La ¨²nica devaluaci¨®n posible
En mitad de las peores crisis econ¨®micas, los antiguos gobernadores del Banco de Espa?a eran los responsables de preparar las devaluaciones de la peseta. El actual, que no puede intervenir en la valoraci¨®n del euro, se ha especializado en la ¨²nica devaluaci¨®n posible en esta nueva crisis: la de los salarios. Por eso, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez es un ardiente defensor de la reforma del mercado laboral. Lo explic¨® claramente el pasado jueves en el acto de presentaci¨®n de un estudio sobre las crisis bancarias: "Como he se?alado repetidamente, la reforma laboral es la ¨²nica posibilidad que tenemos, en el contexto de la uni¨®n monetaria, para hacer una devaluaci¨®n interna en un periodo relativamente corto".
Falto de poder para devaluar la moneda, el gobernador del Banco de Espa?a se especializa en devaluar los salarios
Esa es exactamente la situaci¨®n. Con toda sinceridad. Lo curioso es que todo el mundo lo supo desde el mismo momento en que se cre¨® el euro y Espa?a ingres¨® en el club de la moneda ¨²nica. Hasta las gu¨ªas de uso que elaboraron los peri¨®dicos en aquel momento (2001-2002) lo dejaron perfectamente claro. A la pregunta "?Qu¨¦ riesgos conlleva el euro?", la Gu¨ªa de El Pa¨ªs respond¨ªa: "En caso de crisis, el mercado de trabajo y el nivel de los salarios ser¨¢n la ¨²nica v¨¢lvula reguladora para restaurar la competitividad perdida".
Todo el mundo sab¨ªa que en Espa?a, en caso de crisis, la ¨²nica manera de ajustar ser¨ªa el aumento del paro y la subsiguiente devaluaci¨®n de los salarios. Se supon¨ªa, eso s¨ª, que antes de que llegara la cat¨¢strofe, dar¨ªa tiempo para hacer algunas reformas: la laboral, como propone el gobernador, desde luego, pero tambi¨¦n, y muy fundamentalmente, la de una mayor gobernanza econ¨®mica europea. Como dijo el jueves el propio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, "si desde el principio de la Uni¨®n Monetaria hubi¨¦ramos contado con los instrumentos que se han aprobado ¨²ltimamente, seguramente la actual crisis de la eurozona no hubiera explosionado, puesto que no se hubieran alcanzado los niveles de divergencia, en t¨¦rminos de competitividad, endeudamiento excesivo o d¨¦ficit p¨²blicos, entre sus miembros que ahora estamos tratando de corregir". El problema es que los avances ahora logrados no tienen casi repercusi¨®n en la situaci¨®n actual ni en nuestro problema m¨¢s inmediato, cinco millones de parados, explic¨®.
Efectivamente, eso es sinceridad. Para gestionar la crisis actual, ya no queda m¨¢s que una devaluaci¨®n posible. Todas las otras posibilidades se desecharon. Hace unos pocos a?os parec¨ªa claro que la opacidad del sistema financiero era mucho m¨¢s peligrosa que la indudable rigidez de la jornada laboral. Se hubiera dicho que corr¨ªa m¨¢s prisa por encontrar los instrumentos de gobernanza econ¨®mica que por crear un contrato ¨²nico. Pero el Banco de Espa?a solo hablaba, entonces y ahora, de la reforma laboral. Y ahora, ciertamente, ya no hay mucho que discutir. Tal y como est¨¢n las cosas, todos vamos a empezar a hablar de la famosa flexiguridad que apareci¨® en los papeles de la Uni¨®n Europea all¨¢ por 2007.
Por si acaso, y para que, por el camino, la flexiguridad no se convierta en una caricatura de su sentido original, conviene recordar que no se trata solo de introducir flexibilidad a la hora de contratar y de despedir, como algunos querr¨ªan hacer creer, sino que es un concepto que lleva aparejada tambi¨¦n una alta protecci¨®n social (seguridad) y unas pol¨ªticas de formaci¨®n y reinserci¨®n laboral extraordinariamente activas.
As¨ª que cuando el gobernador del Banco de Espa?a se queja, con raz¨®n, de que las medidas adoptadas hasta ahora se concentren en evitar o mitigar crisis venideras y no en acordar medidas para salir de donde estamos, y propone imitar a otros pa¨ªses europeos en el camino de la flexiguridad, se est¨¢ refiriendo a un sistema muy complejo. No trata (¨²nicamente) de bajar los salarios y de rotar en los puestos de trabajo, sino tambi¨¦n, y simult¨¢neamente, de un Estado fuerte capaz de recoger a los trabajadores en los periodos de desempleo, de volverlos a formar r¨¢pidamente y de encontrarles un nuevo trabajo temporal. Y as¨ª, tantas entradas y salidas del mercado laboral como sea preciso, siempre dentro del sistema y siempre dentro de la seguridad social.
Como resulta evidente, la aut¨¦ntica flexiguridad no es barata. Sin duda, disminuye el n¨²mero de parados y, en ese sentido, reduce el d¨¦ficit p¨²blico, y logra algo muy importante y razonable que es minimizar las diferencias entre trabajadores fijos y temporales, pero exige tambi¨¦n una potente inversi¨®n social y una potente red de formaci¨®n. Otra cosa ser¨ªa crear peores y m¨¢s extensos males.
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