Timo de alto nivel en la c¨²spide del arte
Una de las galer¨ªas m¨¢s prestigiosas de Nueva York, con 165 a?os de vida, cierra v¨ªctima de una trama de falsificaci¨®n de piezas del expresionismo abstracto
El belga Pierre Lagrange era, hasta este oto?o, uno de esos escas¨ªsimos afortunados que pueden sentarse en el sal¨®n de su casa y deleitarse con piezas de la exclusiva tribu de los expresionistas abstractos, acaso la de m¨¢s pedigr¨ª en el circo de las subastas de arte moderno. Este coleccionista afincado en Londres adquiri¨® en 2007 Sin t¨ªtulo, 1950, una caracter¨ªstica action painting de Pollock por 17 millones de d¨®lares (13 millones de euros) en la galer¨ªa neoyorquina Knoedler & Company. Cuando este a?o quiso subastarla en Christie's la obra fue rechazada. No era aut¨¦ntica, le dijeron. Lagrange busc¨® entonces la opini¨®n de diferentes expertos y lleg¨® a la conclusi¨®n de que le hab¨ªan enga?ado. El 2 de diciembre present¨® una demanda por falsificaci¨®n en un juzgado federal estadounidense contra la veterana y respetada galer¨ªa. Tras 165 a?os de vida, esta hab¨ªa cerrado tan solo dos d¨ªas antes.
El FBI investiga la venta de 18 cuadros valorados entre 7,6 y 15,2 millones
Entre las obras dudosas hay 'pollocks', 'stills' y 'motherwells'
Antes de su clausura, Knoedler & Company era toda una instituci¨®n
Todas las pinturas pasaron por la marchante mexicana Glafira Rosales
Tambi¨¦n se querell¨® contra su presidenta hasta 2009, Anne Freedman, responsable de la venta. Entre las pruebas presentadas hab¨ªa un an¨¢lisis forense que demostraba que en el cuadro hab¨ªa rastro de pigmentos que no exist¨ªan cuando supuestamente se firm¨® la obra.
La demanda, con la que Lagrange reclama la devoluci¨®n de los 17 millones pero que no incluye cargos criminales contra Freedman, abri¨® una versi¨®n art¨ªstica de la caja de Pandora que desde hace d¨ªas mantiene en vilo al mundillo de la Gran Manzana, que observa con horror c¨®mo el FBI investiga la posible falsificaci¨®n de 18 cuadros vendidos por la misma galerista y por uno de sus antiguos empleados, Julian Weissman.
Valorados entre 10 y 20 millones (de 7,6 millones de euros a 15,2) y firmados entre otros por De Kooning, Pollock, Motherwell y Dieberkorn, los cuadros proceden todos de las mismas manos: Glafira Rosales, la marchante que les vendi¨® a ambos las obras y a la que su abogado defiende alegando que la galerista ha querido convertirla en cabeza de turco.
Curiosamente, el nombre de Rosales, una mexicana de 55 a?os que reside en Long Island y que a su vez tuvo galer¨ªa propia en Manhattan y otra en el Estado de Nueva York, est¨¢ asociado, seg¨²n The New York Times, a un nombre espa?ol: Jos¨¦ Carlos Berganti?os D¨ªaz, un empresario y coleccionista espa?ol que seg¨²n la web Artinfo.com aparece descrito en los papeles de la demanda como alguien que lleva implicado en casos de falsificaci¨®n desde 1999 (extremo que no pudo ser confirmado por este diario).
Todas las obras investigadas llegaron a manos de Freedman y Weissman a trav¨¦s de Rosales, quien comenz¨® a traer cuadros de autores estadounidenses desde M¨¦xico en 1993. Seg¨²n una carta fechada en 2007 y citada por el rotativo neoyorquino, esta marchante comerciaba con las obras de un coleccionista mexicano que habr¨ªa comprado arte estadounidense en los a?os cincuenta directamente de manos de los propios artistas (y por tanto sin papeles que certifiquen su autor¨ªa). El hijo del coleccionista, a quien ella describe en la carta como "un amigo de la familia que reside en M¨¦xico y Suiza", quer¨ªa vender parte de la colecci¨®n que hab¨ªa heredado, incluidas obras de Motherwell, Franz Kline, Clyfford Still y Willem de Kooning, pero insist¨ªa en mantener el anonimato.
A trav¨¦s de Freedman y Weissman algunas de esas obras llegaron a galer¨ªas como Killala Fine Art, que en febrero denunci¨® a Weissman y a la fundaci¨®n Dedalus por haber certificado la autenticidad de un motherwell despu¨¦s catalogado como falso y titulado, como parte de una de las m¨¢s c¨¦lebres series del artista, Spanish Elegy 1953. P.24. A esa denuncia se uni¨® otra de aquella fundaci¨®n, que maneja gran parte del legado de Motherwell, por mentir sobre su procedencia. El caso se cerr¨® en octubre con un acuerdo que obligaba precisamente a Rosales a desembolsar la mayor parte de los 600.000 d¨®lares que Killala Fine Art pag¨® por el cuadro, y a Weissman, a cubrir el resto m¨¢s los gastos judiciales de la fundaci¨®n Dedalus.
Pero seg¨²n se supo el 15 de diciembre durante la primera vista del juicio, las dudas sobre la autenticidad de las obras que Rosales vend¨ªa a trav¨¦s de Freedman no son nuevas. Seg¨²n testific¨® la galerista, en 2003 ella misma accedi¨® a devolverle dos millones de d¨®lares a Jack Levi, ejecutivo de Goldman Sachs al que le vendi¨® el pollock Sin t¨ªtulo, 1949. Al parecer, la International Foundation for Art Research se neg¨® a autentificar la obra, as¨ª que Levi solicit¨® anular la venta y la galer¨ªa Knoedler acept¨®. Despu¨¦s la propia Freedman, junto al empresario canadiense David Mirvish, adquiri¨® el cuadro. "Bas¨¢ndome en mi experiencia, considero que Ann Freedman jam¨¢s ha vendido una obra de arte que ella no considerara aut¨¦ntica. Si el pollock de Lagrange no lo es, tanto Freedman como yo hemos sido enga?ados y demandaremos a otros", asegur¨® Mirvish, que fue el anterior propietario del pollock ahora en disputa. Por su parte, la galerista se ha defendido asegurando ante el juez: "Tengo todas las razones para creer que estos cuadros son aut¨¦nticos", y entre ellas destaca que ella adquiriera tres de las obras que ofrec¨ªa Rosales: un rothko, un pollock y un motherwell, que a¨²n tiene. "No me estoy defendiendo. Estoy defendiendo el arte en el que creo".
Sobre el coleccionista misterioso del que seg¨²n Rosales proceden las obras, contin¨²a el silencio. Mientras tanto, el mundo del arte neoyorquino hierve en una continua conjetura.
Babelia
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