Corea del Norte, un pa¨ªs acuartelado
El tercer mayor Ej¨¦rcito del mundo ha militarizado al 25% de la poblaci¨®n
"El para¨ªso" de Corea del Norte, como reza la propaganda del partido ¨²nico, el Partido del Trabajo (PT), es un gigantesco cuartel gobernado por 1,2 millones de militares y otros cinco millones de reservistas que controlan hasta el aire que respiran los ciudadanos. La muerte de Kim Jong-il ha dejado al frente de esta pavorosa m¨¢quina de guerra dotada de todo un arsenal de misiles y armas nucleares, qu¨ªmicas y bacteriol¨®gicas a un joven inexperto que sin haber hecho el servicio militar fue ascendido a teniente general el a?o pasado: Kim Jong-un, el nuevo l¨ªder norcoreano.
"No tiene m¨¦rito militar alguno, solo el de ser hijo, y no creo que se haya ganado el respeto de los generales. Los militares seguir¨¢n las ¨®rdenes del jefe del Alto Estado Mayor del Ej¨¦rcito, vicemariscal Ri Yong-ho, y este, supuestamente, las de Kim Jong-un. Eso es lo que cuenta", afirma el teniente general surcoreano en la reserva Cha Young-koo.
"El r¨¦gimen no renunciar¨¢ a su programa nuclear", dice un experto
Cha, experto en Corea del Norte que ense?a en el Instituto de Estudios para la Paz de la Universidad Kyung Hee de Se¨²l, sostiene que el PT perdi¨® todo el control sobre el pueblo cuando hace dos d¨¦cadas la crisis econ¨®mica, diplom¨¢tica y estructural le vaci¨® la despensa y se encontr¨® que no ten¨ªa alimentos que distribuir porque el pa¨ªs estaba hundido en la miseria. "Solo el Ej¨¦rcito pod¨ªa controlar esa situaci¨®n", afirma al explicar la militarizaci¨®n de la sociedad norcoreana y la raz¨®n por la que Kim Jong-il hizo del Ej¨¦rcito el m¨²sculo vital del pa¨ªs. Jong-il se hizo cargo de Corea del Norte en su peor momento, en 1994, al morir de un infarto su padre y fundador de la rep¨²blica comunista, Kim Il-sung.
En el reino del secretismo las cifras var¨ªan, y los expertos sit¨²an entre el 25% y el 33% del total del presupuesto nacional lo que se dedica a las Fuerzas Armadas, que a su vez controlan las aduanas, la miner¨ªa y la escasa industria. De ah¨ª, el inter¨¦s de los militares en mantener la estabilidad y abrir la mano si es necesario, pero solo lo suficiente para que no haya una revuelta.
Seg¨²n Cha, "es previsible" que ahora acepten suspender el enriquecimiento de uranio a cambio de ayuda humanitaria de EE UU. "Es un juego en el que todos hemos aprendido las reglas. Los norcoreanos nunca renunciar¨¢n a su programa nuclear y todos lo sabemos, pero ellos juegan a parar las centrifugadoras -con lo cual ralentizamos el programa at¨®mico- y les damos lo suficiente para que el r¨¦gimen no se hunda por falta de alimentos", dice. "Nos interesa a los vecinos, y a EE UU, que el pa¨ªs se mantenga estable. No podemos impedir que el r¨¦gimen caiga, pero podemos ayudar a la poblaci¨®n para que no se subleve. El caos es lo peor", reitera.
Los militares norcoreanos pueden estar interesados en mantener una cierta tensi¨®n para demostrar su importancia, pero tambi¨¦n quieren estabilidad porque saben que de lo contrario lo perder¨ªan todo. Por esto y porque considera que ya no tienen recursos para lanzar una invasi¨®n, Cha excluye "pr¨¢cticamente" otra guerra en la pen¨ªnsula.
Como muchos otros expertos surcoreanos, este teniente general en la reserva cree que los pr¨®ximos tres meses van a ser claves para saber la direcci¨®n que toma el vecino pa¨ªs. El 15 de abril se cumple el centenario del nacimiento de Kim Il-sung y el r¨¦gimen se hab¨ªa comprometido a hacer para entonces una "naci¨®n prospera y fuerte". Esto significa que, al menos, todos podr¨ªan comer, lo que exige llegar a un acuerdo para obtener ayuda exterior. El ¨¦xito puede suponer la paulatina apertura del r¨¦gimen, algo que ans¨ªan casi m¨¢s los de fuera que los de dentro, ya que la poblaci¨®n no sabe lo que hay m¨¢s all¨¢ de su frontera.
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