Simon Levy, fiel a lo esencial
El hispanista jud¨ªo fue un defensor tenaz de la democracia en Marruecos
El viernes pasado muri¨® en Rabat Simon Levy, a los 77 a?os; no s¨¦ si en el lugar oportuno pero s¨ª en el momento oportuno. El lugar, porque falleci¨® en un hospital de Rabat financiado por Palacio, que costea las enfermedades de los prohombres del pa¨ªs pero es incapaz de establecer una sanidad digna para todos; el momento, porque su largo coma le impidi¨® conocer la victoria del islamista PJD el 25 de noviembre, victoria que sin duda le habr¨ªa ocasionado un infarto que le habr¨ªa ahorrado sus ¨²ltimos sufrimientos.
No es este momento de iron¨ªas sino de tristeza por la p¨¦rdida de un hombre excepcional en todas las dimensiones de su vida. Como sindicalista en el mundo de la ense?anza; como hispanista que profundiz¨® como nadie en el estudio de las huellas sefard¨ªes en el dialecto ¨¢rabe marroqu¨ª; como defensor a ultranza del patrimonio judeo-marroqu¨ª y como hombre pol¨ªtico, comunista de convicci¨®n, que dedic¨® su vida a luchar por la democracia en Marruecos.
Afiliado desde la ¨¦poca del Protectorado al Partido Comunista de Marruecos, casado con Encarna, una hija de espa?oles republicanos, vivi¨® las vicisitudes y prohibiciones de su partido, primero con Mohamed V (1960) y m¨¢s tarde con Hassan II (1969). Perteneci¨® a la direcci¨®n del Partido por el Progreso y el Socialismo (PPS), legalizado en 1974, e incluso opt¨® a su Secretar¨ªa General a la muerte de su fundador. Pero su condici¨®n de jud¨ªo marroqu¨ª le impidi¨® adquirir m¨¢s relevancia en un partido muy nacionalista; adem¨¢s, siempre se opuso a la complacencia con el poder que llev¨® al PPS a integrarse en coaliciones de Gobierno a partir de 1998.
Asist¨ª con ¨¦l a la campa?a electoral que lo convirti¨® en concejal de Casablanca en 1976. Tambi¨¦n a sus derrotas como diputado en 1984 y 1993. Y a su frustraci¨®n cuando su partido no le present¨® en 1997 como candidato por su condici¨®n de jud¨ªo. Aunque cont¨® siempre con muchos apoyos dentro del PPS, fue paulatinamente distanci¨¢ndose de la l¨ªnea electoralista de su partido y refugi¨¢ndose en la recuperaci¨®n de las ra¨ªces judeo-marroqu¨ªes, construyendo un museo ejemplar que deber¨ªa llevar su nombre.
Fue siempre un hombre inc¨®modo, protest¨®n, inconformista, de oposici¨®n. A la camarilla real, a la burocracia de su partido, a los dirigentes de su Universidad de Rabat, a la ideolog¨ªa sionista y a la misma direcci¨®n de la comunidad jud¨ªa de Marruecos, siempre cr¨ªtico con su inacci¨®n y con su incapacidad para resistir. ?l s¨ª que fue un resistente. Sin su resistencia, el juda¨ªsmo milenario de Marruecos ser¨ªa hoy puro humo.
Pero el domingo pasado, en su entierro, estaban todos. Amigos y enemigos. Desde el presidente de Transparency Maroc, Sion Assidon, hasta el nuevo jefe de Gobierno, el islamista Benkir¨¢n, pasando por el consejero real Andr¨¦ Azulay -que dijo haber aprendido su condici¨®n de marroqu¨ª de este "visionario e intransigente en lo esencial"- o el antiguo primer ministro, Abderram¨¢n Yusufi.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico honorario de Historia del Islam en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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