El sastre de Pessoa
Adivina adivinanza, ?qu¨¦ tienen en com¨²n Francisco Camps e I?aki Urdangarin m¨¢s all¨¢ de los contratos de la Fundaci¨®n N¨®os con la Generalitat Valenciana? Respuesta, por muy extra?o que pueda parecer, el diagn¨®stico de un poeta, el autor del Libro del desasosiego, el escritor de los 72 heter¨®nimos, Fernando Pessoa.
Cuenta Pessoa que una tarde entr¨® en una conocida sastrer¨ªa lisboeta con el fin de comprar una corbata. Uno de los empleados, que no estaba atendiendo a nadie y que conoc¨ªa al poeta desde hac¨ªa muchos a?os, le salud¨® jovialmente. "Buenas tardes, se?or doctor", le dijo. Pessoa le contest¨® que no era doctor y le pregunt¨® por qu¨¦ le otorgaba ese tratamiento. El empleado le dijo tranquilamente: "Ah, yo realmente pensaba...". Pessoa pidi¨® corbatas, escogi¨® la que m¨¢s le gustaba, pag¨® y se despidi¨® del dependiente y del otro empleado, que tambi¨¦n le conoc¨ªa de antiguo. Como si fueran s¨®lo uno, los dos vendedores se inclinaron amable y sincr¨®nicamente, respondiendo al un¨ªsono: "Buenas tardes se?or doctor, y muchas gracias".
El poeta extrae varias moralejas. "Cuando la opini¨®n nos hace doctores, doctores hemos de ser", dice. En la vida social, sostiene Pessoa, "somos lo que los otros juzgan que somos, y no lo que incluso con cierto fingimiento somos". Y a?ade: "Nuestra personalidad social, para todos, o hist¨®rica, para las celebridades, es una idea de nosotros que nada nuestro tiene". El estadista que sepa comprender esto, asegura, tiene la llave del mundo, aunque puede que le falte la puerta, pero eso "es ya cosa del destino". La llave la han tenido. La declaraci¨®n de la cajera de la sastrer¨ªa de Camps es paradigm¨¢tica: no pagaba, nos daba la mano. De igual modo, ni el Govern balear ni el valenciano se plantearon hacer pasar a Urdangarin por un concurso p¨²blico, el duque les daba la mano. Perm¨ªtasenos la licencia po¨¦tica, el yerno del Rey ten¨ªa "la clau que obri tots els panys".
No es puerta precisamente lo que les ha faltado a Camps y a Urdangarin. Uno ten¨ªa todas las puertas del Palau de la Generalitat, el otro, por lo que se sabe, una lateral del palacio de Marivent por parentesco de primero grado de afinidad en l¨ªnea colateral con el Rey y segundo con el pr¨ªncipe heredero.
Ambos ten¨ªan la llave y la puerta. ?As¨ª pues, qu¨¦ ha torcido el destino del que fuera molt honorable president de la Generalitat Valenciana Francisco Camps Ortiz y del que a¨²n hoy es duque de Palma I?aki Urdangarin Liebaert? Recurramos al Libro del desasosiego, que debe ser el sentimiento com¨²n que ahora les embarga. Advierte Pessoa de que "no son los sinceros quienes gobiernan el mundo, pero tampoco son los insinceros". Quienes lo hacen son "aquellos que fabrican una sinceridad real por medios artificiales y autom¨¢ticos", que constituye su fuerza e "irradia hacia la sinceridad menos falsa de los otros". Y concluye Pessoa: "Saber enga?arse
[me permito subrayar el reflexivo] es la primera cualidad del estadista". Personajes como Zaplana, que s¨ª que lo saben, se refocilan.
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