Usted y Lehman Brothers
No s¨¦ si se ha dado cuenta pero usted y Lehman Brothers son los verdaderos responsables de la crisis. Los hermanos Lehman dieron el pistoletazo de salida de la actual crisis econ¨®mica pero lo suyo... Lo suyo es a¨²n m¨¢s grave. Su responsabilidad es mayor que la de estos magnates y a estas alturas deber¨ªa reconocerlo: usted ha vivido por encima de sus posibilidades.
Como en la novela El proceso, de Kafka, el acta de acusaci¨®n a¨²n no est¨¢ finalizada pero su culpabilidad es m¨¢s que manifiesta. No puede ocultar a nuestros ojos sus delitos. Hemos aprendido de la Iglesia cat¨®lica el inmenso valor de la culpa, esa sustancia pegajosa que se extiende por el cuerpo social y que paraliza a las v¨ªctimas. Y la prueba fehaciente de su delito es que usted muestra s¨ªntomas de culpabilidad. Y si no, revise sus acciones detenidamente. Seguramente ha sido usted una de las personas que compraron su vivienda en los ¨²ltimos diez a?os. No se escude ahora en que se trata de un bien de primera necesidad. Nadie le obligaba a recurrir a cr¨¦ditos bancarios ni le garantizaba su valor. ?Lo ve? Incluso aunque pague religiosamente sus recibos: usted ha sido instigador de la burbuja inmobiliaria y de la consiguiente pompa financiera.
Adem¨¢s, si es usted una de las personas que tiene un trabajo estable, debe considerarse un privilegiado. Si es usted funcionario, realmente su caso es muy grave, una especie de bomba de destrucci¨®n masiva de las finanzas p¨²blicas. ?No le averg¨¹enza tener un salario fijo en estos tiempos? No me cuente que trabaja duramente ni que gan¨® su puesto con mucho esfuerzo y sacrificio. Tampoco me argumente que durante los a?os de bonanza su sueldo apenas ha crecido y que con la crisis se ha reducido de forma importante. Usted demuestra mucha insolidaridad cobrando todos los meses y teniendo un lugar al que ir a trabajar. Por eso su caso debe ser tratado con una dureza extraordinaria: la mayor parte de los recortes y de los sacrificios ir¨¢n a su cuenta. Pero si usted es un trabajador del sector privado o un eventual, tampoco est¨¢ fuera de esta acta de acusaci¨®n. Seguro que exigi¨® cobrar seg¨²n el convenio, se empe?¨® en demandar una indemnizaci¨®n en caso de despido y es posible que acariciara la idea de jubilarse antes de que los huesos le crujieran en el andamio o en la cadena de producci¨®n. ?No vio con claridad que sus derechos estaban claramente por encima de sus posibilidades?
Los excesos y pecados son verdaderamente imperdonables: los enfermos abarrotaban las salas de espera de los centros de salud y de los hospitales para en una clara muestra de abuso del servicio; los mayores y discapacitados cobraban una ayuda de la ley de Dependencia cuando solo se trataba del l¨®gico deterioro producido por la edad o por los genes; los inmigrantes pod¨ªan acudir a la sanidad p¨²blica y sus hijos a los colegios y, en el colmo de los dislates, se enviaban recursos a algunos pa¨ªses del Tercer Mundo sin entender que, la caridad bien entendida, empieza por uno mismo.
Pero todo esto va a cambiar. ?Lo entiende, no? ?Comprende ahora el alcance de su culpabilidad? Usted merece mayor condena que Lehman Brothers. Ellos disfrutaban de aviones privados, de una flota de veh¨ªculos y de yates, pero no viv¨ªan por encima de sus posibilidades. Es m¨¢s, las posibilidades se ajustaban a sus necesidades y los Gobiernos eran como plastilina en sus manos. Ellos eran hijos y nietos de banqueros mientras que usted, que no es nadie, ha hundido con sus peque?os derechos el sistema financiero. Sin embargo, si pensaba que sus cr¨ªmenes hab¨ªan pasado desapercibidos ya habr¨¢ comprobado su error. Algo me dice que usted comprende perfectamente la situaci¨®n y, por eso, ahora va a empezar a pagar.
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