Emigrantes otra vez
Partir es morir un poco. Dejar atr¨¢s la familia de uno, los amigos de uno, el barrio de uno, la ciudad de uno... Decidirlo. Cargar la maleta. Cerrar las puertas de la casa de uno (si es que tiene) para abrir otra (si es que la consigue) de la que a¨²n no se tiene llave. Decir basta y marchar voluntariamente y/o por necesidad. Hay mil razones ahora en Espa?a: por falta de trabajo, de oportunidad, y hasta por desilusi¨®n y decepci¨®n sociopol¨ªtica. "El pa¨ªs propio deja de ser de alg¨²n modo el pa¨ªs apropiado, deja de ser opci¨®n", dice M¨®nica Muriana, periodista, aqu¨ª retratada junto a su joven familia, pensando ya en abandonar el lugar en que vive.
Y uno se va. Las ilusiones perdidas, titulaba Concha Caballero, profesora de literatura y exportavoz de IU en el Parlamento andaluz, un art¨ªculo en EL PA?S: "No hay estad¨ªsticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cu¨¢ntos son ni ad¨®nde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, m¨¢s bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. 'Mi hija est¨¢ en Berl¨ªn', 'Se ha marchado a Montpellier', 'Se fue a Dubai', son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estad¨ªsticas de la emigraci¨®n porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil t¨ªpico de lo que pensamos que es un emigrante. Quiz¨¢ en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deber¨ªan aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro pa¨ªs".
"El pa¨ªs propio deja de ser el pa¨ªs apropiado, deja de ser una opci¨®n"
"No me gustar¨ªa estar mucho tiempo fuera, pero tampoco volver¨¦ a cualquier precio"
"Es un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de Espa?a"
Un 64% de los espa?oles que buscan trabajo estar¨ªan dispuestos a irse por necesidad
La recesi¨®n se ceba con los extranjeros. regresar a su pa¨ªs vuelve a ser una salida
Nuevos exiliados. Como las personas que aparecen en estas p¨¢ginas. Y muchos otros. J¨®venes y no tanto. Un goteo desde que comenz¨® la crisis que no tiene n¨²mero concreto. Solo estimaci¨®n estad¨ªstica y mucho eco, en la calle y en la prensa: Generaci¨®n noqueada, titul¨® ya en 2010 El Pa¨ªs Semanal, vi¨¦ndolo venir. O esta noticia: Necesitamos 200.000 extranjeros. La canciller alemana cre¨® a principios de a?o grandes expectativas al anunciar su intenci¨®n de contratar mano de obra cualificada en Espa?a. Una m¨¢s: R¨¦cord de emigrantes en Inglaterra: "12,6% de espa?oles m¨¢s all¨ª en 2010-2011. J¨®venes parados emigrantes de ida y vuelta: mientras el Gobierno de Merkel necesita cubrir 800.000 puestos de trabajo, David Cameron se ve comprometido con la llegada en un a?o de 25.000 espa?oles...".
As¨ª, los emigrantes econ¨®micos vuelven a ser una realidad en Espa?a (lo fueron durante todo el siglo XX y dejaron de serlo a finales de los ochenta). Nadie lo hubiera cre¨ªdo hace apenas un lustro. La prueba: revisando la hemeroteca, ahora que El Pa¨ªs Semanal acaba de cumplir 35 a?os, encontramos en el Extra del 30? aniversario, publicado en mayo de 2006, que una de las historias incluidas en ¨¦l se titulaba C¨®mo hemos cambiado: "La inmigraci¨®n ha cambiado el perfil del espa?ol del siglo XXI. De pocos (33 millones) e iguales hemos pasado a ser m¨¢s (44 millones), m¨¢s heterog¨¦neos y multiculturales. Marroqu¨ªes, ecuatorianos, rumanos o asi¨¢ticos conforman un pa¨ªs nuevo". Y en ese mismo texto se citaba un editorial de este peri¨®dico en 2002 titulado Gracias por venir: "El primer bien de un pa¨ªs es su poblaci¨®n. Y esta depende cada vez menos del lugar de nacimiento. Somos m¨¢s gracias a los dem¨¢s. En esta Espa?a que envejece, la inmigraci¨®n cae como agua de mayo".
