Iniesta pone al Madrid a sus pies
El Bar?a, guiado por el arte del manchego y un Messi genial, logra remontar un gol de Benzema a los 21 segundos con un segundo tiempo primoroso
Al mejor Madrid de la etapa de Mourinho, tambi¨¦n le dio un revolc¨®n el Bar?a con m¨¢s dudas en la era Guardiola. Con ese cartel llegaron uno y otro al cl¨¢sico, que de un plumazo borr¨® las etiquetas. Cara a cara, de nuevo los azulgrana fueron superiores. Esta vez fue una victoria m¨¢s meritoria si cabe que las anteriores. El Bar?a, alejado en la clasificaci¨®n, se vio con un gol en contra a los 21 segundos, con lo que ello supone en Chamart¨ªn. Le cost¨® despegar, pero, en las malas, encontr¨® el mejor socorro posible: Messi. Al argentino se le fue agregando el coro, con Iniesta a la cabeza, que dej¨® un segundo tiempo para el Museo del Prado. El Bernab¨¦u, como ya hiciera en su d¨ªa con Ronaldinho, le despidi¨® con honores. Al pie de Iniesta, el Bar?a brind¨® por el f¨²tbol con un segundo tramo soberbio, sin conceder verbo alguno a su gran rival, que arranc¨® con fuego y acab¨® rendido.
Fieles a su ideario, los azulgrana no pararon hasta encontrarse a s¨ª mismos
El equipo de Mou, con fuego al inicio, acab¨® rendido, sin noticias de Cristiano
Hasta que el Bar?a de Iniesta enmarc¨® el f¨²tbol tras el receso, fue un partido con curvas iniciales, lo que no hac¨ªa presagiar el desenlace final. En un parpadeo marc¨® Benzema. Al Bar?a, a rebufo en la Liga, se le sali¨® la cadena: al equipo m¨¢s paciente del mundo le entr¨® el v¨¦rtigo, se volvi¨® apresurado. El resultado fue un conjunto m¨¢s impreciso de lo habitual. Lo suyo contribuy¨® el Madrid, que se plant¨® como en la ida de la Supercopa, con el macizo muy cerca de V¨ªctor Vald¨¦s para evitar que los azulgrana colonizaran el bal¨®n desde su l¨ªnea defensiva. Al primer ah¨ªnco, el Madrid hizo bingo. Vald¨¦s, que suscita tan pocas dudas con los pies como con las manos, fall¨® un despeje. Di Mar¨ªa, siempre dispuesto para ara?ar cualquier pelota, recibi¨® el regalo y tras un rebote favorable a ?zil y un segundo rechace para suerte de Benzema, lleg¨® el gol del franc¨¦s.
El Bar?a not¨® la descarga. Encapsulado por su adversario, que por momentos convirti¨® Chamart¨ªn en Vallecas. Ni una rendija para el Bar?a, agobiado a cada paso. Pocos equipos le hacen estar tan a disgusto como cuando el Madrid sale del rinc¨®n y aprieta el colmillo ante los zagueros barcelonistas. Ese era el plan de Mourinho, el mismo que en el primer acto de la final de Copa, tambi¨¦n un calco del Madrid de la Supercopa. No hubo tridente: ?zil desplaz¨® a Khedira y Lass dej¨® el lateral a Coentr?o. El Madrid se dispuso a morder, con mucho hueso, pero con gente de enorme cach¨¦ para la segunda jugada, para explotar cada birle de pelota.
El Bar?a, un equipo que privilegia su inagotable veta de volantes, no encontraba a sus centrocampistas. Por entonces, a¨²n levitaba Iniesta, Cesc, futbolista para todo, no estaba en nada, y no hab¨ªa rastro del periscopio de Xavi. Abrumado el equipo visitante, el Madrid poco a poco gestion¨® mal su ventaja. Quiso negociar el tanto de Benzema y minuto a minuto se sinti¨® complacido con simplemente deste?ir al Bar?a. El Madrid era capaz de cortocircuitar a su contrario, pero le faltaba pujanza ofensiva. Salvo un remate alto de Cristiano, que no dio una puntada a Di Mar¨ªa, que llegaba solo por su derecha, el Madrid nunca exigi¨® a Vald¨¦s con las manos, mucho m¨¢s apremiado el meta con las botas. Al rescate azulgrana acudi¨® Messi, una p¨¦sima noticia para el Madrid y para cualquier adversario. Estrangulado el equipo en el eje, el argentino se salt¨® el manual. Sin pistas del Bar?a acad¨¦mico, posesivo y paciente, Messi meti¨® el turbo. Casillas le frustr¨® con una parada formidable; no hubo quien le frenara, centrocampistas o defensas, al filo de la media hora. Esprint¨® desde su campo mientras se desparramaban madridistas a su alrededor y a mil por hora tuvo clarividencia para filtrar un pase a Alexis entre Pepe y Coentr?o. El chileno, que en el d¨ªa grande desplaz¨® a Villa de la titularidad, remat¨® con potencia y precisi¨®n. Un premio para el sudamericano, que se despleg¨® con enorme energ¨ªa. Tiene el vigor de Eto'o y una potencia descomunal.
Al hilo de Messi, para el que Mourinho reclam¨® una expulsi¨®n que no proced¨ªa en absoluto, el Bar?a se desempolv¨® y poco a poco se fue pareciendo a s¨ª mismo. Como su ideario es indiscutible, el conjunto catal¨¢n mantuvo su fe en encontrar su distinguido molde. No quiso ser otro Bar?a, sino el Bar?a de siempre. Y lo logr¨®. De vuelta del descanso irrumpi¨® en su papel estelar. El mejor Xavi, el que hace que el f¨²tbol gire a su alrededor como un reloj; el mejor Iniesta, que dio el do de pecho con un segundo tramo celestial; y el mejor Cesc, ese jugador vers¨¢til al que pocos adivinan por d¨®nde llegar¨¢ -no hay futbolista con tantos puestos-. Todos se sumaron a la causa de Messi, el mejor con el peor Bar?a y con la misma excelencia en la crecida azulgrana. Con todos en combusti¨®n, el grupo de Guardiola gobern¨® con autoridad todo el segundo tiempo. Fue el Bar?a: toque a toque, con la pausa necesaria y el pist¨®n a punto. Irresistible para el Madrid, que donde el Bar?a encontr¨® a Messi nunca tuvo el lazo de Cristiano, que, con el par¨¦ntesis de la final de Copa, otra vez estuvo fuera de foco en un cl¨¢sico. Un cl¨¢sico que siempre llevar¨¢ el apellido de Iniesta, un Nijinski con botas. En medio del recital del manchego, que mostr¨® su infinito repertorio, para descalabro de Coentr?o, el Madrid se sostuvo como pudo hasta el ¨²ltimo suspiro, sometido por completo, solo alterado por el en¨¦simo papel de Pepe como forajido. Por suerte para el f¨²tbol, nadie se condujo por su v¨ªa camorrista. Esta vez el cl¨¢sico se cerr¨® con un gesto de cordura y sensatez: Mou saludando por iniciativa propia a Tito Vilanova. Un gesto de nobleza del portugu¨¦s, que corrigi¨® en p¨²blico su p¨²blica afrenta de la Supercopa. Un broche se?orial para un partido que dej¨® al Madrid a los pies de Iniesta y al Bar?a de vuelta a sus or¨ªgenes. En Madrid, con todo en contra, se busc¨® a s¨ª mismo hasta que se encontr¨®. Su rival le anul¨® parcialmente, pero este Bar?a tiene cuerda, mucha cuerda.
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