Carlos Joaqu¨ªn C¨®rdova, zahor¨ª de ecuatorianismos
Ha muerto Carlos Joaqu¨ªn C¨®rdova, el 19 de diciembre de este a?o, en Quito, a los 97 de edad. Se ajusta su biograf¨ªa a aquel verso de Lope "mi vida son mis libros, mis acciones". Sus libros fueron esencialmente uno, El habla del Ecuador, el m¨¢s completo diccionario de ecuatorianismos, en tres gruesos vol¨²menes, con papeletas listas para un cuarto, pero tambi¨¦n Un millar de anglicismos, otro modelo de fina sensibilidad ling¨¹¨ªstica y de humor. Sus acciones, las de un docto lexic¨®grafo que fue miembro y director durante lustros de la segunda Academia correspondiente de la Espa?ola, la ecuatoriana, y en su nombre recibi¨® el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia, en 2000, junto a las dem¨¢s. Quien quiera puede ver en la Red su figura patricia y la humildad contenta de su despacho quite?o -que semeja al de cualquier fil¨®logo espa?ol- donde se dieron la mano la factura de esos libros y la responsabilidad del acad¨¦mico: lleno de publicaciones de la colecci¨®n Gredos y del CSIC entre otras muchas ecuatorianas.
Cada una de sus papeletas es un ejercicio de precisi¨®n ling¨¹¨ªstica
Esa benem¨¦rita labor de a?os fue en su inicio, para los espa?oles, obra esencialmente acad¨¦mica. Pero, desde hace una d¨¦cada, es ya una referencia viva y actual en Espa?a: los ecuatorianismos circulan en todas nuestras plazas, como la yuca en los mercados o la devoci¨®n a Nuestra Se?ora del Quinche en las procesiones. La suerte es que Carlos Joaqu¨ªn C¨®rdova pertenece a la estirpe de Covarrubias y ello significa que cada una de sus papeletas es un ejercicio de precisi¨®n ling¨¹¨ªstica, conocimiento hist¨®rico, intuici¨®n sociol¨®gica y nervio humor¨ªstico: "Este barbarismo de curiales forenses ha prendido como tachuela en el lenguaje de las piezas procesales. El segund¨®n de alg¨²n juzgado la puso en marcha trayendo el t¨¦rmino de la palabra perito y tuvo buen ¨¦xito su descuido, y buen ¨¦xito en una mala causa", dice, valga el ejemplo, de la voz "perital". Pero una ojeada a su gran diccionario deber¨ªa comenzar por la voz "cuencano", para honrar as¨ª a la ciudad donde naci¨® en 1914. Entre perlas como esta, "Domingo chiquito: el d¨ªa lunes en que ciertos alcoh¨®licos contin¨²an la bebida y se ausentan del trabajo", encontramos voces donde describe, con agudeza de quilico, la suerte de los espa?oles en los tiempos de la independencia (godo), la convivencia compleja del criollo y del mestizo con el indio (rosca) o la animosidad entre liberales y conservadores ecuatorianos (curuchupa). Viene al caso a?adir que fue C¨®rdova un caballero liberal, varias veces viceministro. Cercano a los noventa, pas¨® en Madrid una buena temporada, enriqueciendo con ecuatorianismos el diccionario de la Real Academia Espa?ola, y aqu¨ª sufri¨® un infarto: su ¨²ltima estancia entre nosotros transcurri¨® en el hospital Mara?¨®n, donde ingres¨® a pie el anciano animoso por el cuidado de una mano amiga y all¨ª comparti¨® habitaci¨®n con un viejo pastor de la sierra de Canencia. El d¨ªa en que recibi¨® el alta, repuesto tambi¨¦n del tuteo sin rodeos de las enfermeras, ambos se despidieron en l¨¢grimas; el gran fil¨®logo doliente hab¨ªa conversado cientos de horas con alguien que hablaba pura castilla y, junto a la amistad, regres¨® a Quito - "pude haber vuelto en un estuche", me escribi¨®- con apuntes preciosos para dar fe, como su notario mayor, de otros ecuatorianismos, gracias al cotejo con la fuente primera del espa?ol.
Pedro Calvo-Sotelo, diplom¨¢tico, fue consejero cultural en Ecuador.
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