'El cant dels ocells'
Que nadie crea que esta Liga de Dos est¨¢ resuelta. Al margen de los consabidos tropiezos, todav¨ªa queda el partido de vuelta. Dejemos que el dedo de Mourinho se?ale el camino a los suyos, mientras el fil¨®sofo Guardiola da lecciones de balompi¨¦ a los dem¨¢s. Incluso en las mism¨ªsimas barbas de Bernab¨¦u. Por supuesto, es una met¨¢fora, ya que Bernab¨¦u odiaba las barbas. Florentino tambi¨¦n. Nunca ver¨¢n barbas en su entorno. Todo lo m¨¢s, el bigote ralo de Aznar. Decididamente, son siameses. El s¨¢bado pasado volv¨ªan a compartir la misma manga de la chaqueta. Probablemente, obsequio de Camps.
Pero no voy a hablar de ellos. Ni de Urdangarin. Ni de f¨²tbol. Sino de lucha libre. Les invito a remontarnos a un 19 de marzo de 1964. Lo recuerdo como si fuera ayer. Telefone¨¦ a un amigo que se llamaba Negri. Hab¨ªa sido guardameta del Grasshoppers de Z¨²rich y fue ¨¦l quien me dio las se?as de Niki Kola, al que yo quer¨ªa entrevistar. Me advirti¨®, eso s¨ª, de que Niki Kola estaba loco. Ese era precisamente el motivo por el que quer¨ªa entrevistarle y por el que hoy voy a viajar en el tiempo para traerlo hasta aqu¨ª.
Me deprime la mezquindad. Tras el cl¨¢sico, no soporto declaraciones como "La suerte marc¨® la diferencia"
Ver¨¢n. Me deprime la mezquindad. Y, tras presenciar el soberbio cl¨¢sico del s¨¢bado, no soporto declaraciones como "La suerte ha marcado la diferencia", r¨¢cano subterfugio para no admitir errores propios y evitar reconocer la superioridad del contrario. En ocasiones, resulta saludable recurrir al recuerdo antes de que contaminen la memoria de un presente que merece la pena preservar. As¨ª que me voy al Par¨ªs de Brigitte Bardot. Imaginemos que subo los pelda?os de una crujiente escalera hasta la desvencijada puerta de una mugrienta buhardilla en la rue de la Gare de Reuilly. Llamo con los nudillos y, antes de abrir, una voz aguardentosa me pregunta: "?Qu¨¦ quiere?" "Hablar", digo. "?De qu¨¦?", inquiere. Me lo pienso dos veces y opto por tratar de adularle: "Del m¨¢s grande luchador de todos los tiempos". "?Se refiere a m¨ª?", indaga suspicaz. Comprendo que he equivocado la t¨¢ctica y es tarde para rectificar. "S¨ª", admito a rega?adientes. "Pues v¨¢yase al cuerno", me sugiere desde?oso. "Soy amigo de Negri", aduzco. "?Qui¨¦n es Negri?", pregunta. "Un portero del Grasshoppers", digo a la desesperada.
Grasshoppers significa saltamontes y a Niki Kola eso le hace gracia. Su risa no es tranquilizadora, pero me invita a pasar: "Empuje, la cerradura est¨¢ rota". Empujo y entro. Me agarra por el cuello: "Esc¨²chame bien, mequetrefe, yo no soy el m¨¢s grande. Ni siquiera he sido el m¨¢s grande en la lucha libre de mi pa¨ªs. Soy un fracasado y a ti te conozco. En Varsovia. Estabas con una rubia en los asientos de ring. ?Jam¨¢s olvido una cara! Y, si me han ofendido, tarde o temprano, todos pagan la ofensa. Aunque estuviera como una cuba, me acuerdo de ti".
La presi¨®n de su manaza en mi gaznate me imped¨ªa hablar. Y respirar. Mal que me pese y para verg¨¹enza retrospectiva, no me qued¨® m¨¢s remedio que, anticip¨¢ndome a Mou, meterle un dedo en el ojo. Me solt¨®. Cobr¨¦ resuello. Supuse que, tras reponerse, me matar¨ªa. Pero no me mat¨®.
"Yo no soy el que usted cree", le espet¨¦ con firmeza. "Le habr¨¦ confundido con un imb¨¦cil", concedi¨® repentinamente conciliador, mientras se enjugaba el lagrim¨®n que discurr¨ªa por su mejilla. Y, cuando le dije que pagar¨ªa por la entrevista, se puso a hablar por los codos: "La ¨²ltima vez que trabaj¨¦ fue como guardaespaldas del pr¨ªncipe Ali Khan, antes de que se matara conduciendo a lo loco por Par¨ªs y dejara viuda a Rita Hayworth. Esa fue la raz¨®n por la que perd¨ª el trabajo, por eso y por estar borracho. El alcohol es peor que los golpes, porque pega por dentro. No recuerdo mi ¨²ltimo combate. Ni d¨®nde, ni con qui¨¦n. Creo que le tocaba ganar a ¨¦l. Una vez pele¨¦ dos veces con Primo Carnera. Y le gan¨¦ las dos "¨¦l a m¨ª". Siempre cumplo lo pactado. Luchar es cobrar y callar. Mi llave preferida era la de mi casa, pero me han roto la cerradura. En realidad, nunca me ha gustado la lucha. Lo m¨ªo es bailar y morder. Bailar el tango y morder a una mujer. Tambi¨¦n mord¨ª a Orson Welles en Moby Dick. ?Bah!, no vale nada. Es todo grasa. Podr¨ªa haber hecho el papel de la ballena y, si el mar fuera whisky, se lo hubiera bebido entero...".
He olvidado decir que, mientras Niki Kola hablaba, beb¨ªa sin parar. Y no agua de mar. Acab¨® dormido en mi regazo y, todav¨ªa bajo el influjo del juego del Bar?a, le tarare¨¦ maternal El cant dels ocells.
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