Pa¨ªs de inmigrantes ¨¦ramos hace nada y somos de hecho hoy: Espa?a ocupa el puesto n¨²mero ocho en el top ten de pa¨ªses con mayor n¨²mero de inmigrantes internacionales seg¨²n el MPI (Migration Policy Institute) en 2010. La poblaci¨®n extranjera suma 5,7 millones de personas, en un continente, Europa, que, seg¨²n advertencia de la Comisi¨®n Europea, tendr¨¢ en 2050 un d¨¦ficit de 100 millones de trabajadores y que necesitar¨¢ alrededor de 20 millones altamente cualificados en las pr¨®ximas dos d¨¦cadas.
Pero la reciente Proyecci¨®n de la poblaci¨®n de Espa?a a corto plazo 2011-2021, del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), ha dado el dato, la alarma que marca el comienzo del giro del p¨¦ndulo: si se mantienen las tendencias actuales, la poblaci¨®n espa?ola se reducir¨ªa hasta los 45,6 millones en 10 a?os. Se registrar¨¢n un 18,1% menos de nacimientos y un 9,7% m¨¢s de muertes que en 2010. Tambi¨¦n el saldo migratorio ser¨¢ negativo a partir de 2011, ya que el n¨²mero de 450.000 inmigrantes nuevos se ver¨¢ compensado por la marcha al extranjero de 580.850 personas.
Ante la posibilidad futura, alarmas encendidas.
Pero aunque el asunto est¨¢ en la calle, en las tertulias, en las casas..., a¨²n no hay datos ciertos de las dimensiones de este movimiento de salida de personas, y s¨ª dificultades en su cuantificaci¨®n, cuenta, entre curso y curso, la dem¨®grafa Amparo Gonz¨¢lez Ferrer, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC): "La mejor aproximaci¨®n al fen¨®meno de la emigraci¨®n de espa?oles que huyen de la crisis es la Estad¨ªstica de Variaciones Residenciales (EVR), en la que se registran las bajas que se producen en los padrones de los municipios por cambio de residencia al exterior". Pero hay otras como el Padr¨®n de Espa?oles Residentes en el Extranjero, seg¨²n el cual el n¨²mero de espa?oles residentes en el exterior aument¨® en 102.432 personas de 2009 a 2010, y en 128.655 de 2010 a 2011, un crecimiento que estar¨ªa matizado por las nacionalizaciones de espa?oles v¨ªa Ley de Memoria Hist¨®rica y el Censo Electoral de Residentes Ausentes. Ninguna de ellas, dice, lo mide bien. "Se mide mal, porque en muchos casos es f¨¢cil vivir como comunitario en otros pa¨ªses de la UE sin tener que registrarse en el Consulado espa?ol. Aunque el stock de espa?oles que residen en el extranjero es, efectivamente, mayor que el que reflejan las cifras... Sabemos que no todos se registran, pero tambi¨¦n que no hay motivos para que ahora se registre m¨¢s gente que hace tres a?os, pues los incentivos para hacerlo no han cambiado mucho. Por tanto, s¨ª podemos creer que ha aumentado algo la salida de espa?oles".
Partir. A M¨®nica y su familia, los Bezanilla, y al resto de elegidos para este reportaje, les cuesta la decisi¨®n. ?Las razones para salir? En su caso: paro de ambos, precariedad en las pocas ofertas que encuentran, pol¨ªticas educativas que consideran nefastas y afectan a sus dos hijas, recortes sociales que tambi¨¦n. Se quieren ir porque la decepci¨®n, una u otra, planea sobre el horizonte cotidiano y sobre su futuro. No hay trabajo, cinco millones de desempleados en las ¨²ltimas cifras; ninguna perspectiva de encontrar un puesto digno en un universo de mileuristas que se fue instalando como natural en ¨¦poca de vacas gordas y que ahora, que son escu¨¢lidas, amenaza con convertirse en moneda com¨²n. Espa?a tiene los j¨®venes m¨¢s preparados, peor pagados y m¨¢s parados de Europa.
"Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro pa¨ªs, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras", sigue Caballero en el art¨ªculo citado al inicio. "Aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable... No son, como dicen, una generaci¨®n perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-ni que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generaci¨®n perdida para nuestro pa¨ªs y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y t¨¦cnico. Aunque todav¨ªa no lo sepamos".
No es la primera vez. Los movimientos migratorios en Espa?a son un cl¨¢sico: por nuestra situaci¨®n geogr¨¢fica y econ¨®mica, por nuestra convulsi¨®n pol¨ªtica. Fuimos emigrantes a lo largo de la historia. Partir se titula un documental de Eduardo Margareto que se present¨® en el ¨²ltimo festival de cine de Valladolid y que describe la emigraci¨®n a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX, cuando miles de espa?oles escaparon del hambre, de la posibilidad de ser enviados a la guerra con Marruecos...
La catedr¨¢tica de Historia Josefa Otero Ocha¨ªta cuenta la mar de bien estos vaivenes migratorios, puesto que se los trabaj¨® a conciencia como metodolog¨ªa de estudio para sus alumnos: Emigrantes-inmigrantes. Movimientos migratorios en la Espa?a del siglo XX, lo titul¨®. Y dice que le gustar¨ªa poder actualizar ahora, dados los cambios ¨²ltimos en la materia. "Entre 1900 y 1930 emigraron algo m¨¢s de tres millones de espa?oles, seg¨²n las cifras oficiales, aunque las investigaciones recientes calculan que alcanzar¨ªan los cuatro millones y medio debido a la emigraci¨®n clandestina, para no cumplir el servicio militar o evitar pagar las tasas de salida. Utilizaban dos f¨®rmulas para evitar el control del Gobierno: salir por un puerto extranjero o embarcarse en alta mar, lo cual hac¨ªan muchos canarios, asturianos y gallegos", cuenta. Durante la Primera Guerra Mundial, los espa?oles prefer¨ªan irse a Francia. Y tras ella volvieron de nuevo sus ojos hacia Am¨¦rica: Cuba, Brasil y Argentina, especialmente. Argelia era, sin embargo, donde m¨¢s: se adelantaban las cosechas de cereales y hasta all¨¢ cruzaban los temporeros.
Cuenta tambi¨¦n Otero c¨®mo la guerra civil modific¨® estas tendencias migratorias en cadena. Y c¨®mo fue una sangr¨ªa el exilio: "La principal consecuencia fue la p¨¦rdida de una generaci¨®n, considerada como la mejor formada de Espa?a despu¨¦s de la del Siglo de Oro. Se exiliaron cient¨ªficos, escritores, sanitarios, educadores, pol¨ªticos democr¨¢ticos, y en consecuencia: retraso econ¨®mico, cient¨ªfico y cultural". Un tiempo del que Le¨®n Felipe escrib¨ªa: "Franco, tuya es la hacienda, la casa, el caballo y la pistola. M¨ªa es la voz antigua de la tierra. T¨² te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo... Mas yo te dejo mudo... ?mudo! Y ?c¨®mo vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego si yo me llevo la canci¨®n?".
