Cristiano no emboca una
El delantero portugu¨¦s, que no hizo nada significativo, paga las habituales limitaciones del Madrid cuando se opone al Bar?a
El plan de Mourinho exig¨ªa una guerra r¨¢pida. El tiempo que se pudieran mantener activas las columnas de suministro, el que durase la energ¨ªa para presionar al Bar?a en su campo en una de las caracter¨ªsticas maniobras colectivas que el Madrid ha perfeccionado. El trabajo ha alcanzado un nivel evolutivo notable hasta el robo del bal¨®n. En ese punto, se precipita tanto que es inevitablemente impreciso. Contra el Bar?a est¨¢ calculado. La velocidad de los primeros pases es una consigna del t¨¦cnico, que no quiere pausa en la creaci¨®n para evitar el robo del rival en zonas blandas: el medio campo, cuando Ramos y Pepe avanzan a presionar y dejan espacios atr¨¢s. Esta precipitaci¨®n no ayuda a los delanteros, sujetos a situaciones aleatorias, a que los pases largos, si no son de Xabi Alonso, vayan demasiado r¨¢pidos, lejos o divididos. Cristiano ha padecido esta circunstancia en los siete cl¨¢sicos anteriores, incluso el de la final de la Copa, cuando marc¨® en el ¨²ltimo minuto de la prolongaci¨®n. Ayer no fue una excepci¨®n.
No se encontraba c¨®modo. Parec¨ªa sometido a la tensi¨®n de enfrentarse a Messi
Partiendo de la banda izquierda, Cristiano se vio abocado a superar Alves y Piqu¨¦, dos defensas tan h¨¢biles como expertos en contenerle. En la primera acci¨®n en la que recibi¨® el bal¨®n con claridad fue interceptado por Piqu¨¦, que se lanz¨® en plancha con las dos piernas por delante. Sufri¨® la entrada en sus rodillas. Tard¨® varios minutos en recuperarse. Tuvo el 2-0 en un contragolpe de Marcelo, que se asoci¨® con Benzema para que sirviera el pase. Cristiano entr¨® solo y, aunque el linier se?al¨® fuera de juego, mand¨® el bal¨®n a la grada. Le peg¨® asombrosamente mal considerando sus enormes cualidades. No se encontraba c¨®modo. Parec¨ªa sometido a la tensi¨®n de enfrentarse a Messi, quien le arrebat¨® el Bal¨®n de Oro en 2009.
Vald¨¦s hizo una sola parada en todo el partido: se limit¨® a blocar una falta directa que Cristiano lanz¨® a sus brazos. Casillas tuvo mucho m¨¢s trabajo. Le sac¨® un bal¨®n bien dirigido por Messi que estuvo a punto de convertirse en el 1-1, respuesta inmediata al tanto madridista. Fue una excelente intervenci¨®n que pudo cambiar el partido si sus compa?eros hubieran estado m¨¢s acertados arriba.
El Madrid perdi¨® contra el Bar?a la contundencia que ha exhibido hasta ahora. A lo largo del a?o natural de 2011 hab¨ªa marcado 112 goles, a uno del r¨¦cord de anotaci¨®n en la Liga, que hasta ayer ostent¨® el Bar?a con 113. Desde anoche el Madrid lo ha igualado. Seguramente lo supere frente al Sevilla en la pr¨®xima jornada. Es el sino tr¨¢gico de este equipo, cuyos datos estad¨ªsticos aplastantes no le alcanzan para imponerse a su gran adversario.
Con 16 victorias seguidas, el Madrid de Mourinho hab¨ªa igualado el r¨¦cord del Madrid de Di St¨¦fano en 1960-1961, su temporada m¨¢s gloriosa. La marca, que abarca todas las competiciones, habla de un Madrid fabuloso. Pero no lo suficiente. Las actuaciones de Cristiano contra el Bar?a reflejan las limitaciones de su equipo, que no encuentra el ant¨ªdoto. Sus 53 goles en 54 partidos (dos de ellos al Bar?a, uno de penalti y otro de cabeza en la final de la Copa), en la campa?a pasada, confirman que se trata de un artillero destinado a inscribir su nombre entre los m¨¢s grandes delanteros de siempre. Hasta ahora tan solo se le ha visto en verdaderos problemas contra el Bar?a. Ayer, como tantas veces, simplemente no consigui¨® hacer nada significativo. Ni un remate entre los tres palos. Su segunda parte culmin¨® con un cabezazo fuera. Se meti¨® a la espalda de Piqu¨¦ sin ser detectado y, casi sin despegarse del suelo, pic¨® mal la pelota. Demasiado poco para un maestro en el arte del remate de cabeza.
La guerra r¨¢pida dur¨® 45 minutos. En el segundo periodo, como si diera por bueno el empate, Mourinho orden¨® a sus jugadores replegarse unos metros, presionar m¨¢s atr¨¢s y dejar a los delanteros un poco descolgados para reservar el ox¨ªgeno restante. Esta t¨¢ctica no ayud¨® a Cristiano, cada vez m¨¢s alejado de su objetivo, la porter¨ªa de Vald¨¦s.
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