Pedro Cabrita Reis

Puede que haga una docena de a?os que no expon¨ªa en Madrid Pedro Cabrita Reis. Su retorno viene avalado por un impactante conjunto de trabajos, realizados en 2011, que re¨²ne pinturas, esculturas y piezas de base fotogr¨¢fica. La divisa de Los rojos, que da t¨ªtulo a la muestra, responde en cierto modo a un doble origen. En primer lugar, a las impactantes pinturas en las que el artista extiende la densa masa de color sobre la tensa membrana del lienzo crudo, cuyo margen, en alg¨²n caso, no llega a colmar. Densidad enf¨¢tica de la sustancia pict¨®rica que junto con el ensamblaje del soporte acent¨²an la condici¨®n objetual de la pieza hasta un punto que roza el l¨ªmite de lo escult¨®rico. Un matiz elocuente, este ¨²ltimo, dado que el segundo aval del t¨ªtulo lo sit¨²a el soberbio ciclo de variantes de The red room, espectacularmente desplegado en el per¨ªmetro del espacio principal de la galer¨ªa. Ya que, concebidas, en principio, como esculturas, estas piezas modulares que encierran una fina capa de color uniforme entre dos grandes l¨¢minas de cristal, un tanto en la estela de su ciclo The learning paintings de 2007, tienden en su caso a apuntar, en simetr¨ªa inversa, hacia lo pict¨®rico. Esos son en todo caso, a mi juicio -por encima de la gestualidad de Large black and white flower o la, por otro lado, pertinente secuencia de fotos intervenidas de los olivos de luz- los aut¨¦nticos ejes de fuerza mayor de la muestra, a modo de fulgentes brasas, bien arropadas por otras dos esculturas de talla, Working class 1, ante todo, con su melanc¨®lico trazo de ne¨®n, y la articulaci¨®n de vigas de acero de 24 x 30.