Sue?o futurista con el pasado
La obra que inspira el ballet Copp¨¦lia es el tenebroso cuento de Hoffmann titulado Der Saderman y tambi¨¦n subtitulado ocasionalmente en ballet La muchacha de los ojos de esmalte en alusi¨®n a la mu?eca aut¨®mata, un relato que ya mereci¨® el inter¨¦s del propio Sigmund Freud, que le dedic¨® un enjundioso ensayo. Los guionistas originales del ballet de 1870 aligeraron la historia, y esos cambios, que han pervivido hasta hoy, se han adaptado a corrientes est¨¦ticas diversas.
Copp¨¦lia arrastra fama de mal fario. La primera int¨¦rprete, Giuseppina Bozzachi, muri¨® t¨ªsica a los 18 a?os, pocos despu¨¦s del estreno en Par¨ªs, que fue preludio de revueltas sangrientas.
Ya una vez, Roland Petit hizo del personaje de la mu?eca una creaci¨®n memorable y llena de misterio; tambi¨¦n Maguy Marin, con el Ballet de Lyon, hizo la suya, donde sal¨ªa replicada de una fotocopiadora hasta el infinito, entrando ya ah¨ª el mundo actual de la tecnolog¨ªa y los inventos modernos. Desde entonces, Copp¨¦lia va y viene, sue?a desde el pasado y, frecuentemente, viaja al futuro.
COPP?LIA
Ballet V¨ªctor Ullate / Comunidad de Madrid. Coreograf¨ªa: Eduardo Lao; m¨²sica Leo Delibes; vestuario: Pedro Moreno; escenograf¨ªa: Carles Pujol. Teatro Auditorio San Lorenzo de El Escorial. 4 de enero
La compa?¨ªa de V¨ªctor Ullate entrega una funci¨®n llena de vitalidad y energ¨ªa
Los bailarines de la compa?¨ªa de V¨ªctor Ullate aparecen muy preparados, son virtuosos cuando se les exige, y entregan una funci¨®n llena de vitalidad y energ¨ªa. El reparto cumple con los caracteres de un relato llevado al terreno de la rob¨®tica y la cibern¨¦tica, con un aire local de retrofuturismo que Pedro Moreno en el vestuario y Carles Pujol en la escenograf¨ªa enfatizan con audacia, remiten al filme Metr¨®polis y luego amalgaman en una mezcla de ¨¦pocas y gui?os diversos.
La bailarina francesa Sophie Cassegrain est¨¢ soberbia en el papel de la mu?eca que cobra vida. Su t¨¦cnica es segura y limpia. Su caracterizaci¨®n alude al mecanicismo de los movimientos, pero los engarza con soltura en la m¨²sica de Delibes, siempre arm¨®nica y amable. El napolitano Luca Giaccio se mostr¨® como un partenaire sol¨ªcito y atento a su compa?era, bail¨® con arrojo y mostr¨® sus cualidades de actor, pues este Franz no es como el cl¨¢sico estandarizado, sino que va a otras claves, a veces en lo c¨®mico y despu¨¦s en lo l¨ªrico. Resulta, en todo ese ambiente, muy extra?o el personaje del DJ, claramente inspirado en la est¨¦tica de Paco Clavel y su chirriante colorismo de tonos el¨¦ctricos, dando lugar a un desencuentro formal del trabajo de conjunto.
En cuanto a la estructura, las danzas caracter¨ªsticas y m¨¢s emblem¨¢ticas (espa?ola y giga escocesa) han sido convertidas en pasos a dos acrob¨¢ticos, pero lejos del acento vern¨¢culo que marca, desde lejos pero con firmeza, una partitura eterna. En el caso de la danza espa?ola, la simiente del bolero cl¨¢sico es una verdad incontestable.
La velada de danza estuvo precedida de una chocolatada para los m¨¢s peque?os y de unas demostraciones did¨¢cticas sobre los secretos del ballet, lo que resulta una estupenda iniciativa para el fomento de los nuevos p¨²blicos del futuro. Quiz¨¢s en parte por ese pr¨®logo aleccionador, la gran cantidad de peque?os que ocupaban y casi llenaban el teatro se mantuvo casi sin excepciones en su sitio y con la concentraci¨®n digna de adultos.
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