Washington advierte a Corea del Norte que proteger¨¢ a sus aliados
Preocupaci¨®n en EE UU por el programa nuclear y el peligro de vac¨ªo de poder
Estados Unidos record¨® ayer, tras la muerte de Kim Jong-il, que "mantiene su compromiso con la estabilidad de la pen¨ªnsula de Corea y con la libertad y la seguridad de sus aliados", una alusi¨®n a que la Administraci¨®n norteamericana responder¨¢ a cualquier intento de aprovechar el posible vac¨ªo de poder en Corea del Norte para agredir a Corea del Sur o Jap¨®n.
Aunque la amenaza de Ir¨¢n se observa, al menos hasta hoy, como un peligro m¨¢s inminente, Asia es la regi¨®n del mundo en que la implicaci¨®n militar de EE UU es m¨¢s directa y sus responsabilidades de seguridad, mayores. Washington tiene cerca de 30.000 soldados en Corea del Sur e importante bases en Jap¨®n, sus dos principales aliados asi¨¢ticos y dos naciones que dejaron en manos norteamericanas gran parte de su propia defensa.
Jap¨®n y Corea del Sur han dejado su protecci¨®n en manos norteamericanas Un l¨ªder d¨¦bil podr¨ªa dar m¨¢s poder a los militares, el sector m¨¢s extremista
El presidente Barack Obama habl¨® en las ¨²ltimas horas por tel¨¦fono con los l¨ªderes de esos dos pa¨ªses para renovarles el respaldo de EE UU en momentos de gran incertidumbre sobre la evoluci¨®n en Corea del Norte, un r¨¦gimen sobre el que se carece de informaci¨®n fiable y que ha desarrollado un programa nuclear que ha creado enorme inquietud entre sus vecinos.
La pen¨ªnsula de Corea es, adem¨¢s, el escenario del mundo en el que m¨¢s claramente se visualiza la rivalidad entre China y Estados Unidos por el liderazgo mundial. China, un aliado, de Corea del Norte, tiene ahora una gran responsabilidad de controlar a ese pa¨ªs y garantizar que no se abra una fase de inestabilidad regional. Estados Unidos, al otro lado del paralelo 38, donde se estableci¨® en 1953 la Zona Desmilitarizada tras la guerra que enfrent¨® a las dos Coreas y que, formalmente, a¨²n se mantiene, se encarga de proteger al Sur. Los dos pa¨ªses que comparten nombre no han firmado a¨²n oficialmente el cese de las hostilidades, y los incidentes en ese punto, a veces con muertos, se han repetido a lo largo de los ¨²ltimos a?os y han creado varios momentos de alta tensi¨®n internacional.
Una dif¨ªcil sucesi¨®n pol¨ªtica se abre, por tanto, en una regi¨®n que puede considerarse uno de los mayores polvorines sobre la Tierra. Est¨¢ en manos, sobre todo, de China y Estados Unidos conducir los acontecimientos de una forma que no afecte a la estabilidad de toda Asia. El tono general de las relaciones chino-norteamericanas, dominado por el entendimiento y la cooperaci¨®n en cuestiones estrat¨¦gicas, hace pensar que as¨ª va a ser. Pero existen otra serie de intereses inmediatos, como la supervivencia del r¨¦gimen comunista en Corea del Norte, el arsenal nuclear o las precarias condiciones humanas en las que vive la poblaci¨®n de ese pa¨ªs, que pueden ser motivo de conflicto.
Hace apenas unos d¨ªas regres¨® a Washington el responsable norteamericano de los asuntos de Corea del Norte, Glyn Davies, despu¨¦s de una serie de consultas en Pek¨ªn, Tokio y Se¨²l sobre el estado del programa nuclear norcoreano. Sobre ese asunto se lleva hablando desde que Corea del Norte hizo su primer ensayo at¨®mico, en 2005. Las conversaciones, llamadas "a seis partes", que manten¨ªan EE UU, China, Rusia, Jap¨®n y las dos Coreas se rompieron en 2008 y no han estado formalmente reanudadas desde entonces. Un a?o despu¨¦s, Corea del Norte expuls¨® a los inspectores de Naciones Unidas.
Las negociaciones giran, b¨¢sicamente, en torno a un trato: control nuclear a cambio de alimentos. Corea del Norte est¨¢ permanentemente necesitada de ayuda para dar de comer a su poblaci¨®n, pero se le pide a cambio que renuncie a poseer un arsenal nuclear.
Estados Unidos reanud¨® hace poco algunos de sus planes de ayuda alimentaria como gesto de buena voluntad, pero eso no ha permitido a¨²n la reanudaci¨®n de las conversaciones a seis ni ha servido para arrancar concesiones significativas al r¨¦gimen del Norte.
Es posible que la debilidad del liderazgo norcoreano, con Kim Jong-il gravemente enfermo desde 2008, haya impedido m¨¢s progresos en el di¨¢logo. Se conf¨ªa, por tanto, en que un nuevo l¨ªder tome un camino m¨¢s positivo en esa direcci¨®n. Pero el desconocimiento de la situaci¨®n interna del r¨¦gimen es tal que muy bien podr¨ªa ocurrir todo lo contrario. Un nuevo l¨ªder m¨¢s inexperto y d¨¦bil a¨²n que el anterior podr¨ªa dar m¨¢s poder a los militares, donde parece encontrarse el sector m¨¢s extremista del sistema, y esto precipitar¨ªa una actitud m¨¢s agresiva de parte de Corea del Norte.
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