Marruecos titubea
El pa¨ªs magreb¨ª busca contener el gasto p¨²blico mientras debate qu¨¦ cambios estructurales debe poner en marcha
Marruecos no pasa por su mejor momento econ¨®mico. Abdelilah Benkiran acaba de asumir el liderazgo del Gobierno elegido en las primeras elecciones celebradas tras la promulgaci¨®n de la nueva Constituci¨®n y una de sus principales tareas ser¨¢ la puesta en marcha de las reformas para impulsar el crecimiento y combatir el convulso escenario internacional que amenaza con frenar la producci¨®n. Existe cierto consenso sobre qu¨¦ hay que hacer para atacar el desempleo y la pobreza, males cr¨®nicos del pa¨ªs, pero persisten dudas respecto del c¨®mo se deben abordar los cambios.
Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que Marruecos podr¨ªa crecer un 4,6% este a?o, uno de los mayores crecimientos de ?frica y muy por encima del 3,7% de 2010. El problema es que este alza no es suficiente para reducir la elevada tasa de paro cercana al 9% y que se triplica en los menores de 30 a?os. Un crecimiento que tambi¨¦n va acompa?ado de un elevado d¨¦ficit fiscal, que este a?o podr¨ªa llegar al 5,7% -el doble de las previsiones oficiales-, y de la imposibilidad de generar nuevos ingresos p¨²blicos.
El pa¨ªs ha apostado por la entrada de capital extranjero en concesiones
De hecho, los subsidios a los alimentos y los combustibles, que se elevaron a comienzos de a?o para calmar las revueltas populares, ya representan el 5,5% del PIB, mientras que las inversiones apenas crecen y el comercio exterior se mantiene en interrogante. Gran parte de esta imposibilidad de hacer caja la tiene la ralentizaci¨®n del crecimiento de la Uni¨®n Europea. La inversi¨®n extranjera directa (IED) se mantiene en 2011 apenas un 1% del PIB, mientras que sus principales socios comerciales -Francia y Espa?a- atraviesan por duros momentos y racionalizan sus pedidos e inversiones.
El rey Mohamed VI cedi¨® parte de su poder administrativo a ra¨ªz de las protestas generadas por la particular primavera ¨¢rabe marroqu¨ª. El Gobierno de los islamistas moderados ser¨¢, por tanto, el que tenga m¨¢s poder para decidir sobre el futuro econ¨®mico del pa¨ªs en su historia reciente, un elemento clave si consideramos que Marruecos es todav¨ªa una econom¨ªa altamente centralizada y con un enorme tejido empresarial en manos del Estado. Un pa¨ªs que adem¨¢s ha apostado en los ¨²ltimos a?os por la entrada de capital for¨¢neo en forma de concesiones.
Existe consenso entre los partidos pol¨ªticos con representaci¨®n en el nuevo Parlamento de que se debe racionalizar el gasto social, combatir la elevada corrupci¨®n, que seg¨²n algunas previsiones le cuesta anualmente al pa¨ªs un 2% del PIB, y establecer nuevos impuestos, en especial entre los que m¨¢s tienen. Pero pocos se atreven a dar el paso para pedir el fin de los subsidios, una de las medidas que m¨¢s perjudican las arcas fiscales y son m¨¢s improductivas, seg¨²n los organismos internacionales. Tampoco parece haber voluntad para afrontar una reforma laboral.
Las reformas son claves porque Marruecos necesita generar confianza entre los inversores extranjeros, recelosos en momentos en que la econom¨ªa mundial puede entrar en recesi¨®n. Y es que Marruecos, a diferencia de sus vecinos del Magreb, no tiene una gran participaci¨®n en el mercado petrolero -es el exportador n¨²mero 87 del mundo- y no puede emprender grandes proyectos de inversi¨®n con esos recursos, como hacen algunos de sus vecinos. Las previsiones indican que el pa¨ªs podr¨ªa crecer un 4,6% en 2012. -
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