Y 'El tren de la memoria' titul¨® Marta Arribas su pel¨ªcula, que fue premio del jurado del Festival de M¨¢laga. En ¨¦l se ven maletas, muchas maletas atadas con cuerdas, trenes repletos y miradas perdidas, hombres en su mayor¨ªa que part¨ªan a Alemania, Francia o Suiza en los a?os sesenta a trabajar seg¨²n la necesidad de mano de obra barata. ?Profesi¨®n? "Labrador". ?Profesi¨®n? "Minero", se oye... Arribas eligi¨® mujeres para su pel¨ªcula. "La idea naci¨® del contraste entre la inmigraci¨®n de hoy y la nuestra de ayer, salir con contrato o venir buscando lo que sea, a la intemperie", nos contaba la realizadora hace poco en Sevilla. Dio con la protagonista, Josefina Cembrero, que hab¨ªa salido a principios de los sesenta, con 18 a?os, hacia Nuremberg (Alemania), y retorn¨® dos d¨¦cadas despu¨¦s. El filme es un viaje en tren rememorando el pasado para descubrir que no todo fue lo id¨ªlico que lo pintaron: "Llegar, integrarse, la barrera del idioma; intentar conseguir dinero para la familia y pintarlo todo luminoso para que nadie sepa que te va mal". Tambi¨¦n la dureza de las ausencias, las familias dejadas atr¨¢s, los hijos que con los a?os dejan de serlo, los padres envejecidos, y el choque ya del retorno, imposible volver a ser ya de ning¨²n lado, en realidad. Entre 1959 y 1973 emigraron al continente europeo un mill¨®n de personas, en un movimiento de car¨¢cter econ¨®mico. Europa crec¨ªa. Muchos se quedaron. Mill¨®n y medio a¨²n siguen fuera; donde m¨¢s, en Argentina, Francia, Venezuela y Alemania.
Sin ser aquello, legiones de amigos y/o conocidos, bien formados, desocupados, andan preguntando hoy aqu¨ª y all¨¢ (mucho en las redes sociales) por opciones de trabajo en Alemania, por ejemplo, pa¨ªs no afectado brutalmente por la crisis ¨²ltima, pero tambi¨¦n por Am¨¦rica y Asia. Profesionales que buscan fuera lo que escasea dentro, mientras las empresas de recursos humanos y de trabajo temporal no dan abasto: las solicitudes para trabajar en el extranjero se duplican, dicen en Adecco.
Ingenieros, t¨¦cnicos, personal sanitario e investigadores que desean trabajar en lo suyo son los que m¨¢s se est¨¢n marchando, se?ala Virginia Collera en los perfiles que ha buscado a trav¨¦s de la red europea Eures, que tiene acuerdos firmados entre los servicios p¨²blicos de empleo de Espa?a y Alemania, y de agencias de trabajo temporal. Pero tambi¨¦n hay alba?iles en busca de tareas adecuadas que aqu¨ª, tras romperse la burbuja inmobiliaria, se volatilizaron, y hasta una profesora que para saber exactamente el lugar de Corea del Sur donde estar¨¢ su vida pr¨®xima hubo de mirar en un mapa. "Buscan dignidad laboral", resume Collera.
"La tradicional alergia del trabajador espa?ol a la movilidad geogr¨¢fica comienza a diluirse", dicen en el an¨¢lisis de los resultados de la ¨²ltima oleada del Global Talente Mobility Study (GTMS), reci¨¦n publicada y realizada por The Network que incluye m¨¢s de 50 portales de empleo. Un 64% de espa?oles que buscan empleo reconoce que estar¨ªa dispuesto a irse por necesidad. "Mejorar las oportunidades profesionales y la dif¨ªcil situaci¨®n por la que atraviesa la econom¨ªa espa?ola son los principales motivos. Tener un mejor nivel de vida, ampliar experiencia y aprender un idioma son otras de las causas se?aladas". Quieren hacer las maletas, pero no a cualquier precio: lo har¨¢n si obtienen buen sueldo (la mitad) y buenas condiciones laborales y sociales (41%). El 62% se conforma con un contrato temporal. De hecho, el 47% de los que buscan trabajo estar¨ªa dispuesto a irse durante m¨¢s de cinco a?os si las condiciones fueran positivas sin m¨¢s. ?D¨®nde? "Hay cambios significativos... Alemania (55%) y Reino Unido (46%)".
Para la dem¨®grafa Gonz¨¢lez Ferrer, dado el perfil de la crisis, este movimiento de poblaci¨®n que se est¨¢ viviendo ser¨¢ duradero: "Aunque es dif¨ªcil precisar su magnitud, creo que durar¨¢ por al menos dos motivos. Uno, porque todo indica que la crisis ser¨¢ larga y es indudable que la grave situaci¨®n econ¨®mica que atraviesa Espa?a y el alto desempleo son un factor clave en la gestaci¨®n de este movimiento de salida. Y otro, porque el desempleo generado por la recesi¨®n se ceba con las personas extranjeras y, seguramente tambi¨¦n, con las de origen extranjero, incluso si se han naturalizado y adquirido la nacionalidad. Para estas personas, el retorno a sus pa¨ªses de origen es siempre una opci¨®n abierta".
