Presupuestos de m¨ªnimos
ELA ha calificado la reforma fiscal propuesta por Bildu de "caricatura", lo que obviamente se puede extender a las propuestas por las otras Diputaciones. Y es que, en efecto, el volumen de ingresos asociado a esa reforma representa tan solo el 0,25% de la recaudaci¨®n actual por tributos concertados.
Pero ese criterio de "m¨ªnimos" a la hora de reformar los tributos se puede decir tambi¨¦n que ha regido a la hora de fijar el gasto de nuestras cuatro instituciones. Todas se limitan a tratar de capear el temporal, pero sin entrar en el coraz¨®n del problema. Por eso, las alianzas pol¨ªticas para aprobar esos presupuestos han sido sencillas y variopintas: el PP apoya al PSE-EE en el Gobierno vasco, pero al PNV en la Diputaci¨®n de Bizkaia, mientras que recibe el apoyo del PSE-EE y del PNV en "su" Diputaci¨®n de ?lava. En cambio, en Gipuzkoa Bildu se apoya en el PSE-EE para pactar los impuestos, pero pacta el gasto con el PNV.
Los cuatro presupuestos coinciden en reducir dr¨¢sticamente las inversiones, que es lo f¨¢cil
?Por qu¨¦ no ligar salarios p¨²blicos a la tasa de absentismo laboral?
Es como si los partidos confundieran disminuir el d¨¦ficit con la necesidad de luchar contra la ineficacia administrativa, que es algo bien diferente. Lo que se necesita es una Administraci¨®n eficiente, que gaste bien, lo que supone ahorrar en ineficiencias. Despu¨¦s se ver¨¢ si destinar ese ahorro a disminuir el d¨¦ficit o, mejor, a lanzar iniciativas dinamizadoras de la econom¨ªa, porque es evidente que solo con ahorrar no se sale de la crisis.
Leyendo los cuatro presupuestos se ve que todos coinciden en reducir dr¨¢sticamente las inversiones y las transferencias hacia los ciudadanos, que es lo f¨¢cil, pero que eluden reformar su propia estructura. Tampoco introducen criterios objetivos para seleccionar los proyectos a fomentar. Por no aparecer no aparece ni el objetivo de acabar con los solapamientos administrativos derivados de nuestro complejo sistema foral, ni el de podar dr¨¢sticamente la fronda de sociedades p¨²blicas.
Ni un m¨ªnimo intento de reformar la funci¨®n p¨²blica y ello pese a que sabemos que el coste de esa funci¨®n es alt¨ªsimo, (5.471 millones de euros en el a?o 2009), limit¨¢ndose a "congelar" el gasto en personal. Incluso eso lo hacen destruyendo empleo interino, en lugar de repartiendo el trabajo para mantener el empleo.
En mi opini¨®n, deber¨ªan haber programado una reducci¨®n progresiva de los salarios p¨²blicos con la finalidad de llevarlos al nivel de lo que ganan los empleados privados de similar categor¨ªa, de manera que se compatibilice el mantenimiento del empleo con la lucha contra el d¨¦ficit. ?Por qu¨¦ no ligar salarios p¨²blicos a la tasa de absentismo laboral? ?Por qu¨¦ muchos empleados p¨²blicos vascos ganan un 30% m¨¢s que lo que se paga en la calle por ese puesto? ?Por qu¨¦ se permite que las contratas privadas que trabajan para la Administraci¨®n facturen un 30% o un 40% por el mismo trabajo que si lo hacen para la empresa privada? Todo parece un desprop¨®sito que se basa en la idea de que la Administraci¨®n es una vaca a la que se puede orde?ar impunemente.
Debemos recordar que no hay Administraci¨®n mas ineficaz y despilfarradora que la que solo gasta para s¨ª y no para el ciudadano. Eso ocurre cuando un departamento reduce las actividades culturales que fomenta, pero mantiene el coste de sus funcionarios; o cuando una universidad reduce sus cursos, pero no reduce sus plantillas; o cuando un departamento de obras reduce las inversiones, pero solo congela su staff. Por el contrario, lo que se necesita es que la Administraci¨®n haga m¨¢s y mejores cosas que antes con el mismo o menos dinero que hasta ahora. Y eso exige reorganizaci¨®n interna y criterio a la hora de aplicar los recursos a actividades externas.
Porque el otro pilar de la ineficacia administrativa es la falta de criterio a la hora de seleccionar los proyectos, p¨²blicos o privados, que se financian desde la Administraci¨®n. El ministro Blanco reconoci¨® en el Congreso que las obras p¨²blicas se abordaban sin estudiar su verdadera rentabilidad futura. Estuvo muy bien la confesi¨®n, pero eso no le impidi¨® seguir construyendo l¨ªneas de AVE que mover¨¢n vagones, pero no pasajeros.
Es urgente aprobar una ley que obligue a todas las Administraciones a justificar la rentabilidad futura de sus proyectos, con m¨¦todos homologados que impidan la picaresca. Otros pa¨ªses lo hacen habitualmente, como Francia, donde la SNCF solo puede acometer la construcci¨®n de una nueva l¨ªnea de AVE si la rentabilidad econ¨®mica prevista en el primer ejercicio de funcionamiento es del 6% y su rentabilidad social del 8%. Eso se traduce en que solo se construyen aquellas l¨ªneas que tienen un tr¨¢fico previsto de ocho millones de pasajeros anuales. Por supuesto, ninguna l¨ªnea de AVE espa?ola tiene, ni de lejos, esas perspectivas, lo que explica la locura inversora espa?ola, con un dinero que no tenemos, y la mesura inversora francesa.
Por lo tanto lo que se necesita no es tanto una Administraci¨®n que ahorre, cuanto una que seleccione los proyectos adecuados, que compare la rentabilidad entre invertir en una obra, o financiar una empresa de nuevas tecnolog¨ªas, o mejorar el sistema educativo.
Se trata tambi¨¦n de que esa Administraci¨®n tenga un personal tan motivado, eficaz y pagado como en la empresa privada, pero no m¨¢s. Y todo ello lo necesitamos ya, porque la crisis no perdona y est¨¢ aqu¨ª para quedarse. Pero parece que habr¨¢ que esperar a los presupuestos del a?o que viene, porque estos son de m¨ªnimos.
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