La Torre de los Siete Jorobados

?Cu¨¢ndo una pel¨ªcula se convierte en un t¨ªtulo de culto? Primero, cuando sus fans son ac¨¦rrimos y luchan porque su eco no se acalle en el tiempo. Segundo, si su tem¨¢tica y/o est¨¦tica rompen con el estereotipo de su ¨¦poca. Tercero, cuando su creador es un tipo raro, alejado de los c¨¢nones sacralizados. Cuarto, si se ha visto en contadas ocasiones, empezando por su estreno, que ha debido pasar casi inadvertido. Todo eso lo tiene La Torre de los Siete Jorobados, del m¨¢s madrile?o de los cineastas madrile?os de la primera mitad del siglo XX, Edgar Neville, diplom¨¢tico metido a director de cine y hoy muy poco recordado. En 1944, Jos¨¦ Santugini y ¨¦l guionizan la novela hom¨®nima de Emilio Carrere (otro artista reivindicado en los ¨²ltimos a?os) y ruedan este extra?o filme de terror sobrenatural (que encajan en una naturaleza on¨ªrica para colarle el gol a la censura) en el que un pelagatos se enamora de una chica que vive en la madrile?a plaza de la Paja, y por ese amor descubre la ciudad oculta en el suelo madrile?o que excavaron los jud¨ªos en 1492 -ya es traer por los pelos un argumento- y que ahora exploran siete jorobados que entran por una torre en la plaza de la Morer¨ªa. Y a¨²n no hemos llegado al fantasma que gu¨ªa los pasos del protagonista, ni a sus paseos por la burocracia municipal, ni a los siniestros decorados... La Torre de los Siete Jorobados por fin aparece en una edici¨®n en DVD a su altura de t¨ªtulo m¨ªtico, con un libro con art¨ªculos que indagan en el filme y sus autores. De ah¨ª sale la frase que mejor resume esta maravillosa pel¨ªcula: "Concilia el realismo del sainete matritense con el irrealismo del expresionismo cinematogr¨¢fico alem¨¢n". A ver qui¨¦n iguala eso.