Partir es morir un poco, se dice en Latinoam¨¦rica. Todos, sea cual sea el g¨¦nero y la condici¨®n, sufren con la decisi¨®n. Y esto hasta tiene su nombre de s¨ªndrome: el de Ulises, lo llaman. "Emigrar se est¨¢ convirtiendo hoy, para millones de personas, en un proceso que posee unos niveles de estr¨¦s tan intensos que llegan a superar la capacidad de adaptaci¨®n de los seres humanos", dice el psiquiatra de la Universidad Complutense Joseba Achotegui. ?l y otros especialistas analizan en un volumen titulado Transitar por espacios comunes los efectos sobre la salud, el estr¨¦s y el quiebro f¨ªsico y psicol¨®gico de la acci¨®n de migrar, la ruptura. Y hasta habla, en boca de Teresa del Valle, de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, de la existencia de otro modo de medir el tiempo: tiempo de desarraigo, lo define. "Hay caracter¨ªsticas del tiempo que tienen relaci¨®n con problem¨¢ticas concretas. La preparaci¨®n para el cambio: la salida del lugar, el duelo. La ceremonia del adi¨®s. El tiempo de conocer c¨®mo navegar en los sitios. El tiempo de la nostalgia. El tiempo de los descubrimientos. El tiempo de los encuentros. El tiempo de sentirse en casa. El tiempo del recuerdo".
En el filme de Arribas, una de las mujeres emigrantes, Leonor Mediavilla, recuerda: "La llegada a aquel and¨¦n me caus¨® una impresi¨®n tremenda. Me olvid¨¦ de mis padres, de mis hermanos, de m¨ª misma, porque pensaba que aquello no pod¨ªa ser realidad. Aquel and¨¦n estaba abarrotado de hombres, totalmente cubierto, con maletas y bultos por todos lados. No s¨¦ si fueron instantes o minutos, pero sent¨ª verg¨¹enza de m¨ª misma, de verme en esa situaci¨®n". Desde la psicolog¨ªa, dice Del Valle, se resalta la importancia del duelo, del adi¨®s: "Hay mucho de duelo por el lugar que se abandona; en ¨¦l est¨¢ presente la identidad que confiere un lugar a trav¨¦s de sus espacios, de la gente que los llena, de memoria a trav¨¦s de generaciones. Ante el momento de abandonarlo se activa la memoria. Se intenta grabar lo que se ama para llevarlo consigo".
Sin ser ese tiempo dram¨¢tico, lo mismo o similar cuentan ahora muchos a trav¨¦s de redes sociales, aquellos que desean marchar o los que ya lo hicieron. Como Pablo, participante en un foro de extranjeros en Alemania (Auswanderung Forum en 2005), que aunque escribe largo, los resume bien a todos: "La decisi¨®n de emigrar es tan personal y obedece a tantas razones que seguramente nadie entienda. Pero en lo que seguramente estaremos todos de acuerdo es en que, una vez tomada la decisi¨®n, solo queda por delante avanzar, avanzar y tratar de no mirar atr¨¢s, para no correr el riesgo de quedarnos como estatuas de sal, petrificados y sin pertenecer a ning¨²n sitio, ni el que dejamos ni el que adoptamos".
