Personajes
As¨ª como los edificios, en la arquitectura contempor¨¢nea, han perdido la fachada principal, as¨ª los peri¨®dicos y las revistas est¨¢n a punto de perder la portada. La mantienen a¨²n pero en v¨ªas de extinci¨®n y sin significado, con serias dudas sobre su utilidad. ?C¨®mo distinguir, en medio de este desorden, la elocuencia del desparpajo, la brillantez inmediata de la inteligencia de fondo, la cr¨ªtica aguda del insulto romo? ?C¨®mo escoger el rostro de una realidad que parece que solo tiene espalda? ?Con qu¨¦ criterio recomendar a toda p¨¢gina un libro, un disco, una pel¨ªcula? Se recomiendan, pero por pura inercia, sin fe. Se publican las portadas sin fe y el lector les echa un vistazo sin fe, mientras aguardamos el d¨ªa en el que tambi¨¦n la portada se pueda poner a la venta. En cierto modo, ya lo est¨¢, ya est¨¢ a la venta, aunque a¨²n no se paga con dinero, hay mil modos de cobro. La portada de la revista Time consagrada al manifestante metaforiza esa confusi¨®n al pretender reunir en la imagen de un joven (o una joven) con el rostro y la cabeza cubiertos al indignado de la Puerta del Sol, a los protagonistas de la llamada primavera ¨¢rabe y a los okupas de Wall Street, entre otros. Habr¨ªa tenido m¨¢s sentido dedicarla a la Coca-Cola, presente de manera concreta en cada una de las plazas por las que se ha movido esa abstracci¨®n llamada el manifestante. Y habr¨ªan obtenido unos ingresos ping¨¹es de publicidad. Pero los directivos de Time est¨¢n satisfechos de su perspicacia. Personaje del a?o, se preguntar¨ªan muy serios. El manifestante, responder¨ªa, raudo, el director comercial. Y es que en estos momentos, del mismo modo que los edificios carecen de fachada principal, la historia carece de rostro. Quiz¨¢ en alg¨²n sitio haya un personaje del a?o, pero ser¨ªa tan dif¨ªcil dar con ¨¦l como encontrar la puerta de acceso a un edificio de autor.
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