Extra?a resurrecci¨®n de una noticia
DEFENSORA DEL LECTOR. Un art¨ªculo publicado en 2005 se coloca como la noticia m¨¢s le¨ªda en elpais.com. Miles de internautas lo recomendaron sin leerlo o sin advertir que era muy antiguo
"?C¨®mo es posible que la noticia m¨¢s le¨ªda hoy en la web de EL PA?S sea una publicada en 2005? ?No estar¨¢n ustedes manipulando?". La sorpresa de este lector no era menor que la de los responsables del diario al comprobar que una noticia publicada hace seis a?os resucitaba de repente en la portada de elpais.com. La noticia El PP lleva un experto al Senado que afirma que ser gay es una enfermedad se coloc¨® el mi¨¦rcoles en el primer puesto de las m¨¢s le¨ªdas y ah¨ª sigui¨® hasta el viernes. Tom C. Avenda?o, colaborador del diario, hab¨ªa alertado ya el martes a la Defensora sobre "un extra?o fen¨®meno que tiene que ver con EL PA?S y del que me gustar¨ªa saber su opini¨®n: la resurrecci¨®n de noticias antiguas, cuanto m¨¢s sorprendentes mejor". Efectivamente, un art¨ªculo de opini¨®n titulado Las ilusiones perdidas, de Concha Caballero, publicado en la edici¨®n de Andaluc¨ªa en 2010, se hab¨ªa convertido tambi¨¦n en una de las m¨¢s enviadas a trav¨¦s de las redes sociales, y otro tanto ocurr¨ªa con la noticia Aguirre cede suelo al Opus para un centro que separa a ni?os y ni?as, de 2010.
En la expansi¨®n viral lo ver¨ªdico puede ser sustituido por lo veros¨ªmil
"?Qu¨¦ pasar¨ªa si alguna de ellas acabara en "lo m¨¢s visto del d¨ªa" y, por tanto, en la portada? ?No contribuir¨ªa en ese caso el diario a la desinformaci¨®n? ?Deber¨ªa actuar?", preguntaba Avenda?o. Eso es lo que ocurri¨® al d¨ªa siguiente. El hecho de que la noticia afectara negativamente al Partido Popular hizo florecer en la red todo tipo de teor¨ªas y la onda expansiva de la sospecha se tradujo en varias llamadas a la Defensora pidiendo explicaciones por lo que se consideraba un ataque indigno al PP. Pero EL PA?S no ten¨ªa nada que ver. Tanto la noticia del senador como el art¨ªculo de opini¨®n de Concha Caballero se hab¨ªan colocado entre las m¨¢s le¨ªdas por la acci¨®n de los internautas. "Ten¨ªamos claro que era una manifestaci¨®n de la fuerza de las redes sociales", explica Gumersindo Lafuente, responsable de los desarrollos digitales del diario. Pero ten¨ªa un aspecto preocupante: la manipulaci¨®n de que pod¨ªamos ser objeto. El lanzamiento de la noticia a trav¨¦s de las redes pod¨ªa obedecer a una campa?a de alg¨²n adversario del PP, pero pod¨ªa acabar afectando a la credibilidad de EL PA?S en la medida en que se le pudiera considerar involucrado en ella. "En estos casos, la mejor respuesta es la transparencia, explicar lo ocurrido, y cuanto antes, mejor", explica Lafuente.
As¨ª lo hicieron. Inmediatamente se public¨® en la portada de Elpais.com una explicaci¨®n detallada de Adri¨¢n Segovia sobre c¨®mo se hab¨ªa producido el extra?o fen¨®meno y se a?adi¨® a la noticia un encabezamiento que dec¨ªa: "AVISO: Este art¨ªculo fue publicado en 2005. La viralidad de la red lo ha colocado ahora (30/11/2011) entre lo m¨¢s visto".Lo que hab¨ªa ocurrido es que, una vez lanzado a la red, miles de internautas recomendaron o retuitearon el art¨ªculo, y eso hizo que se colocara entre las noticias m¨¢s vistas del d¨ªa en elpais.com. Seg¨²n los datos que me facilita Adri¨¢n Segovia, las redes sociales han aportado el 65% del tr¨¢fico, con Facebook como principal plataforma (55%). El restante 35% procede de la web de EL PA?S y se ha generado a partir del momento en que apareci¨® en el recuadro de "lo m¨¢s visto". Y de este modo, una noticia que en su momento tuvo 2.552 visitas, alcanz¨® el viernes, en su segunda y fulgurante vida, 312.000 visitas y 124.000 recomendaciones en Facebook.