Y sigue: "Muchas personas, por razones perfectamente comprensibles, toman el camino r¨¢pido, sin analizar a fondo la decisi¨®n de irse. Y aqu¨ª comienzan los problemas: nunca vamos a saber a ciencia cierta qui¨¦n origin¨® el rumor de que en el extranjero se hace dinero f¨¢cil, que enseguida se tienen autos, casas y el desarrollo personal-profesional tantas veces reclamado en nuestros pa¨ªs de origen. Primera frustraci¨®n: hacerse camino en otro pa¨ªs, otra cultura diferente (aun en los casos de hablarse el mismo idioma), no es nada f¨¢cil. Y no es solo sentirse un sapo de otro pozo... Si emigraste comprando ese cuento del 'todo ya' y 'en un par de a?os me vuelvo con los bolsillos llenos, por tanto ni me interesa compartir nada de esta nueva cultura', lo vas a pasar muy mal. Si decides partir sabiendo que nada es f¨¢cil y lleva much¨ªsimo tiempo, tanto tiempo que la mayor parte de las veces adoptas el nuevo pa¨ªs de por vida..., que dejar¨¢s atr¨¢s tu familia, tus amigos, tus afectos, tu lugar, que vas a llorar m¨¢s de una vez solo y quiz¨¢ sin liquidez; si has analizado esto y aun as¨ª decides hacerlo, entonces est¨¢s preparado para emigrar".
Exilio en Suiza
Luis Miguel Milreis, encofrador de origen portugu¨¦s, de 37 a?os. Trabaja desde el verano en Suiza. Llevaba dos a?os en paro.
Milreis siempre ha estado en tr¨¢nsito: a los 18 a?os lleg¨® a Extremadura porque "en Portugal no hab¨ªa trabajo para los j¨®venes". Empez¨® en la construcci¨®n, lo primero que encontr¨®, y ha trabajado en obras por toda la geograf¨ªa espa?ola. "S¨¦ lo que es estar fuera de casa, pero esto es diferente", se lamenta. Su ¨²ltimo trabajo lo llev¨® a Vitoria. "Me pagaban 1.600 euros, pero despu¨¦s de comidas, gasolina y alojamiento me quedaban 800". Su mujer, auxiliar de enfermer¨ªa, tambi¨¦n estaba en el paro, as¨ª que en julio se march¨® a Suiza. "Es muy duro estar tan lejos de la familia, es lo que m¨¢s duele. Y luego est¨¢ la lengua, es imposible comunicarse". Antes "tomaba por locos a los que me advert¨ªan y me dec¨ªan que se iban a acabar las vacas gordas". Ahora est¨¢ convencido de que "el presente va a ser mejor que el futuro". Dice que a sus dos hijos, Sergio y Milena, de 16 y 10 a?os, solo les pide que "estudien para que no tengan que encontrarse en esta situaci¨®n".
Tierra de oportunidades
Erika B?rjesson, de 29 a?os, de madre catalana y padre sueco, vive desde el 1 de noviembre en S?o Paulo. Quer¨ªa cambiar de sector: abandonar la publicidad e introducirse en la gesti¨®n cultural. "Aqu¨ª ese giro supon¨ªa empezar desde cero. En Brasil, ?qui¨¦n sabe?".
"Un d¨ªa me lleg¨® un briefing de un cliente y pens¨¦: 'a ver, ?cu¨¢l va a ser mi aportaci¨®n al mundo? ?Vender cerveza?". Llevaba ya tres a?os trabajando en una agencia de publicidad y decidi¨® que era hora de cambiar. Primero se matricul¨® en un m¨¢ster de gesti¨®n cultural. Luego compr¨® un billete con destino a S?o Paulo. ?Su objetivo? "Aprender y coger ideas. Brasil est¨¢ en auge y quer¨ªa probar. Sin un plan cerrado ni calendarios". No se pone fecha de regreso, pero sabe que volver¨¢. Incluso qu¨¦ le gustar¨ªa hacer. "Siempre he querido montar algo propio, un espacio sociocultural en Barcelona" (ciudad en la que ha vivido desde los siete a?os). A pesar de su optimismo, es realista. "Creo que lo vamos a tener m¨¢s dif¨ªcil que nuestros padres, pero yo conf¨ªo en m¨ª. Creo que, si le pongo ganas, todo va a salir bien".
Familia busca su sitio
M¨®nica Muriana, Fernando Bezanilla y sus hijas, Valentina y Nora, a¨²n no tienen claro cu¨¢l ser¨¢ su destino. Barajan Dinamarca, Brasil, Colombia... Solo saben su objetivo: "Queremos impulsar nuestras carreras y conciliar, no solo vivir para trabajar como aqu¨ª".
