El contrabajista flamenco

En el ¨²ltimo medio siglo el flamenco y el jazz han vivido un sinf¨ªn de idilios t¨®rridos y apasionados. En algunos casos los resultados han sido tremendamente buenos, en otros tremendamente malos, como si en estas cosas no cupiera el t¨¦rmino medio. Ha habido de todo, pero siempre tanto jazzistas como flamencos han cedido terreno para acercarse al otro buscando el punto de encuentro.

En el caso de Dave Holland y Pepe Habichuela no ha sucedido nada de eso. El guitarrista granadino no se ha movido ni un mil¨ªmetro de su posici¨®n y ha sido el contrabajista brit¨¢nico el que ha tenido que dejar todo su equipaje en el vestuario para reciclarse en flamenco convencido. Y como Holland no es persona de medias tintas el resultado es sencillamente apabullante. Y lo m¨¢s importante: ha ido profundizando en el tema hasta conseguir una sensibilidad jonda que pone la carne de gallina.

Al antiguo compa?ero de Miles se le ve feliz abordando tangos, rumbas o buler¨ªas, su mirada no es la del benevolente turista brit¨¢nico, sino la del devoto convertido. Su papel se meci¨® entre la ligereza de un guitarrista y la profundidad de un gran cantaor y sin usar nunca el arco, astucia muy manida en estos casos. Su pizzicato a todo lo largo del concierto fue de una belleza tal que hizo desaparecer del escenario hasta al mismo Pepe Habichuela, todo y que el guitarrista tuvo algunas intervenciones de verdadera magia que enardecieron al personal.

Para el recuerdo: el momento en que se quedaron a solas para recordar a Camar¨®n, un di¨¢logo sencillamente estremecedor. Tras escuchar ese tema ya no cabe ninguna duda: Dave Holland es EL (con may¨²sculas) contrabajista flamenco.