Jorge Hourton, un obispo inc¨®modo para Pinochet
Denunci¨® las torturas y defendi¨® a las v¨ªctimas del r¨¦gimen
Cuando se produjo el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, el obispo cat¨®lico Jorge Hourton, nacido en 1926 en Francia y nacionalizado chileno, que falleci¨® el lunes pasado y fue sepultado en Santiago el mi¨¦rcoles, ejerc¨ªa su ministerio en la ciudad de Puerto Montt, 1.000 kil¨®metros al sur de la capital. Un conscripto armado le pidi¨® un cigarrillo y Hourton le dio uno. En sus Memorias de un obispo sobreviviente: episcopado y dictadura record¨® el hecho y la reflexi¨®n que tuvo entonces: "Pobre cabro [joven], en qu¨¦ lo han metido y en qu¨¦ nos han metido a todos en el pa¨ªs".
Ese martes 11 marc¨® la trayectoria del obispo. Escuch¨® por radio, emocionado, las palabras finales del derrocado presidente Salvador Allende y en cuanto pudo parti¨® a visitar y dar apoyo a las v¨ªctimas en su zona. No fue de inmediato a ver al jefe militar de la zona, coronel Sergio Leigh -hermano del miembro de la Junta Militar y jefe del Ej¨¦rcito del Aire, Gustavo Leigh- y este se qued¨® esperando que lo felicitara por el golpe, como s¨ª lo hicieron otros.
"Ignoraba que el ate¨ªsmo pudiera combatirse con las armas", replic¨®
Desde entonces qued¨® marcado como un opositor a la dictadura y defensor de los derechos humanos. Los partidarios de Pinochet lo llamaban El obispo rojo, pero Hourton no lo era, simplemente previ¨® lo que ven¨ªa. Licenciado en Teolog¨ªa y doctor en Filosof¨ªa en la Universidad Pontificia Ateneo Angelicum de Roma, exrector del Seminario Pontificio en Chile, era reconocido como uno de los intelectuales m¨¢s l¨²cidos de la Iglesia cat¨®lica chilena.
Dedic¨® su ejercicio pastoral a las v¨ªctimas y m¨¢s necesitados. Cuando visit¨® al papa Pablo VI, a comienzos de 1974, en la audiencia Hourton le dijo: "Hemos tratado de estar muy cerca de los pobres porque es mucha la gente que sufre hoy en Chile, hay torturas y muertes injustas". El Papa lo nombr¨® obispo auxiliar de Santiago, donde lleg¨® a apoyar al cardenal Ra¨²l Silva Henr¨ªquez. Hourton tuvo en esos a?os un papel importante para inclinar la opini¨®n de los obispos hacia una postura cr¨ªtica de la dictadura. Al recordar cuando el episcopado plante¨® p¨²blicamente su preocupaci¨®n por las detenciones arbitrarias y las torturas, Hourton cuenta en sus memorias: "Por fin la autoridad moral de la Iglesia levantaba su voz para decir lo que nadie m¨¢s pod¨ªa decir, con el poder judicial enteramente sumiso, el Congreso cerrado, las universidades intervenidas, la prensa estrictamente censurada, los partidos prohibidos, todo el pueblo controlado". Aunque la declaraci¨®n fue moderada, "no pudo impedir la furia de Pinochet", afirm¨® Hourton.
Por carta, el coronel Orlando Jerez, jefe de las comunicaciones de la dictadura, lo critic¨® por haber ido a un regimiento a preguntar por detenidos. Jerez le argument¨® su decepci¨®n dado que las fuerzas armadas y la Iglesia cat¨®lica eran las dos "grandes y ¨²nicas defensas contra el ate¨ªsmo". Mordaz, Hourton replic¨®: "Ignoraba que ustedes tuvieran inter¨¦s en detener el ate¨ªsmo o que este pudiera combatirse con las armas". Uno de sus colaboradores, Domingo Namuncura, recuerda que el obispo en sus cartas y art¨ªculos "remov¨ªa las entra?as, incomodaba al poder. Dec¨ªa las cosas con tanta claridad que no hab¨ªa manera de desmentirlo".
Hourton combin¨® reflexi¨®n y acci¨®n. Recib¨ªa a las v¨ªctimas en su modesta oficina y golpeaba puertas de los cuarteles pidiendo por los prisioneros, les llevaba mensajes de sus parientes y hac¨ªa gestiones ante las autoridades para conseguir su liberaci¨®n. Particip¨® en la formaci¨®n de la Fundaci¨®n de Ayuda Social de Iglesias Cristianas (FASIC), que entre sus programas dio atenci¨®n psiqui¨¢trica a los torturados y cre¨® la Fundaci¨®n Missio, de educaci¨®n y asistencia popular, para las v¨ªctimas sociales del r¨¦gimen, y estuvo en el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ).
Su voz fue perdiendo influencia en la Iglesia, con el repliegue que esta tuvo despu¨¦s del retiro del cardenal Silva Henr¨ªquez. Volvi¨® a Francia y despu¨¦s regres¨® a Chile como obispo de Temuco, donde asumi¨® una nueva bandera, la de los mapuches. Aspiraba a reformas en la Iglesia y era de los pocos prelados que consideraba inevitable que hubiese divorcio, y lo dec¨ªa.
En 2003 tuvo un accidente cerebro-vascular y una afecci¨®n cardiaca de los que logr¨® recuperarse, pero despu¨¦s su salud volvi¨® a quebrantarse. Su figura "fue decisiva en las jornadas de movilizaci¨®n social que respald¨® la Iglesia cat¨®lica para lograr remover el r¨¦gimen dictatorial", record¨® el senador socialista Camilo Escalona al enterarse del fallecimiento de Hourton.
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