Este ser¨¢ el segundo exilio de M¨®nica (39 a?os), periodista, y Fernando (42), operador de c¨¢mara. El primero fue en 1996. ?l acababa de quedarse en paro y ella hab¨ªa terminado la carrera y no ten¨ªa muchas expectativas laborales. Entonces se mudaron a Dubl¨ªn. Su nuevo destino a¨²n no lo han decidido. "Es distinto irse solo a irse con dos ni?as". El trabajo de M¨®nica empez¨® a tambalearse cuando "dej¨® de dedicarle 18 horas al d¨ªa" con la llegada de Valentina (4 a?os) y Nora (1). Ahora encadena trabajos eventuales; Fernando es aut¨®nomo "en horas bajas". Viven en Meco (Madrid) y quieren un cambio. "Aguant¨¢bamos porque nuestras hijas iban a una escuela p¨²blica que era mod¨¦lica". Pero ahora es una v¨ªctima m¨¢s de los recortes. "Una empresa de limpieza se ha hecho con la gesti¨®n del centro, que present¨® el proyecto m¨¢s econ¨®mico".
Enfermero con destino a Noruega
En primavera, David R¨ªos, de 29 a?os, se incorporar¨¢ a su nuevo puesto de trabajo en Noruega. No se va por elecci¨®n propia. Dice que "ha enviado m¨¢s de 1.000 curr¨ªculos a empresas espa?olas". Sin suerte. Cada d¨ªa dedica cuatro horas a aprender noruego.
Este enfermero y t¨¦cnico de rayos se declara "decepcionado e insatisfecho" con la sociedad que le ha tocado. "Estudias y trabajas duro, y eso no se premia". Tras un a?o en el extranjero, con el ingl¨¦s aprendido y nociones de sueco, pensaba que encontrar trabajo no ser¨ªa complicado. El ¨²ltimo fue de dependiente en una tienda. A sus padres, dice, no les entusiasma este viaje sin billete de vuelta. "Insisten en que haga una oposici¨®n. Ellos saben lo que es ser inmigrante, vivieron en Francia y mi padre siempre me dice que en el extranjero eres ciudadano de segunda. Y yo respondo que aqu¨ª tampoco me siento ciudadano de primera". Por si acaso, este leon¨¦s sigue atento a todas las ofertas en Espa?a. "Reniego de eso de 'como aqu¨ª, en ning¨²n sitio', pero voy a echar de menos tantas cosas...".
Al fin del mundo
Ana ?lvarez Sim¨®n, de 31 a?os, profesora de espa?ol en Barcelona, pondr¨¢ rumbo a Se¨²l en enero. All¨ª le esperan su pareja, Oriol, y una buena oportunidad. "Es mi trabajo ideal. Las condiciones, si las comparo con las de aqu¨ª, son de ciencia ficci¨®n".
Tuvo que consultar en el mapa la ubicaci¨®n de Corea del Sur. Literalmente. Ana es profesora de espa?ol "por vocaci¨®n", subraya, aunque su sentido pr¨¢ctico la empuj¨® a presentarse a las pruebas para trabajar en una caja de ahorros. Las super¨®. "Me las plante¨¦ como un reto, porque estaba rebotada. Tuve trabajos con unas condiciones p¨¦simas". Lleg¨® a cobrar cinco euros la hora por sus clases y ve¨ªa c¨®mo gente sin formaci¨®n le "pasaba por delante" una y otra vez. "Al principio sent¨ªa rabia, luego la asimil¨¦ y se transform¨® en frustraci¨®n". Pero eso ya es historia; ahora est¨¢ entusiasmada con su "exilio asi¨¢tico". Su pareja trabaja desde el pasado verano en la Universidad de Se¨²l, y ella lo har¨¢ a principios de a?o. "Por fin voy a tener un trabajo en el que me sienta valorada".
Plan b en Panam¨¢, Argelia o Brasil
Alberto Jim¨¦nez, zaragozano residente en Elche, se qued¨® en paro hace dos a?os. "Mi primer pensamiento fue desaparecer del mundo de la construcci¨®n". Es alicatador con un par de d¨¦cadas de experiencia. "Me doy hasta junio. Si no encuentro nada, me ir¨¦ a donde sea".