El caso plantea una serie de cuestiones muy interesantes. La primera es la emergencia de un nuevo actor capaz de interferir con fuerza en la agenda informativa. Gumersindo Lafuente lo explica as¨ª: "Las audiencias est¨¢n tomando un papel cada vez m¨¢s activo y no solo act¨²an como fuente, sino que ayudan a construir el relato informativo. La gente se posiciona respecto de diferentes problemas y lo hace recomendando o retuiteando. Es su forma de exigir el poder que tiene como audiencia. Y resulta infinitamente m¨¢s f¨¢cil apretar una tecla que repartir fotocopias".
En la sociedad medi¨¢tica, controlar el relato informativo es el objetivo prioritario de cualquier agente que quiera influir en la agenda pol¨ªtica. La audiencia tiene ahora instrumentos para condicionar ese relato y hasta para convertirse en un nuevo actor de la esfera p¨²blica. La manifestaci¨®n hasta ahora m¨¢s relevante de ese poder emergente es lo ocurrido con el programa La Noria de Telecinco, cuando los anunciantes decidieron retirarse para evitar el da?o que su imagen estaba sufriendo en las redes sociales por financiar contenidos considerados telebasura.
Otra interesante constataci¨®n es que el nuevo entorno de Internet ha modificado el ciclo vital de las noticias. La r¨¢pida obsolescencia del saber acumulado y la extrema caducidad del trabajo hecho era algo que te?¨ªa de melancol¨ªa el oficio de period¨ªstico en la era Gutemberg. No importaba cu¨¢nta inteligencia, cu¨¢nto esfuerzo, cu¨¢nta entrega se hubiera depositado en un trabajo. El art¨ªculo se iba por el sumidero del tiempo y al d¨ªa siguiente dorm¨ªa en el sue?o de las hemerotecas a la espera de que alguien interesado fuera a rescatarlo del olvido. Ahora, ese art¨ªculo, ese reportaje de televisi¨®n que tanto cost¨®, esta siempre vivo, al alcance del teclado de cualquiera. Internet concede, para lo bueno y para lo malo, larga vida a las noticias. Un a?o despu¨¦s de publicarse, el art¨ªculo de Concha Caballero sigue siendo perfectamente vigente. M¨¢s vigente incluso que cuando se public¨®. L¨¦anlo y lo ver¨¢n.
Pero igual que ha mostrado las fortalezas del nuevo entorno, este caso ha puesto en evidencia tambi¨¦n sus flaquezas. La noticia resucitada del senador del PP no ten¨ªa ya ninguna vigencia. Estaba m¨¢s que muerta. Resulta inquietante observar cu¨¢nta gente reenv¨ªa y recomienda una noticia sin haberla le¨ªdo. O al menos sin haberse fijado en la fecha de publicaci¨®n. El mero enunciado del titular era suficiente para que muchos internautas lo consideraran recomendable, lo que indica que a veces cuenta m¨¢s la rapidez que la profundidad, la acci¨®n que la reflexi¨®n.
?C¨®mo es posible que se haya propagado como si fuera actual una noticia tan antigua?, le pregunto a Gumersindo Lafuente. "Porque las redes sociales se basan en una relaci¨®n de confianza y las decisiones tienen un fuerte componente emocional. El hecho de que la recomendaci¨®n proceda de alguien "amigo" hace que sea considerada fiable incluso sin necesidad de leerla", responde. En una segunda carta, Tom C. Avenda?o apunta a otro factor: el imperativo de la actualidad, a la que yo a?adir¨ªa la cultura de la urgencia. "En las redes sociales se comenta principalmente la actualidad. Es l¨®gico que al ver el llamativo titular sobre el senador del PP, muchos pensaran que era una noticia actual y la compartieran motivados m¨¢s por la pasi¨®n que por el escrutinio del contenido".
Es una explicaci¨®n plausible, lo cual me plantea nuevas e inquietantes cuestiones. Por ejemplo, c¨®mo en la rapidez de la propagaci¨®n viral, lo ver¨ªdico puede ser f¨¢cilmente sustituido por lo veros¨ªmil. La noticia del senador era ver¨ªdica en 2005 pero ya no lo era en 2011. Sin embargo, result¨® veros¨ªmil para todos los que la recomendaron como una noticia actual. En el entorno de Internet, la confusi¨®n entre verdadero y veros¨ªmil puede tener graves consecuencias. La fuerza viral de las redes puede utilizarse tanto para las mejores causas como para las peores. Y tambi¨¦n para las peores disfrazadas de mejores. Si la audiencia ejerce su nueva fuerza viral de forma compulsiva, autom¨¢tica e irreflexiva, para cuando se deshaga el entuerto, la mentira habr¨¢ recorrido ya un largo trecho.
Afortunadamente, apunta Avenda?o, "si todos hemos sido, tanto los lectores como el diario, v¨ªctimas por igual de un enga?o tan grande es porque el sistema de diseminaci¨®n de las redes funciona. Para desgracia de quienes quieran intentar sucesivos enga?os, tambi¨¦n se autocorrige".
Pues ah¨ª estamos, corrigiendo.
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