Vecindario boscoso
HOTEL HERMITAGE, jabal¨ªes que hozan el jard¨ªn y noches de aislamiento completo en la sierra malague?a
En el ¨²ltimo tramo, la carretera se estrecha y adquiere toda la espectacularidad de una pista forestal bacheada. La orograf¨ªa es tortuosa. El paisaje, muy accidentado, inh¨®spito. Sufrir una aver¨ªa en estos parajes da miedo, especialmente de noche. No, no estamos en los C¨¢rpatos, ni tampoco en el Mato Grosso. Si nos elevamos a la altura de la copa de los ¨¢rboles veremos, al fondo, el perfil sobreedificado de la Costa del Sol y, m¨¢s al sur, el pe?¨®n de Gibraltar.
Ins¨®lito, pero ver¨ªdico, a estas alturas del siglo XXI. Casares y sus alrededores son el ¨²ltimo relicto no masificado de la sierra Bermeja, el destino anhelado por quienes no renuncian a olfatear el pinsapo mediterr¨¢neo libre de mon¨®xido de carbono y excrecencias mundanas. Por eso, la aventura de internarse por esta tenebrosa pista hasta dar con los aparcamientos del hotel Hermitage, uno a la izquierda y otro a la derecha de la entrada principal, justifica sobradamente cualquier imponderable.
HOTEL HERMITAGE
PUNTUACI?N: 6,5
Categor¨ªa oficial: tres estrellas. Direcci¨®n: Paraje de La Celima, s/n. Carretera de Casares MA-8300, km 10. Casares, M¨¢laga.Tel¨¦fono: 952 89 56 39. Fax: 952 89 41 45. Internet: www.hotelhermitage.es. Instalaciones: jard¨ªn, sal¨®n de estar, bodega, bar, restaurante. Habitaciones: 7 dobles, 8 suites (wifi gratis). Servicios: dispone de habitaciones adaptadas para discapacitados, animales dom¨¦sticos prohibidos. Precios: desde 77 euros, IVA y desayuno incluidos; descuento del 5% por estancias de 3 noches, y 8% por estancias de 7 noches.
Ser¨¢ que el servicio anda ya acostumbrado a estas soledades, porque no hay comit¨¦ de bienvenida, ni laureles sobre la frente. M¨¢s bien una tramitaci¨®n diligente y profesionalizada, que no es poco en la sierra extrema. El caser¨®n invita a esparcirse por rincones agradables, decorados con discreci¨®n por el propietario ruso que lo adquiri¨® hace unos a?os. En primavera se vive m¨¢s afuera, entre los macizos florales del jard¨ªn. Bueno..., del escaso jard¨ªn que sobrevive al hozar de los jabal¨ªes, que descienden cada noche hasta la casa. Alrededor, el bosque los protege de la grita. Aqu¨ª reina un silencio absoluto, gr¨¢vido; aunque ser¨ªa muy de agradecer que eliminaran la m¨²sica ambiental del hotel y pudiera escucharse el murmullo del Levante sobre la hojarasca.
Vistas al monte
Dentro nos encontramos unas habitaciones historiadas, al gusto de una ¨¦poca en que se llevaban las colchas de raso gris, los cabeceros entorchados brillantes, las l¨¢mparas neobarrocas. Y casi, casi, unos iconos gregorianos sobre las camas. La habitaci¨®n n¨²mero 3 goza de una agradable terraza empotrada en el monte. La 9 se comunica con su vecina a trav¨¦s de una puerta opcional. Cierto que ninguna convence por su insonorizaci¨®n, pero el espacio de la ducha es reconfortante, tiene un buen chorro, intenso y de lluvia fina. Aqu¨ª, todo un lujo.
El desayuno, de buf¨¦, puede decepcionar por modesto, aunque la calidad de sus elaboraciones est¨¢ fuera de toda duda. As¨ª lo dan a entender las encuestas de satisfacci¨®n de la clientela. Nada que ver, en cualquier caso, con el esmero que el servicio prodiga en las cenas, ambientadas a la luz de las velas y, definitivamente, centradas en productos de la tierra sin alharacas ultramontanas.
?Qu¨¦ privilegio alcanzar as¨ª lo inalcanzable!
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