Su otra faceta es emprendedor: en el pasado puso en marcha un par de proyectos empresariales y ahora est¨¢ inmerso en el tercero, que espera sea su tabla de salvaci¨®n. "Ideas no me faltan, pero s¨ª financiaci¨®n". Por eso le ha puesto un plazo a ese "empe?o". "Hasta junio. Si no consigo levantarlo, aceptar¨¦ la primera oferta que me hagan para irme al extranjero". No ser¨¢ la primera: le ofrecieron irse a Camer¨²n, pero su entorno se lo desaconsej¨®. "Me contaron experiencias complicadas". Si su plan A no sale, el B puede llevarlo a Panam¨¢, Argelia o Brasil, donde trabajan algunos compa?eros suyos. "Me cuentan que es duro, pero...". Dice que su presente nunca se lo hubiera imaginado -"siempre me he buscado bien la vida"-, pero su futuro lo ve claro. "En cinco a?os me veo trabajando para m¨ª".
Ingl¨¦s, asignatura pendiente
Mariola Ferri, de 26 a?os, partir¨¢ a Inglaterra en cuanto pasen las Navidades. All¨ª trabajar¨¢ en hosteler¨ªa. Su gran apuesta para 2012 es el ingl¨¦s."De todas las ofertas me descartan por no dominarlo". Espera que la cosa mejore para poder volver pronto a Valencia.
Mariola se debati¨® entre estudiar administraci¨®n y direcci¨®n de empresas o magisterio, pero se decidi¨® por la primera "porque, claramente, ten¨ªa m¨¢s salidas laborales". Desde que termin¨® en 2009 ha encadenado pr¨¢cticas en banca y marketing con trabajos "m¨¢s bien precarios" de camarera y recepcionista. "Est¨¢s ah¨ª, de pie, con tu uniforme, y piensas: ?para qu¨¦ me ha servido? Es justo lo ¨²ltimo que te imaginabas. En cuarto de carrera pensaba en comprarme un coche, porque lo l¨®gico era encontrar un trabajo despu¨¦s de las pr¨¢cticas. A¨²n no me lo acabo de creer". Su intenci¨®n es pasar, como m¨¢ximo, un a?o en el Reino Unido. "No me gustar¨ªa estar mucho tiempo fuera, pero tampoco volver¨¦ a cualquier precio. Lo har¨¦ si la cosa mejora y hay oportunidades laborales".
Medell¨ªn-Madrid-Shangh¨¢i
Juli¨¢n Baena, arquitecto colombiano de 33 a?os, lleg¨® a Espa?a en 2008 despu¨¦s de descartar Dubai. "Y a los tres meses ya estaba aqu¨ª la crisis". Aterriz¨® en la urbe china a comienzos de noviembre. En diez d¨ªas encontr¨® trabajo en un buen estudio de arquitectura.
Est¨¢ apurando sus ¨²ltimos d¨ªas en Madrid. "Vendiendo enseres, la moto, arreglando papeleos, despidi¨¦ndome de amigos". Todo se precipit¨® antes del verano. El estudio en el que trabajaba parec¨ªa sortear la crisis. "Ten¨ªa un piso, una moto, viv¨ªa bien y hab¨ªa trabajo". Hasta que, para su sorpresa, lo despidieron en junio. "Primero busqu¨¦ trabajo aqu¨ª". Tuvo ofertas mileuristas. As¨ª que decidi¨® probar suerte en Shangh¨¢i, donde hab¨ªa pasado largas temporadas por la Expo. "En diez d¨ªas hice ocho entrevistas". Es consciente de los pros y los contras de su aventura china. "Voy a perder calidad de vida, pero lo contrarrestar¨¦ con dinero". Se ha puesto un l¨ªmite de dos a?os en el pa¨ªs asi¨¢tico. ?Y el pr¨®ximo destino? "No lo s¨¦, R¨ªo de Janeiro quiz¨¢. Aunque volver¨ªa a Madrid, sin dudarlo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.