una gala ben¨¦fica contra el sida, Buika arranc¨® sosegada, serena, gust¨¢ndose en su escueto mano a mano con el pianista Iv¨¢n Mel¨®n Lewis y el percusionista Ram¨®n Porrina.
Se ha especializado la de Mallorca en cantarle a los lacerantes aguijones del desamor y a la angustia de quien se aferra a las ¨²ltimas briznas de esperanza. Pero siempre acaba desat¨¢ndose, como cuando se enrabieta en Mentirosa (ah, las miserias de la cobard¨ªa) y Mel¨®n la secunda con un piano tan caribe?o y enfebrecido como el de Michel Camilo. O cuando aprovecha Volver¨¢s para glosar entre sollozos flamencos esos amores que, entre tempestad y tempestad, siempre acaban regresando.
Los pies descalzos de Concha Buika transitan a menudo por la delgada l¨ªnea que separa la emoci¨®n de la sobreactuaci¨®n, el temperamento del alboroto. Es un peligro que nunca borde¨® Nina Simone, la mujer a la que m¨¢s le gustar¨ªa parecerse pero con la que, por ahora, solo la emparenta un cierto aire f¨ªsico.
Embriagadora solo a ratos, Buika al menos enhebr¨® un buen discurso sobre c¨®mo eliminar la culpa de nuestras conciencias. Algunos terapeutas invierten meses en ello.
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