Cita con la paz de Israel y Palestina
Hay que intentarlo todo. Probarlo todo. Pues en la encrucijada de las diferentes opciones tenemos la posibilidad de una soluci¨®n, fieles a la iniciativa de Ginebra de 2003
Ginebra.
Aqu¨ª fue donde, hace ahora ocho a?os, se lanz¨® el famoso Plan de Ginebra, elaborado y firmado, con el apoyo de suizos y franceses, por distintas personalidades de las sociedades civiles palestina e israel¨ª.
Y aqu¨ª, en la misma universidad y, tal vez, ante las mismas personas, vuelven a encontrarse el 22 de noviembre los principales protagonistas de entonces; se dir¨ªa que la congelaci¨®n de toda negociaci¨®n los ha mantenido ajenos a cualquier cambio, tambi¨¦n a ellos.
Discurso de la presidenta de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica, Micheline Calmy-Rey, aclarando por qu¨¦ quiso este acto de conmemoraci¨®n y reactivaci¨®n a solo unas semanas de su partida.
Intervenci¨®n de Yossi Beilin, padrino israel¨ª de la iniciativa, explicando una vez m¨¢s que, para salir de la espiral del fanatismo y el odio, no hay otro camino que la aceptaci¨®n, por ambos bandos, del doloroso sacrificio de una parte de su sue?o.
Ocho a?os despu¨¦s del Plan de Ginebra han vuelto a reunirse personalidades palestinas e israel¨ªes
M¨¢s reuniones, difusi¨®n de la palabra por la Red, acicatear a quien pueda hacer suya la idea: todo puede ser ¨²til
Refuerzo del rabino Yitzhak Vaknin, responsable del partido religioso Shas y vicepresidente de la Knesset, recordando que la ¨²nica alternativa a la paz ser¨ªa la transformaci¨®n de Israel en un Estado binacional y que eso implicar¨ªa renunciar a ese car¨¢cter jud¨ªo que es el eje de su proyecto.
Hermosa r¨¦plica de Yasser Abed Rabbo, partenaire palestino de Beilin, a una estudiante que le reprocha haber abandonado el "derecho al retorno" de los refugiados de 1948, de sus hijos, de sus nietos y, al hacerlo, haber malvendido los intereses sagrados de su pueblo: "Todo lo contrario", exclama. "Es todo lo contrario. Esa renuncia a un derecho irrealista era y sigue siendo la ¨²nica forma de evitar una nueva Nakba o, en otras palabras, una nueva cat¨¢strofe".
Por mi parte, intento vislumbrar los diferentes medios, no solo para conmemorar, sino para continuar, enriquecer e incluso culminar un d¨ªa la hermosa iniciativa de 2003.
Cuando se hace lo que ustedes han hecho, les digo, en sustancia, a Beilin y Rabbo, cuando se est¨¢ detr¨¢s de semejante rasgo de coraje y talento pol¨ªtico, cuando se es autor de semejante plan, el ¨²nico que se concibi¨® para atestiguar que la coexistencia entre los dos pueblos es no solo deseable, sino posible, en resumen, cuando se tiene entre manos la idea de un acuerdo del que se han dise?ado hasta los m¨¢s m¨ªnimos contornos, hay tres maneras de proceder; y no cuatro, tres.
Est¨¢ la v¨ªa kantiana o, tal vez, prof¨¦tica: una Idea, s¨ª; una gran y magn¨ªfica idea que domina desde su magnificencia las confusas e inciertas tentativas de darle una salida; una referencia; un patr¨®n; una idea petrificada, o una idea del Comendador de las ideas que permite juzgar, calibrar, casi dir¨ªa evaluar, los esfuerzos de los pol¨ªticos, sus palos de ciego m¨¢s o menos sinceros, sus aproximaciones.
Est¨¢ la v¨ªa apost¨®lica o, si se prefiere, democr¨¢tica: hacer que la Idea salga de su mausoleo; propagarla; difundirla; querer que un m¨¢ximo de gente, en Israel, en Palestina, en el mundo, sea consciente de un proyecto en el que no hay ni un rinc¨®n de desierto, ni un bosquecillo de olivares, ni un guijarro, que no hayan sido objeto de una ¨¢spera negociaci¨®n; en otros t¨¦rminos: obligarla a descender del cielo a la tierra y a convertir, con el tiempo, a un n¨²mero creciente de hombres y mujeres de buena voluntad.
Y, finalmente, est¨¢ la v¨ªa por la que vosotros nos llevar¨ªais, amigos autores del plan, si escogierais poneros en manos de los reyes, es decir, en el papel de aquellos a los que la historia de las ideas llama saint-simonianos: en busca del rey de la Idea; en busca de aquel o aquella que ser¨¢ su portavoz m¨¢s iluminado; confi¨¢ndosela; dej¨¢ndosela en herencia y en dep¨®sito; contando con ¨¦l, o con ella, para encarnarla y, al encarnarla, hacerla entrar, un d¨ªa, en el cuerpo de un tratado.
?Es necesario precisar que yo me inclino por la combinaci¨®n de las tres opciones y que eso es lo que recomiendo?
Opci¨®n n¨²mero 1: otras reuniones como esta, en las que nos contentaremos con mantener viva la llama (y ya ser¨¢ mucho -y m¨¢xime si tienen lugar en Tel-Aviv o Ramallah).
Opci¨®n n¨²mero 2: difundir la palabra, cara a cara, por supuesto, pero tambi¨¦n a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, las redes sociales, la Red (todas esas herramientas de propagaci¨®n cuya prodigiosa eficacia vimos en los primeros momentos de las revoluciones ¨¢rabes), para ayudar a que sople el buen viento de una primavera de la Paz.
Soluci¨®n n¨²mero 3, finalmente: buscar, convencer y, tal vez, acicatear al Gede¨®n, al Sa¨²l, al nuevo Sadat o al nuevo Begin, al responsable norteamericano, europeo, ¨¢rabe o de la ONU, capaz de adoptar la idea (y, al adoptarla, al apropi¨¢rsela, al hacerla suya, de hacerla triunfar un d¨ªa).
Hay que intentarlo todo. Probarlo todo. Pues en la encrucijada de esas tres v¨ªas tenemos, fieles al esp¨ªritu de Ginebra, una cita con la paz.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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