La sorpresa de la crisis
"Hasta las casas m¨¢s seguras tienen goteras". El refr¨¢n holand¨¦s podr¨ªa aplicarse a cualquier latitud, pero en la tierra del ahorro sistem¨¢tico, esta verdad tan elemental no parec¨ªa tener efectos reales. Hasta que lleg¨® la crisis mundial y desbarat¨® los cuidadosos acuerdos del Gobierno de centro-derecha, hoy en el poder.
Holanda ha entrado en recesi¨®n y ya no puede recurrir a la incompetencia de otros pa¨ªses para justificar sus sobresaltos contables. La Oficina Central de Planificaci¨®n ha confirmado la contracci¨®n del 0,3% del PIB en el tercer trimestre, la misma previsi¨®n que tiene para el ¨²ltimo tramo del a?o. En 2012, calcula que la econom¨ªa caer¨¢ un 0,5%. Pero tal vez la cifra m¨¢s dolorosa para las autoridades sea la del d¨¦ficit presupuestario: alcanzar¨¢ el 4,1% del PIB, superando por primera vez en d¨¦cadas el l¨ªmite del 3% del Pacto de Estabilidad. Justo el acuerdo que otros pa¨ªses -los primeros fueron Francia y Alemania, es cierto- han ignorado con desastrosos resultados.
Holanda ya no puede justificar su recesi¨®n por culpa de otros pa¨ªses
El pa¨ªs tiene que recortar otros 10.000 millones, y no hay acuerdo
La ayuda al desarrollo puede ser el primer tab¨² derribado
Acostumbrada a pactarlo todo porque depende del esfuerzo, eficacia y confianza colectivos para no acabar sumergida, Holanda no puede permitirse vulnerar las normas financieras. Mientras el socio torpe en sus c¨¢lculos fuera Grecia, Italia o Espa?a, la situaci¨®n era f¨¢cil de explicar. Hab¨ªan manejado mal sus caudales y merec¨ªan mano dura. Luego, claro, un buen pr¨¦stamo para evitar el hundimiento general. Jan Kees Jager, ministro de Finanzas, no ha ahorrado cr¨ªticas hacia sus socios del sur de Europa. Ha llegado a preguntar en Bruselas si le iban a devolver el dinero adelantado. Tambi¨¦n ha sido muy duro con Par¨ªs y Berl¨ªn. "Este l¨ªo empez¨® porque ellos se saltaron la barrera del 3% de d¨¦ficit", ha dicho. Cuando ya no ha podido m¨¢s, ha izado la bandera de los "nuevos recortes que se avecinan", esta vez en casa.
Y aqu¨ª empiezan las negociaciones, otra de las peculiaridades holandesas. Cuando tom¨® posesi¨®n en 2010, el Gobierno de liberales y democristianos cifr¨® en 18.000 millones de euros el recorte necesario para afrontar la crisis. Ahora baraja otros 10.000 millones m¨¢s y nadie se pone de acuerdo en c¨®mo lograrlo. Porque la sociedad holandesa tiene tres tab¨²es: la edad de jubilaci¨®n, las deducciones fiscales por vivienda y la ayuda al desarrollo. La primera se ha elevado a 67 a?os nada menos que para 2025. La patronal ya ha pedido que se aplique antes y que se contengan los gastos del Estado de bienestar, sin obtener respuesta. Las deducciones hipotecarias son intocables para los liberales y la extrema derecha del l¨ªder antimusulm¨¢n, Geert Wilders. Su Partido de la Libertad apoya al Gabinete en el Parlamento y, de momento, ha zanjado la cuesti¨®n con un "manos fuera de las hipotecas".
Queda, pues, la ayuda al desarrollo, de la que Holanda es orgullosa pionera. Al Gobierno le duele, pero ha empezado a retocarla. En vez de a 33 pa¨ªses, la enviar¨¢ solo a 15, y si cambia el clima econ¨®mico, recuperar¨¢ el ritmo. "Una estupidez may¨²scula", seg¨²n Wilders. "Esta ayuda es un pasatiempo de la izquierda y hay que suprimirla. Ahorraremos 4.000 millones", dice. Aqu¨ª, el silencio gubernamental es menos sepulcral que en otros temas. Quiz¨¢ sea el primer tab¨² derribado por la crisis.
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