Hambre a prueba de bombas
Tras perder seis finales ante Djokovic, Nadal enarbola su esp¨ªritu de lucha para volver a la cima y defender el oro ol¨ªmpico
Nunca fue m¨¢s claramente establecida la frontera entre los deportistas y los aficionados. En 2011, Rafael Nadal conquist¨® Roland Garros, Montecarlo y el torneo de God¨®, mientras ayudaba a Espa?a a lograr su quinta Copa Davis. Por el camino, perdi¨® seis finales contra el serbio Novak Djokovic, y se dej¨® los t¨ªtulos de Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos en el ¨²ltimo partido. Muchos espectadores juzgaron ese balance con desaz¨®n, consider¨¢ndolo un a?o menor en la carrera del n¨²mero dos mundial. Los deportistas, no. Ellos, compa?eros de profesi¨®n, de esfuerzos y sudores, han elegido a Nadal como el mejor deportista espa?ol de 2011, igual que lo hicieron en 2010, cuando sum¨® tres grandes. Donde los seguidores vieron la copa medio vac¨ªa, ellos la vieron llena.
"Tengo la sensaci¨®n de que ahora muchas victorias se convierten en empates"
"He aceptado las derrotas, he vuelto a trabajar, he vuelto a pelear..."
"Cuando uno gana Montecarlo, Roland Garros... tiene que estar feliz"
El mallorqu¨ªn quiere "disfrutar" de su "batalla" contra el tenista serbio
"Ha sido un a?o correcto. Bueno... despu¨¦s de un a?o en el que has ganado tres torneos del Grand Slam [2010], es complicado que al siguiente la gente siga pensando que has hecho un gran a?o", argumenta para este diario Nadal, que asalta 2012 ilusionado con defender en los Juegos de Londres el oro conquistado en la cita ol¨ªmpica de Pek¨ªn 2008. "La verdad... cuando uno gana Montecarlo, tiene que estar feliz de haber ganado en Montecarlo", prosigue el mallorqu¨ªn. "Cuando uno gana Roland Garros tiene que estar muy feliz de haber ganado Roland Garros. No porque luego pierda la final de Wimbledon esa gira deja de ser buena. Es m¨¢s, es una grand¨ªsima gira", a?ade. "Me da la sensaci¨®n de que antes todas las victorias eran victorias y de que ahora muchas veces las victorias se han convertido en empates y de que las derrotas son derrotas", cuenta el tenista. "Antes las derrotas no sonaban. Sonaban solo las victorias... y las derrotas tambi¨¦n estaban, m¨¢s que ahora, adem¨¢s. Perd¨ªa m¨¢s veces, pero a las victorias se le daba m¨¢s valor. En 2011 se le ha dado m¨¢s valor a las derrotas que a las victorias... ?y victorias ha habido muchas! Durante los siete primeros meses de a?o solo hab¨ªa perdido pr¨¢cticamente con un jugador, y todo en finales".
Djokovic, que es ese jugador, defini¨® la temporada de Nadal. Contra ¨¦l perdi¨® seis cruces decisivos, dos tras ganar el primer set y ponerse por delante. Contra ¨¦l cay¨® un domingo tras otro en la primavera de 2011, y siempre, sin falta, estuvieron esper¨¢ndose en una nueva final al siguiente. Jugaron sobre tierra, cemento y hierba. Nunca se impuso Nadal, y eso pes¨® tremendamente entre los aficionados. Los deportistas, sin embargo, vieron otra cosa: la incre¨ªble capacidad del mallorqu¨ªn para no dejarse ir y lamerse las heridas. Su compromiso a la hora de presentarse una semana tras otra al duelo en lugar de dejar que las derrotas le afectaran llev¨¢ndole a perder contra otros rivales en rondas de menor importancia.
Pudo ser Paolo Lorenzi. Pudo ocurrir en Roma. Pudo ser todo de otra manera, y de haber sido as¨ª, Nadal no hubiera sido elegido como el mejor de 2011 por sus compa?eros. Ocurre cuando el espa?ol acaba de perder la final de Madrid contra el serbio, sobre tierra, su templo, en Espa?a, ante su p¨²blico. Nadal llega a Roma dolido. En su debut se cruza contra un desconocido, el n¨²mero 148 del mundo, Lorenzi: pierde el primer set, sufre, al borde de la eliminaci¨®n, en el segundo, y acaba imponi¨¦ndose en el tercero, desconectado e irreconocible (6-7, 6-4 y 6-0).
"Ha sido culpa m¨ªa. He pensado que pod¨ªa perder. No era un partido bonito para m¨ª: una derrota como la de Madrid afecta moralmente y cuesta un poquito m¨¢s jugar el siguiente partido", dice entonces. "Durante 2011", reivindica ahora el tenista mallorqu¨ªn; "he aceptado [las derrotas], he vuelto a trabajar, a luchar..."
Nadal, de 25 a?os, tendr¨¢ en el Abierto de Australia, donde perdi¨® en cuartos de final en 2011, la primera oportunidad de recortar puntos sobre el invencible Djokovic (24), campe¨®n vigente del primer grande del a?o. Nadie parece dudar de cu¨¢l ser¨¢ su actitud en 2012. Solo hay que repasar sus acciones de 2011, y volver a escuchar sus palabras tras cada derrota. Esto, por ejemplo, dijo tras uno de los momentos m¨¢s dolorosos de su curso. Acababa de ceder la final del Abierto de Estados Unidos. Djokovic le hab¨ªa roto el saque 11 veces, m¨¢s que nadie nunca en la carrera del espa?ol. El t¨ªtulo de Nueva York, ganado en 2010, ya no era suyo.
"?Y saben qu¨¦?", dijo con el pelo revuelto en la rueda de prensa que sigui¨® a su derrota. "Me marcho sabiendo que estoy en el buen camino. Me gusta luchar. Quiero disfrutar de esta batalla contra ¨¦l. Son seis derrotas seguidas. Por supuesto que es doloroso... pero voy a trabajar cada d¨ªa hasta que eso cambie. Eso me da una meta... y cuando tienes una meta tan f¨¢cil de ver, sabes c¨®mo y en qu¨¦ trabajar cada d¨ªa".
Puro Rafael Nadal: en la victoria y en la derrota, en la felicidad y la tristeza, el n¨²mero dos mundial mantiene un hambre a prueba de bombas.
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