Lynn Margulis, la pasi¨®n por la vida
Su estudio de la evoluci¨®n celular modific¨® nuestra percepci¨®n de la biosfera
Si el tel¨¦fono sonaba en horas ins¨®litas de la ma?ana yo ten¨ªa la certeza que me buscaba Lynn Margulis (Chicago, 1938). En un espa?ol salpicado de aztequismos aprendido hace muchos a?os en un pueblo cercano a la ciudad de M¨¦xico, me saludaba recitando la lista interminable de mis nombres y apellidos y sin tomar aliento me describ¨ªa los hallazgos a¨²n no publicados sobre microorganismos ex¨®ticos, me invitaba a dar una conferencia, me contaba los avances de su ¨²ltimo libro, me ped¨ªa que le describiera las ¨²ltimas novedades sobre el origen de la vida y termin¨¢bamos la conversaci¨®n con la certeza de que pronto nos ver¨ªamos de nuevo. Due?a de una vitalidad inigualable que llev¨® a los estudiantes de Boston a apodarla Nuestra Se?ora del Movimiento Perpetuo, la mezcla explosiva de su inteligencia, irreverencia cient¨ªfica y enorme calidez sedujo a un sinn¨²mero de alumnos, colegas y amigos que seguimos lamentando su muerte prematura ocurrida el pasado 22 de noviembre a los 73 a?os, a consecuencia de una embolia.
Enmend¨® la plana a Linneo y Haeckel, reclasificando todas las criaturas vivas
Es imposible separar la vida personal de Lynn Margulis de su biograf¨ªa cient¨ªfica. A los 14 a?os ingres¨® a la Universidad de Chicago, y al concluir sus estudios de Biolog¨ªa tres a?os mas tarde se march¨® a M¨¦xico para trabajar en un proyecto de etnobot¨¢nica al lado de Oscar Lewis, el legendario antrop¨®logo de la pobreza que estudiaba la vida cotidiana de Tepoztl¨¢n. Ling¨¹ista nata, all¨ª reforz¨® Lynn el amor por todas las variantes del castellano que hab¨ªa comenzado a conocer cuando se aventuraba con audacia adolescente a los barrios bajos de su natal Chicago. Su estancia en Tepoztl¨¢n dur¨® menos de un a?o, pero cuando regres¨® 30 a?os despu¨¦s las ancianas sal¨ªan de sus casas a abrazarla, presentarle a sus hijos y nietos e invitarnos a comer sentados en el suelo en torno al fog¨®n.
Lynn regres¨® a los EEUU, se cas¨® con Carl Sagan, tuvo sus primeros dos hijos y termin¨® su doctorado. Se divorci¨® de Sagan y se cas¨® con Nick Margulis, un qu¨ªmico estadounidense, y tuvo dos hijos mas, pero se volvi¨® a separar porque no quiso cuidarle el fog¨®n a Carl Sagan ni a ning¨²n otro. Mientras estudiaba el posgrado los descubrimientos de la biolog¨ªa molecular estaban transformando a las ciencias de la vida mes a mes, pero muy pocos se interesaban por el origen y evoluci¨®n de las c¨¦lulas. Haciendo gala de una intuici¨®n excepcional y de un conocimiento formidable de la biolog¨ªa, Lynn Margulis no tard¨® en darse cuenta del papel central que la simbiosis jug¨® en el origen de las c¨¦lulas nucleadas de plantas, hongos, animales y un sinn¨²mero de microorganismos. As¨ª, mientras algunos miraban hacia el DNA, ella comenz¨® a asomarse hacia el planeta, lo que le permiti¨® describir la relaci¨®n entre algunos procesos centrales de la evoluci¨®n biol¨®gica con la transformaci¨®n de la atm¨®sfera, los sedimentos y la hidrosfera de la Tierra misma. Algunas veces se equivoc¨®, pero sus aciertos modificaron para siempre nuestra percepci¨®n de la biosfera.
La acompa?¨¦ a tomar el t¨¦ con arist¨®cratas ingleses, intent¨¦ mediar cuando se enfrasc¨® en una discusi¨®n con Stephen Jay Gould en los palacetes suecos de Alfred Nobel, y me arrastr¨® gustoso a visitar a George Gaylord Simpson y a Ernst Mayr. Me oblig¨® a acampar en medio de salinas desoladas, contempl¨¦ desde la seguridad de una playa c¨®mo se met¨ªa a nadar entre los leones marinos en las Gal¨¢pagos y la vi fascinar a las buenas familias latinoamericanas que hac¨ªan caso omiso de su desinter¨¦s por la etiqueta mientras se rend¨ªan ante el encanto de su inteligencia deslumbrante, pero donde era realmente feliz era con estudiantes, para los que siempre tuvo un lugar en su mesa y en su coraz¨®n. No en balde su hijo Dorion Sagan afirm¨® que trataba a sus alumnos como si fueran sus hijos, y a sus hijos como si fueran sus estudiantes de posgrado.
Consciente de las implicaciones de su teor¨ªa sobre el origen simbi¨®tico de la c¨¦lulas nucleadas, les enmend¨® la plana a Linneo y Haeckel y se ech¨® a cuestas la reclasificaci¨®n de todas las criaturas visibles e invisibles, a las que agrup¨® en cinco grandes reinos. Los microbios eran sus preferidos, y en su cartera llevaba las fotograf¨ªas de sus protistas preferidos al lado de las im¨¢genes de sus hijos y nietos. Escritora prol¨ªfica y de un enorme refinamiento intelectual, hizo de la promoci¨®n de la visi¨®n secular de la evoluci¨®n uno de sus empe?os fundamentales. Fue una amiga leal, una maestra insuperable y una colega generosa, que comenc¨¦ a comprender y querer mas el d¨ªa en que durante una conferencia descubr¨ª en su mirada el candor de una ni?a fr¨¢gil pero armada de una curiosidad y una valent¨ªa irrefrenables, lista para adentrarse a lo desconocido, como lo ha hecho ahora y para siempre.
Antonio Lazcano Araujo es catedr¨¢tico de Origen de la Vida en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) y fue presidente de la Sociedad Internacional para el Estudio del Origen de la Vida.
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